La lluvia de sangre

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Parte III

Capítulo 4-La lluvia de sangre

Al día siguiente una bomba explotó.

Juliet había arrestado a la mujer más poderosa del reino. Lady Weaver fue encerrada por la madrugada justo después de que la gala acabara. Los cargos, nada más y nada menos que "intento de asesinato contra la reina madre Angella".

Juliet estaba haciendo una ronda de rutina cuando algo, o más bien alguien, llamó su atención. Era una guardia pero esta tenía un casco. Esta simplemente la saludó y pasó al lado de ella. Minutos después de aquel suceso, descubrió que había una nota en su traje. En ella decía "Ve a la habitación de la ex reina Angella y se paciente". El pánico invadió a la guardia quien salió corriendo hacia la recamara.

Abrió la puerta de la habitación para comprobar que la reina madre estuviera ahí. Respiró tranquila cuando vio que la mujer aun dormía plácidamente, por lo que empezó a cerrar la puerta. De repente, oyó como alguien se acercaba. Presa del pánico y recordando lo escrito en la nota, se ocultó dentro de la habitación y esperó.

Vio como alguien entraba a la recamara. Esto enseguida hizo saltar alarmas en la cabeza de la guardia. Nadie debería entrar al cuarto más que la familia real. Aun así fue paciente. Observó como una mujer se adentraba en la habitación y cerraba la puerta con cuidado. Una vez dentro y creyendo que nadie la veía, se acercó a la cama y observó por un rato a la mujer que dormía ahí. Después vio el vaso de agua que estaba en la mesa de al lado, sacó de su vestido un pequeño frasco y vertió tres gotas del líquido en la bebida. Esto fue suficiente para la guardia, quien salió de su escondite y exigió saber que estaba pasando.- Lady Weaver ¿Qué está haciendo?- Eso no solo sobresaltó a la dama, sino que también despertó a la reina madre.- ¿Qué es todo este alboroto? – Fue lo que respondió Angella ante el escándalo.- Lo que pasa es que he visto a esta mujer colocar un líquido en su vaso. Y quiero saber qué es y por qué – Angella entonces dirigió su mirada a la de la mujer alta. – Majestad, no es lo que parece. Es solo un medicamento que estoy segura que le ayudara a recobrar la salud. – La ex reina no pareció convencida y respondió. – ¿Puedo ver el frasco? – Esto puso nerviosa a la dama, pero lentamente sacó el líquido. Cuando estaba a punto de entregarlo, este se resbaló de su mano y se rompió.

Las otras dos mujeres vieron la escena con frustración. Alzaron la mirada a la dueña del elixir y Angella dijo seriamente. – Arreste a Lady Weaver. – La guardia se acercó a la mujer pero esta contestó. – No cometa un error majestad. No puede arrestar a un noble. – La ex reina entrecerró los ojos, no iba a permitir que ella escapara, así que dijo. – En base a la ley de los primeros, si puedo. – Las cejas de la dama se elevaron en sorpresa, pero luego se tranquilizó. – Esa ley no está vigente, majestad. – La guardia gruñó ante la actitud insolente de la mujer. – Lo está a partir de ahora.- Anunció la ex reina y una vez más pidió a Juliet que encerrara a la mujer.- Esto le saldrá caro, majestad. ¡Te arrepentirás Angella! – Gritó desde el pasillo Lady Weaver.

La ex reina entonces vio el agua contaminada y el frasco ahora roto. Frunció el ceño por lo que esto significaba. Las consecuencias serían grandes para el reino, ella lo sabía, más, no había vuelta atrás. Tenía que hacer esto a cualquier costo.

Glimmer fue informada a primera hora en la mañana. Esta sin dudarlo se dirigió a donde estaba su madre, quería saber si estaba bien. Cuando llegó a la habitación vio que ya estaba Micah y el conde. La reina frunció el ceño por la presencia del lord pero eso no dejó que desvira sus pensamientos.- Madre, ¿estás bien? ¿Qué pasó? – Preguntó preocupada la hija.- Hija no te preocupes, gracias a Juliet es que estoy a salvo. – La madre entonces empezó a contar todo lo sucedido la noche anterior; como la guardia atrapó a la baronesa cuando ella vertía unas gotas en su vaso, como el frasco con el líquido se rompió y como la mando a encerrar. Todos oyeron y reaccionaron de diferente manera; Micah estaba horrorizado por lo sucedido, el conde impertérrito como siempre, y la hija, cada vez más molesta e indignada por la situación. Esta última estaba tan furiosa que, sin dudarlo, haría que la mujer que acababa de traicionarla, no viera la luz del sol nunca más en su vida. – Si dejan expresar mi opinión. – Comentó el conde. – Creo que ella fue la encargada de la condición tan delicada de su majestad. – Todos quedaron sorprendidos. Tenía sentido lo que decía el lord, era mucha casualidad el hecho que la madre cayera enferma rápidamente después de que su esposo desapareciera. Además del gran poder que adquirió después. Entonces Glimmer explotó. - ¿Cómo se atreve? Me encargaré de que se pudra en prisión el resto de su miserable vida. – Esta actitud estremeció a los padres, no esperaban una reacción tan violenta de su hija. – Me temo que no podrá hacer mucho majestad.- Fue el lord quien volvió a hablar. La reina entonces le lanzó una mirada fulminante que el conde ignoró fácilmente y continuó.- A pesar de ser reina, la justicia no le corresponde. Esta está en manos de la fiscalía y esta a su vez está en control de Lady Weaver. – La reina apretó la mandíbula al recordar como dejó que la mujer mayor tomara control del juzgado. Ahora esto la hacía intocable. – Sin embargo, hay una manera de resolver esto. – Glimmer entonces volteo a ver al caballero con curiosidad. – Si su majestad restablece la ley antigua de los primeros, el juicio se haría de inmediato y con toda la trasparencia posible. – La hija vio a los padres y vio como ambos asintieron ante la idea. No necesitaba más confirmación. – Bien, que así sea. Desde hoy declaro en función la ley de los primeros. Le pediré a Bow que redacte el documento. – Entonces el caballero se acercó a la reina y dijo.- Si me permite su majestad, ya tengo un borrador para tal ley. Mi idea era mostrársela hoy a sus majestades, por lo que no puede ser mejor momento. – La ex reina asintió al conde y habló. – Bien, la revisaré enseguida. Acompáñeme a mi oficina.- Y así ambos salieron de la recamar para firmar lo que sería la perdición de la reina.

Glimmer leyó superficialmente el documento, en lo único en lo que pensaba era en cómo iba hacer pagar a la mujer que la había traicionado. Así que, sin perder más tiempo, firmó la ley.

Para antes de medio día ya se estaban mandando panfletos donde se anunciaba la nueva reforma de justicia. La primera víctima de la nueva ley seria la baronesa Shadon Weaver.

Nota:Y con este capítulo llegamos al final de la parte 3.

El conde de DrylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora