Complot

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Parte I

Capitulo 2- Complot

La mañana siguiente llegó. Adora al fin fue liberada de sus deberes y regresó a aquella humilde casa donde se encontraban las personas que más amaba. Ella entró y fue recibida por el olor de la comida. Catra estaba preparando pescado y Federick estaba ayudando a cortar algunos vegetales para complementar el platillo. Los dos residentes sonriendo al ver a la rubia y está los saludó con el mismo entusiasmo. – Adora, hija. Siéntate en un santiamén estará el desayuno.- La rubia asintió. Pese a su cansada jornada de trabajo ella no sintió la fatiga. Saber que estaría devuelta en su hogar con las personas más maravillosas le hizo sentir que revitalizaba su cuerpo y que la impulsaba a otro día.

Cómo prometió Federick la comida no tardó mucho y Adora prácticamente devoró sus alimentos.- ¡Vaya Adora! ¿Qué no te alimentan lo suficiente en ese palacio?- La rubia solo sonrió y dijo.- Claro que me alimentan. Pero nadie cocina como mi futura esposa.- Ahora fue turno de Catra de sonrojarse. No esperaba que su prometida se volviera tan segura de sí misma después de pedirle que se casaran. El padre solo sonrió por la interacción de ambas mujeres.

Siguieron comiendo y hablando. Poniéndose al día y en caso de las chicas besándose y abrazándose en cualquier oportunidad que tenían. Finalmente el cansancio le cobró factura a la rubia quien poco después cayó en un profundo sueño. Tanto la chica morena como su padre solo sonrieron por la escena. Catra la llevó a su habitación y después salió a comprar víveres que les hacían falta, mientras el hombre cuidaba de su futura hija.

La morena pasó al mercado local donde compró un poco de pan, queso y vino. Está noche iban a celebrar su compromiso como es debido. Por lo que optó por comprar las cosas de mayor calidad que aquel pequeño lugar podía ofrecer. Después pasó por una florería y tomó una rosa. Aquella flor no iba a tener otro propósito más que el de regalarla a su prometida.

Cuando llegó a la casa se sorprendió al ver a Adora levantada y preparando algo de comer.- Catra, llegaste- Dijo ilusionada la rubia.- Adora ¿no deberías estar descansando?- La rubia se acercó a la morena rodio su cintura y le murmuro al oído.- Y no pasar más tiempo con la persona que más amo- Esto hizo que una explosión cálida inundara su pecho. Luego lentamente la rubia la guió a un beso. Este fue diferente, más feroz y apasionado que los últimos que habían tenido. Sus bocas estaban hambrientas y sus cuerpos sedientos de la droga de su piel desnuda.

Terminaron en su cuarto entre caricias, besos y abrazos. Gimiendo el nombre de la otra. Aquella sería su primera vez, la primera vez que ambas se habían entregado completamente en cuerpo, pues sus almas ya estaban entrelazadas desde hace tiempo.

Estaban abrazadas, Catra acostada en el pecho de su amada cuando recordó.- ¿Y padre?- No había visto al hombre desde que llegó a la casa y tenía la esperanza de que no estuviera mientras estaban haciendo el amor tan dulcemente; por qué sino, moriría de vergüenza y no tendría el valor de mirarlo a la cara. - Federick salió temprano a visitar a Huntara. Creo que sabía lo que iba a pasar y decidió hacernos un favor.- Comentó un poco divertida la rubia. Esto pareció tranquilizar a la Capitana quien creía que el pobre anciano había oído todo.- Sabes que también puedes llamarle padre ¿Verdad?- Prácticamente vivieron juntas desde niñas. Adora era una huérfana que vivía en las calles. Un día el pobre hombre se apiadó de aquella niña y la llevó a su casa. Rápidamente la rubia se hizo amiga de su hija y desde entonces fueron inseparables. No obstante, no fue hasta los 17 que Adora le confesó sus sentimientos a la marinera y empezaron a salir formalmente. La rubia en esa época apenas había entrado a trabajar a palacio en los establos, mientras que Catra iba a hacer su primer viaje abordo del faraón. – Lo sé, pero a veces siento que está mal.- Catra le dio un pequeño beso en el hombro y respondió. - Eso es una tontería, él ya te ve como una hija. Además ahora que serás mi esposa, el también será tu padre.- Esto hizo sonreír a ambas mujeres, aquel compromiso les hacía mucha ilusión y júbilo.

El conde de DrylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora