En mi memoria no había rastro de la última vez que había sentido el alcohol como algo imposible de tragar. Hasta ahora. El líquido me bajó pesado por la garganta, como si tragara arena pura y caliente pese a que el hielo tocaba mis labios.
Lo único que podía hacer era mantener su mirada. Romper el contacto sería tomado como un acto de debilidad así que sonreí, hice caso omiso de lo que estaba experimentando mi cabeza y las emociones que querían salir a flote.
-Va bien -repliqué con la boca seca-. No sé si sorprenderme porque estés al tanto, después de todo eres el diablo.
Sus ojos se iluminaron de manera misteriosa. No tenía pinta de mal tipo viéndolo así, tan risueño y confiado. Pero todos sabíamos de lo que era capaz y eso no mejoró la situación.
-Verás, Daniela, no he estado espiándote si es lo que pensabas. Tuve la sorpresiva visita de alguien particular hace poco que me comentó tu actual situación con ese ángel. No voy a meterme en tus asuntos -dijo rompiendo en una sonrisa infantil - pero me intriga saber lo que esconde ese plan tuyo.
-Solo quiero deshacerme de ella. Ha estado causándole solo problemas. Metiéndose en mis cosas y... Solo deseo su fin.
-¿Es eso cierto? -inquirió moviendo su vaso de lado a lado. Se mostraba curioso, no parecía desconfiar de mí y si lo hacía no se notaba.
Pero tenía la sensación de que solo quería saber. -Es la verdad.
-Sigue siendo extraña para mí la parte del trato, ¿por qué molestarte en esperar? ¿Por qué ayudarla? -escuchandolo de él era todavía más vergonzoso.
-¿Qué clase de demonio sería sin un poco de diversión?
No supe que tanto podía tragarse esa mentira, la verdad era que ni siquiera yo sabía porqué lo hacía, de igual manera sonrió satisfacción.
-Perfecto. Pero solo una cosa más, sobre ella, ten cuidado.
-¿María José? No será rival para mí luego de acabar el trato. No será lo suficientemente poderosa.
-Nunca subestimes a un ángel, Daniela, aunque si lo pienso bien... -mantuvo el vaso a medio camino de la boca, observándome pensativo con una mirada indefinida hasta que negó con la cabeza-. Olvídalo. Ahora, con respecto a tu transformación, ¿estás de verdad preparada?
-Tuve tiempo de sobra para prepararme y sé que estoy lista.
-Me alegro de oír eso.
Lucifer dejó su bebida sobre la barra y caminó con elegancia hasta el centro de la habitación, se paró en el círculo exacto de la alfombra y extendió su mano hacia mí. No fue hasta que me acerqué y la tomé que me di cuenta de que mis alas se habían extendido tras de mí. Lucifer sonrió, mirandolas con fascinación.
-Misteriosas en verdad tus alas, Daniela, imagino que te has preguntado por qué eres el único demonio que las posee -dijo con una dulzura que me causó más nervios de lo necesario. Las alas dieron una sacudida suave poniendo mi ansiedad más al descubierto pero a Lucifer no le importó.
-De tanto en tanto, sí.
-Quizás un día te lo explique, tal vez lo sepas por tu cuenta -ronroñeó poniendo sus ojos en mí-, pero no es de importancia ahora.
Por mucho que quisiera saber la verdad detrás de mis alas, no iba a hacerle la contra al diablo, así que asentí. Lucifer dio un paso atrás y tiró de mi mano con suavidad hasta quedar en el medio del círculo. Me soltó y con un solo vistazo a la alfombra ésta empezó a arder con un fuego azul.
Aunque veía las llamas por todas partes, bailando alrededor de mis pies y alcanzando mis rodillas, no quemaba. Sentía un cálido calor subir y expandirse por mis extremidades como si fuera un líquido espeso pero relajante. Mis huesos comenzaban a cosquillear y mis alas se volvían fuertes y pesadas.
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ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ ᴛᴏᴄᴀʀᴛᴇ [ᴄᴀᴄʜᴇ]
FanfictionMaría José y Daniela no podrían odiarse más, Siendo la primera un ángel y la segunda un demonio, la naturaleza de cada una les hace aborrecerse y vivir en un constante estado de mutua destrucción. Pasaron años desde que no cruzan caminos. Pero un tr...