19. La gran tormenta

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Quizá se preocupaba de más. Quizá era un exagerado. Tan solo quizás no sea necesario hacerlo pero de igual forma él lo hacía. Las noches que no entrenaba con Gen, él la observaba desde lejos, cuidando que estuviera bien. Había descubierto dónde vivía y la solía seguir en toda su rutina. Incluso se había sentido mal al notar que ella hacía mucho más ejercicio estando sola que cuando entrenaban juntos. Había considerado invitarla a que lo entrenara diario pero supuso que le quitaría su propio entrenamiento.

Quizá pudiera parecer un acosador o un novio celoso y manipulador pero lo único que él quería era asegurarse que ella no tuviera accidentes. Estaba preparado para salir corriendo en cuanto viera que la chica ocupaba ayuda.

A veces se le dificultaba seguir la marcha, incluso desde la lejanía, pues la chica era extraordinaria, su extraña velocidad y energía a esa hora no era para nada normal.

Había sacrificado bastantes horas de sueño y regularmente batallaba para mantenerse despierto durante clases y solía dormir después del club de Voleibol.

Pero algo que si podía agradecer era que había mejorado mucho en las prácticas. También su extraña forma de socializar había mejorado en gran medida, ya se le podía considerar como una persona agradable, al menos una con que puedas mantener una corta conversación.

Una noche que no le tocaba entrenamiento el chico se levantó, había dormido parte de la tarde para estar despejado en la madrugada. Había aprendido a salir y entrar por la ventana de su casa sin miedo a las alturas y eso le facilitaba el no tener que dar explicaciones de sus salidas nocturnas.

Caminó por las calles en silencio hasta que escuchó a una persona correr, era ella. Se acercó hasta el ruido de aquella persona y se sentó frente al callejón al que ella siempre iba. Desde que ella lo había llevado a ese callejón y él comenzó a cuidarla desde la lejanía, había descubierto un pequeño hueco frente al callejón, era más oscuro y nadie pasaba por ahí. Era el lugar perfecto para poder observar sin que ella notase su presencia.

Esa noche en particular era bastante fría, incluso el cielo estaba nublado.

No fue gran sorpresa cuando unas gotas de agua comenzaron a caer, las típicas lluvias de septiembre. Kei comenzó a preocuparse, un área mojada era resbalosa y un área resbalosa puede causar accidentes y un accidente puede causar la muerte y ...

Un fuerte grito ahogado lo hizo ponerse al tanto, Gen yacía colgada de cabeza entre aquellos locales, su pie se había atascado cuando dio un paso en falso al momento de brincar entre ambos techos. Era una pequeña guerra en la que la chica intentaba zafar su pie de aquellos tubos rotos con una mano mientras con otra se apoyaba de otro tubo para no caerse cuando estuviera libre. Kei no dudó y corrió hacia el callejón por debajo de la lluvia. Llegó justo al tiempo que el pie de la chica logró salir, para mala suerte de la chica el agarre de su mano se había mojado por las lluvias y no soportó el peso de su cuerpo haciendo que cayera al vacío. Gen estaba preparada para aquel impacto pero grande fue su sorpresa cuando cayó sobre los brazos de una persona.

—¡Eres una estupida idiota! —escuchó la voz de Tsukishima.

Gen logró levantar un poco la cabeza para encontrarlo mojado y no lograba distinguir si lo que caía por sus mejillas eran lágrimas o gotas de lluvia. Pero si eran lágrimas, aquel había sido el mayor susto del chico y aquellos segundos de incertidumbre habían sido extremadamente largos y lentos. Había agradecido eternamente que Gen le pusiera énfasis a conseguir fuerza en sus brazos durante los últimos meses.

—¿Estás bien? —preguntó con genuina preocupación, ella solo asintió mientras hacía el ademán de bajarse de sus brazos, el chico la depositó en el suelo pero la acaparó con sus brazos.

Pasivo Agresivo (Tsukishima Kei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora