10. Paymon

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Calle.

Quería pensar que ella no se había dado cuenta pero sabía que no era así

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Quería pensar que ella no se había dado cuenta pero sabía que no era así. María José me había visto, me había visto muy bien, de cerca y apenas a unos metros. Había momentos donde no podía controlar y reprimir todo mi poder, otras veces donde no me era posible encarcelar dentro toda mi naturaleza y algo así había ocurrido. Me había perdido en el dolor que le causaba a la mujer que estaba por matar, en su sangre tibia y en su alma a punto de ser mía. Me había dejado llevar por todas esas cosas y la oscuridad hizo que me olvidara de que no estaba sola. Solía ocurrir, que me transformaba en un demonio por completo pero pese a todo esta vez no había llegado a pasar, había estado a punto de ser la bestia insaciable que solo pocos conocían pero algo me había retenido, me había arrastrado a la realidad.

Lo que no sabía era por qué me molestaba tanto que ella me hubiera visto. En alguna parte algo me reprochaba que no debía haber dejado que sucediera. Miré mis brazos y recordé por primera vez desde que había vuelto a El Palacio lo que María José había hecho. Se veían las marcas que ya empezaban a desaparecer sobre mis dos brazos, rojas y profundas por la presión que ella había ejercido ahí. Dolió cuando pasé mis dedos sobre la piel sensible y me quedé viendo un punto en la nada. Me pregunté porqué ella había actuado así, porqué me había mirado de esa manera tan particular, aún más me cuestioné porqué yo le había permitido someterme como si nada. Podía haberme liberado y ella lo sabía, pero no entendía mi comportamiento ni el porqué de que un ángel terminara de esa manera, en aquella situación, y conmigo. Pensé por un instante lo que ella habría estado pensando, lo que ocurría detrás de sus ojos verdosos. Pero me detuve. ¿Qué demonios importaba lo que pensara María José Garzón?

Era un ángel.

Era un ángel despreciable.

-¡Daniela!

-No jodas, ¿qué ocurre? - Juliana estaba en el marco de la puerta gritándome con impaciencia. Salí de debajo de las sábanas para encontrarme con su rostro tenso. -¿Ahora tenía que ser?

-Estás aquí hace tres horas.

-¿Tanto?

Sonreí volviendo la vista a la mujer que no se había molestado en taparse en mi cama y mis ganas de volver con ella se multiplicaron.

-Sí. Tanto. Ahora apúrate, tienes que atender unos asuntos.

-Pero tengo un asunto aquí.

-Daniela vamos. Puedes tener todo el sexo que quieras en otro momento.

Suspiré rendida y me acerqué a la demonio con cuerpo infernal y la besé un largo rato antes de levantarme.

-Te prometo que volveré. -le guiñé un ojo y ella sonrió. Juliana bufó detrás de mí y comencé a caminar detrás de ella. -En serio podrías haber esperado más.

ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ ᴛᴏᴄᴀʀᴛᴇ [ᴄᴀᴄʜᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora