III PARTE

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A pocos meses de tener en sus brazos a su primer hijo, Gulf estaba completamente emocionado, aunque también incómodo. Sabía que roncaba mientras dormía y que eso era un fastidio para Mew, sus ojeras eran más notorias. Su cansancio podía tan solo verse en sus ojos somnolientos y su piel pálida.
Habían roto la rutina. Ya no era lo mismo que antes en donde su esposo venía de trabajar, le preparaba una deliciosa cena e iban juntos a la cama a ver televisión y estar al tanto de las noticias o solo ver una película para finalmente dormir acurrucados. Los fines de semana ya no cocinaban juntos, ni salían en el carro de Mew a dar un paseo junto a Chopper.
Hasta se había olvidado de su can por completo y Gulf tenía que alimentarlo ya que su amado no tenía tiempo. El trabajo, el bebé, todo lo estaba agotando. Los viajes de casa al trabajo, al supermercado y a casa.

Los tips en YouTube mentían, intentó todos los métodos para dejar de roncar pero fueron imposibles. No tenían un cuarto de visita ni otro colchón como para dejar tranquilo a Mew. A veces se sentía como un peso encima, una carga más. Mientras su pareja se sacaba el lomo trabajando para mantenerlos, él solo comía y le daba recados a Mew, tal vez ahora más con la llegada del pequeño Alexander. Decidieron colocarle así a decisión de ambos luego de muchas horas. Sí que era algo difícil, aunque idéntico como cuando le pusieron nombre a su mascota.

Ya tenía siete meses de gestación y su vientre era enorme. Se preguntaba cómo es que su bebé cabía ahí, el ginecólogo les dijo que era pequeño y que apenas pesaba 1.3 kilogramos, no estaba en su peso ideal y por ende podría ser pequeño como él. No habría de que preocuparse, era normal. Pero aun así Gulf anhelaba que el pequeño Alexander tenga las facciones de Mew; que sea alto y cariñoso, idéntico a su esposo.

Mew había ido a su trabajo sin haber desayunado y es que Gulf no se había levantado para preparárselo. Tampoco es que fuera su obligación, sino más bien una costumbre debido al corto tiempo que tenía el pelinegro en alistarse.
Gulf se levantó al escuchar la cochera abrirse y el auto encenderse. Automáticamente sus ojos se abrieron, sabía perfectamente que se había olvidado de levantarse temprano para preparar el desayuno y el snack que llevaba Mew a su trabajo.
Fregó sus ojos tomando asiento en la cama. Acarició su vientre en grandes círculos calentándose al pequeño Alexander.

— Papi se olvidó de hacer el desayuno para papá — Susurró somnoliento — Pero tengo una idea, le daremos una sorpresa a tu papá.

Mew le llevaría el snack a la oficina de su esposo. Hace mucho que no iba al lugar de trabajo de Mew. Las veces que iba, era muy bien recibido y es que el pelinegro se llevaba muy bien con sus colegas, eran amables. Hasta ahora no había tenido la oportunidad de conocer a su jefe y tampoco lo deseaba luego de todas las historias que le contaba su pareja, de cierto modo lo odiaba por explotar a Mew.

Había preparado uno de esos box de lonchera que tanto veía en las novelas; con formas de corazones con ayuda del arroz y de rollos de huevo. Cortarle frutas y decorarlas en el taper. Prepararle diferentes platos que eran de su agrado. Le había tomado cerca de tres horas tener todo listo, aún eran las 11:00 am. Tal vez una hora perfecta aunque le preocupaba si Mew ya había comido o no. Lo más seguro era un rotundo no, en el trabajo ni si quiera tenía un espacio libre más que su hora de almuerzo que apenas dura hora y media. Con una enorme sonrisa en sus labios y nervioso se dirigió al centro de la ciudad donde quedaba el edificio de trabajo.

Luego de unos minutos, al fin había llegado. Con la lonchera en su diestra entró dirigiéndose hacia el cubículo de secretaria.

— Hola, vengo a ver a Mew.

— Buenos días, ¿de parte? — Preguntó la mujer al otro lado chequeando su computadora.

— Gulf, su esposo — Respondió amablemente.

Primerizos || (MEWGULF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora