Declaraciones

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Parte II

Capítulo 3-Declaraciones

Notas: Como dije antes, a partir de aquí vienen unas cuantas subtramas. Y es que recuerden que hay 7 años en los que no supimos nada del mundo exterior.

En una cantina de mala reputación era común ver persona de toda índole. En especial criminales y ladrones que buscaban un lugar donde relajarse y encontrar un buen trago.

Scurvy y Leech estaban sentados bebiendo cerveza amarga y de mala calidad, pues sus bolsillos no daban para más. Hace tiempo aquellos hombres eran unos honrados marineros, pero hoy, después de una serie de infortunios quedaron sin empleo. La compañía mercadería a la que trabajaban tuvo una mala racha. Para salvarse de que la embargaran, Huntara tuvo que vender la mayoría de sus navíos. Y entre ellos estaba el faraón, el mejor de todos.

Aquellos hombres entraron en un estado de desesperación. Pero luego uno de ellos recordó un favor que hicieron hace mucho tiempo. Hacer una declaración falsa era un delito grave, por ende debe ser muy bien remunerado; ya que pone en un gran peligro a quien lo hace. Así que ambos marineros fueron en busca de quién les había pagado esa vez, con el fin de sacarle unas pocas monedas.

Ellos intentaron buscar a aquel sujeto. Más, no tuvieron suerte por mucho tiempo. Pero en una noche de septiembre, por casualidad, encontraron a una mujer que se le parecía mucho. Ellos la siguieron y después de observar con determinación vieron el parche y la prótesis. Concluyeron entonces que aquella mujer los había engañado haciéndose pasar por un hombre.

Con la confirmación hecha, no dudaron en extorsionarla. La acorralaron en el fondo de una cantina y ahí pidieron más dinero por su silencio. La mujer solo se rió por la descabellada solicitud. Los marineros fruncieron el ceño, no entendían la gracia de la situación. Exigieron un pago si no quería que la delataran ante la juez por extorsión y amenaza. Ella siguió riendo, no podía creer lo idiotas que podrían ser esos hombres. Les explicó que para empezar, ellos fueron los que mintieron. Que tendrían que admitir que cometieron perjurio y esto les traería años de prisión ya que era un delito grave. Y segundo, no podían probar que ella los extorsionó. Ya que sería la palabra de aquellos mentirosos contra la de una ciudadana honorable.

Los hombres trastabillaron, aun así, no tenían muchas opciones y siguieron insistiendo. La mujer harta ya de esta broma, recurrió a la amenaza. Dijo que si no la dejaban en paz iría al juzgado a levantar una denuncia por extorsión. Los marineros estaban horrorizados, lo que menos querían era estar encerrados. Así que se retiraron sin más drama.

Aun así, durante los siguientes días seguían a la mujer a todos lados. Registraban cada movimiento que hacía y con quién se juntaba. Ellos buscaban que tropezara para así tener armas en contra de esa mujer.

Fue así como la siguieron hasta una casa, dónde la vieron en compañía de una dama. El lugar estaba abandonado y retirado. Los marineros creyendo que podían encontrar lo que buscaban, se escondieron he intentaron oír lo que se decía detrás de las paredes.- Mi señora.- Esa era la voz de la mujer que los había engañado, parecía molesta por alguna razón.- He hecho todo lo que me ha pedido en estos años. Le he dado mucho para que usted ganará dinero y poder. Y yo apenas he recibido nada.- Su tono se elevada con cada palabra, sea cual sea los favores que le hacía a aquella dama parecían graves.- Y hoy es el día en que te recompensare.- Dijo serenamente la dama alta y de pelo negro. – Por favor siéntate querida.- Oyeron como se arrastraban las sillas.- ¿Una copa de vino?- Ofreció la otra voz.- Claro.- Contestó la mujer del parche ya más calmada.- Grox, dime ¿qué es lo que quieres? Lo que me pidas te lo daré.- El sosiego se estableció en el ambiente, más, los hombres afuera no podían evitar sentir que algo malo iba a pasar.

Segundos después oyeron un alboroto dentro. Envalentonados se asomaron para ver en el interior. Dentro de la habitación yacía en el piso la mujer a la que seguían. Se agarraba el pecho con una mano. El dolor se veía en su rostro.- ¿Realmente creíste que podías extorsionarme? Tenías suerte de que te mantuviera viva todo este tiempo.- La dama con frialdad patio su cara y después y como si nada se marchó de la vivienda entre las sombras.

Los marineros estaban horrorizados por lo que acababan de presenciar. Aquella dama, si es que se le podía decir así, mató sin el mayor remordimiento a su vasallo.

Se quedaron en shock un rato más. No habían podido ver los rasgos de la asesina pero por las ropas que portaba y según lo que oyeron debía ser alguien muy pudiente; así que presos del miedo huyeron de ahí. Fueron a otra ciudad, otro país. No querían más problemas de los que ya tenían.

Al final terminaron trabajando para una pequeña embarcación que resultó ser de bandidos. Lo que los dejaba aquí en una cantina alejada de los puertos más importantes y conviviendo con toda clase de escoria. Habían caído muy bajo. Pero todo pareció cambiar esa noche.

Una sacerdotisa, entró a la cantina. Preguntó a la cantinera por un par de hombres y después de que está los señalará, se acercó a ellos. Los hombres estaban ya algo mareados por el alcohol, tanto que no notaron a la mujer hasta que se sentó enfrente de ellos.- ¿Scurvy y Leech?- Preguntó la extraña mientras los miraba fijamente.- Eso depende. ¿Quién pregunta? - Respondió el de barba mientras ponía una mano en el sable que cargaba. Esto no inmutó a la mujer de túnica roja y velo. Su rostro estaba cubierto y lo único que se podía distinguir eran sus ojos azules.- Soy la sacerdotisa Celica y vengo para entregar una herencia.- Informó la sacerdotisa. En seguida los piratas bajaron la guardia ante la mención de dinero.- En ese caso si somos aquellos que busca.- Mencionó el hombre más alto.- ¿Quiero saber si conoces a una tal Catra Zaragoza?- Preguntó la mujer de túnica. Ambos hombres se estremecieron ante la mención de aquel nombre, aun así asintieron.- Ella murió hace unos meses y dejó una pequeña herencia para su padre, prometida y sus amigos.- Dijo con neutralidad.- El primero falleció hace muchos años. A la segunda no la he podido encontrar, por lo que les agradecería que me pudieran dar cualquier información sobre su paradero. Pues según ella ustedes eran sus amigos.- Esto pareció relajar a los hombres y luego uno de ellos respondió.- No sabemos qué fue de su prometida, después del juicio ella desapareció y no se volvió a saber nada de ella.- Habló el hombre de barba.- Tal vez al ver culpable de traición a su novia, tuvo miedo y cortó todo lazo con esa familia.- Especuló el hombre. La sacerdotisa no pareció darle importancia al comentario, pero, pese a ello, respondió- La hermana Catra me confesó en sus últimos días que ella era inocente de tal crimen.- Ambos hombres rieron y luego el más alto respondió.- Y sí que lo era.- Después el otro dijo.- Terminó en aquella horrible prisión porque alguien muy poderoso así lo quería.- Sin nada que perder y con el alcohol haciendo estragos en su sistema; ambos hombres se lanzaron a contar la historia de cómo encontraron a quien los soborno para hacer un falso testimonio. Cómo intentaron sacarle más dinero a la mujer y como terminaron siguiéndola hasta una casa dónde una mujer alta, de pelo negro y rica acabó con ella sin piedad. La mujer delante de ellos oyó con paciencia y solo pidió más detalles sobre cómo era la asesina; pero los piratas argumentaron que estaba muy oscuro y no pudieron ver sus rasgos. – Solo alcanzamos a ver su vestimenta, un vestido rojo, largo y muy caro. - Confesó Scurvy. - También y lo que nunca olvidare es su voz y como dijo que tenía suerte de no haber acabado con ella antes.- Un escalofrío recorrió su espalda al recordar la escena y tomó otro trago para tranquilizarse.

Una vez acabado el relato, la sacerdotisa selevantó, arrojó una bolsa de cuero y se volteo dispuesta a irse. Los hombres seavorazaron sobre la bolsa y sacaron un rubí. - Sabrán más de mí,caballeros. Pero por el momento esto es lo que les corresponde.- Sin mássalió de la cantina mientras los hombres miraban la joya, esto parecía unaseñal de que, tal vez, su suerte cambiaría

El conde de DrylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora