Proteger a un amigo

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Parte I

Capítulo 8- Proteger a un amigo

Después de su primer encuentro, Catra y Entrapta establecieron una convivencia fácil. Por las noches se dedicaban a platicar a través de la pared. Por lo regular Entrapta saturaba a Catra con sus investigaciones y trabajos que había hecho desde que estaba aquí. Y la morena solo se dedicaba a escuchar las divagaciones de su amiga. No entendía mucho de lo que le decía, algo sobre la tecnología, máquinas impulsadas con vapor y como esto revolucionaria el mundo como lo vemos.

Ella no hablaba mucho de su pasado o por qué estaba aquí. Y la ex marinera tampoco tenía ganas de tocar ese tema. Aun traía un dolor profundo saber qué estaba encerrada aquí injustamente. Y lo que más le partía el corazón, que Adora y su padre aún estaban sufriendo por ella. Así que evitó esos temas, no necesitaba eso en este momento. Así que se dedicó a escuchar y de vez en cuando preguntar sobre los inventos.

Para cuando llegó la primavera, Catra ya consideraba como una amiga a Entrapta. La simpatía de la otra chica la hacía sonreír cuando la oscura tristeza la invadía. Sus locas ideas e inventos la ponían a pensar en cosas nuevas y menos deprimentes.

Para cuando llegó un año del encierro de Catra, las chicas ya tenían una rutina establecida. La chica de las dos coletas le enseño a Catra a deshacerse de sus grilletes que tanto le lastimaban. Solo a veces se los ponía para que Octavia no la castigara. Catra, en cambio, logró sacar más ladrillos de aquella pared, hasta que pudo deslizarse a la celda de la chica científica. Pudo ver sus apuntes y estudios, y como todo lo guardaba perfectamente en unos ladrillos sueltos.

Todo estaba saliendo bien, sus días eran menos miserables que al principio. Pero un día de invierno Octavia pareció notar algo raro en la celda de Entrapta e intentó entrar. El pánico se apoderó de ambas mujeres. La dueña de los documentos estaba asustada de que los encontrara y los tirara. La morena, que tuviera repercusiones físicas. Así que hizo la locura más grande que se puede hacer en una prisión. Insultó a su carcelera.- ¿Qué? ¿Tus amigos se cansador de tu tonta cara y por eso vienes a jodernos?- Eso pareció funcionar por qué la atención de su verdugo se enfocó rápidamente en ella.- ¿Qué dijiste, pedazo de mierda?- Enfureció la mujer. – Lo que oíste, pendeja.- Volvió a insultar la ex marinera. Esto hizo que la carcelera abriera su celda y le diera una putiza. La golpeó en la cabeza, le pateó la espalda y el abdomen, dejándola inconsciente. Luego ella se retiró y como era de esperarse no regresó hasta dos días después dándole solo agua a la morena.

Cuando salió Octavia, Entrapta se apresuró a preguntar por el estado de su amiga. Al no haber respuesta, está se preocupó. No podía imaginar que la chica se hubiera expuesto así solo para salvar sus investigaciones.

Después de que estuvo segura de que su verdugo no regresaría ella quitó los ladrillos rápido y en silencio. Luego se deslizó en las paredes y lo que vio le rompió el alma.

La morena tenía la cara destrozada. Por la forma en que respiraba podía saber que tenía un par de costillas rotas sino es que más; y una herida profunda en su cabeza la hacía sangrar abundantemente. Se acercó lentamente. Acomodo a Catra de tal manera que su respiración fuera menos dolorosa. Por suerte se había olvidado de tomar su agua, y después de filtrarla con el musgo, la uso para limpiar la herida en la cabeza. Con partes de la manta que le dieron en el invierno pasado, hizo una venda para sus heridas. El sangrado solo paró hasta la noche y lo único que esperaba la científica es que la herida no se hubiera infectado; por qué eso provocaría su muerte en el estado en que estaba. Para su fortuna, no hubo fiebre lo que era un buen indicio. Pero aún faltaba mucho para festejar, por qué ahora lo que le preocupaba, eran las costillas rotas que podrían perforarle un pulmón.

Catra despertó a la mañana siguiente sintiéndose terrible, cómo se hubiera sido pisoteada por cientos de caballos. Su cabeza daba vueltas y su pecho ardía como el infierno. Intentó levantarse, pero un dolor agudo la detuvo. Entonces oyó la voz de aquella chica con la que había hablado durante más de un año. – No te levantes, Catra.- Dijo la chica de las dos coletas.- Tienes tres costillas rotas. Si haces un mal movimiento podría perforarte un pulmón.- Catra volvió a recostarse pues el dolor era insoportable. Entonces oyó un sollozo. Abrió los ojos y vio a su amiga llorando.- Gracias.- Dijo entre llanto. Esto pareció conmover a la morena quien estiró su brazo y tomó las manos de la científica que estaba arrodillada a su lado. – Hey, no hay nada que agradecer.- Lo dijo dulcemente. Esto en vez de ayudar a calmar a la científica, solo pareció hacerla llorar más. Sollozó y sollozó, y Catra solo murmuraba palabras de consuelo, mientras seguía sosteniendo las manos de la chica.

Cuando finalmente pudo recuperarse. Le hizo una promesa.- Te sacaré de aquí aunque sea lo último que haga.- Nunca nadie se preocupó tanto por la chica de cabello morado. Siempre era considerada la rara, la que no se llevaba bien con nadie, la que causaba problemas y por la que nadie se sacrificaría. Y la verdad no le importaba. Pero cuando Catra tomó la decisión de protegerla, no pudo evitar sentir agradecimiento, alivio y luego culpa e impotencia. Después de un año ahí encerradas la morena empezó a ganarse su cariño y admiración. Ella había perdido a sus padres hacía mucho, cuando era apenas una niña. Luego ingenuamente se unió a una causa por qué creyó que había encontrado una familia. Pero la realidad es que la usaron y en cuanto dejó de serles útil, la aventaron sin dudarlo a los lobos y ellos solo la encerraron aquí, para que se pudriera. Nadie se había preocupado por ella de esa forma, así que decidió ayudar a la morena cueste lo que cueste. – Saldremos.- Fue lo que respondió la ex marinera y esto solo hizo que su cuerpo se calentara. Otra vez la tomaba en cuenta.- Si, saldremos.-

El conde de DrylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora