12. Nada

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—¿Es necesario esto? —preguntó Kageyama cansado.

—Sí, muy necesario. —contestó Tsukishima.

Kageyama rodó los ojos, estaba harto, cansado y prefería mil veces estar tomando de su cajita de leche y estudiar que estar ahí. Ni siquiera lo consideraba su amigo, no entiende porqué se había dejado comprar por solo 2 cajitas de leche.

—¿Listo? ¡Ahora! —gritó el de cabello negro y ambos comenzaron a correr por toda la calle.

Toda la semana había tomado a distintas personas del club para competir, había pasado ya por una competencia de saltos de altura con Hinata y una competencia de fuerza con Daichi. Perdió en ambas. A Tobio le había pedido una competencia de velocidad y por un breve momento parecía que iba ganando hasta que Kageyama aumentó su velocidad sobrepasando. Poco a poco bajó su velocidad enojado, dándose cuenta que era peor de lo que pensaba. Le enfurecía ser tan malo en cuanto a condición se trataba.

—Tch. Me largo. —se despidió bruscamente cuando llegó a la improvisada meta donde lo esperaba Yamaguchi y Hinata.

Tomó a su amigo y comenzó a caminar a zancadas en dirección a su casa. El pecoso había notado un repentino cambio de ánimo en los últimos días, se le veía más enojado, serio y agresivo con sus compañeros pero al mismo tiempo se notaba que estaba esforzándose más que antes pero sin mucho ánimos. Sin embargo no había preguntado la razón, solamente intentaba estar ahí para él y ayudarlo en lo que él le pidiera. Intentaba ser un buen amigo pero a veces los malos tratos agresivos lo molestaban y lo incomodaban de cierta forma. Eran amigos, ¿por qué no hablaba con él y le contaba sus problemas?

—¿Qué sucede, Tsukki? Nunca te habías preocupado por ser bueno en el voleibol. Decías que solo es un club más. —intentó entablar una conversación en busca de algo que le pudiera dar una pista de cómo ayudar a su amigo.

—Tch. Solo quiero mejorar, es todo. El voleibol no me interesa.

—Para no interesarte pones mucho empeño.

—No lo hago, es lo normal.

—Jamas habías practicado fuera de los entrenamientos.

—Ya callate idiota. —contestó con voz baja, no quería hablarle mal a su amigo pero a veces simplemente no lo soportaba.

—Lo siento Tsukki. Pero esta vez no me callaré. ¿Qué sucede? —preguntó determinado.

—Ahg, ¡Nada sucede! —bramó un poco fuera de sí.

—Pues nada es demasiado importante para ti.

Nada es una idiota.

El pecoso dejó salir una pequeña risa, ya había comprendido de lo que se trataba aquel enojo. Sacarle información a un Tsukki enojado era mucho más fácil que cuando no lo estaba. Siempre estaba enojado pero su enojo iba en dos niveles: el nivel normal que era su enojo del diario, aquel con el que se le veía todos los días y el segundo nivel, este era el verdadero enojo, aquel enojo genuino de cuando las cosas no son como él lo quiere. En resumidas cuentas: Tsukishima siempre estaba enojado pero para ese momento ya había subido al segundo nivel.

Nada no es mala, tampoco una idiota. Es una buena persona y es agradable.

Nada es una estúpida bruja.

—Para no ser nada, le prestas mucha atención.

—Es culpa de nada.

Aquella conversación le estaba dando demasiada información al pecoso, pero de igual forma no podía evitar reír imaginando lo que pensaría alguien más que los escuchara sin poder entender lo que él entendía.

—Quizá te hace falta conocer mejor a Nada.

—No, la conozco lo suficiente.

—Si fuera así no te llevarías tan mal con ella.

—Minagawa me besó. —finalmente lo soltó aun fuera de sí, al darse cuenta lo que dijo se tapó la boca y se dio varias cachetadas mentalmente por haber sido tan boca floja.

Yamaguchi se había quedado impactado, no podía imaginarse a su mejor amigo en una situación así. Siempre había sido una persona bastante negada a todo y más si se trataba de cosas que podía evitar, como las peleas y el amor. En un segundo sonrió y se lanzó sobre su amigo abrazándolo, aquello era casi para festejar.

—¡Finalmente a Tsukki le gusta una chica! —canturreo feliz molestando al rubio quien intentaba quitárselo de encima.

—Callate, ella vive por aquí. —puso su mano sobre la boca del pecoso para que se detuviera.

—Mnpmnmnpm-

—¿Qué? —preguntó quitando su mano.

—Que ella está en el parque entrenando. Últimamente va sobre esta hora

Kei frunció el ceño.

—Como que te has vuelto muy cercano a ella, ¿no crees?

—A final de cuentas la considero una amiga.

—Entonces vete con ella. —susurró dándose media vuelta para caminar en dirección a su casa dejando a su amigo y sus llamados detrás.

No sabía muy bien lo que estaba pensando, su mente era como un laberinto borroso y confuso donde no se veía que hubiera algún camino correcto. Al llegar a su casa se quitó los zapatos y comenzó a caminar a su cuarto ignorando el saludo de su hermano Akiteru.

Yamaguchi no podía estar más que feliz, sabía que quizá su mejor amigo estaba enojado pero solo iba a ser cuestión de tiempo para que las cosas se arreglaran.

Pero claro, ambos chicos eran igual de testarudos, si iba a ser cuestión de tiempo, iba a ser mucho tiempo. Era momento de que el cupido Yamaguchi intentara forzar un poco un extraño lazo entre aquellos dos.

El siguiente lunes, para sorpresa de todos quienes habían presenciado la última pelea de Gen, llegó la susodicha con un aura que le hacía parecer un ángel. Estaba completamente renovada y pacífica. Incluso se le veía algo tierna y jovial. No parecía ser la Gen de hacía tan solo dos días atrás, parecía como si hubieran creado un clon que fuera programado para ser lo opuesto a Gen Minagawa.

—Hola chicos. ¿Están listos para la práctica? —comentó dulcemente cuando llegó a la cancha con su libreta de apuntes para el equipo.

—Mina-chan —la llamó Suga con una sonrisa —. ¿Qué te sucedió?

—Zen llegó a mi vida. —respondió en modo de broma con una pequeña pizca de verdad, había estado pensando demasiado y tomó la decisión de ser más tranquila. Incluso había investigado en internet acerca de la meditación y de cómo utilizar el ejercicio como método de relajación. Realmente tenía intenciones de cambiar.

Tsukishima no la estaba mirando pues le estaba dando la espalda mientras calentaba, pero frunció el ceño al escucharla. ¿Quién era ese Zen?

Pasivo Agresivo (Tsukishima Kei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora