15. Decisiones Y Planes

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Calle.


Volver a El Palacio después de esos minutos con María José en el hospital fue en cierto modo revitalizante. Me recordé que lo que hacía formaba parte de un plan, el plan que me aseguraría tenerla en mis manos y destruirla. Sabía que acabar con un ángel no era tarea fácil pero tampoco era imposible. Lo único que necesitaba era que se rindiera ante mí. María José tenía que sentirlo, decirme que estaba a mi disposición. Tal y como su hermana cuando fue desterrada. Un demonio la enamoró tan perdidamente que Valentina Garzón perdió todo su poder. La sola idea me hacía querer brincar de emoción. Tendría tanto poder, tanto que nadie jamás se pensaría dos veces el cruzarse en mi camino.

Era desagradable coquetearle a un ángel, incluso tocarla y olerla. Aunque en todo ese denigrante plan existieran sacrificios contra mi propia alma había algo de divertido y excitante ver cómo reaccionaba cuando me acercaba demasiado a su cuerpo. Culpaba a mi naturaleza endemoniada por tener pensamientos tan sucios con un ángel pero eso era todo, era mi propio cuerpo y mente perturbada la que no sacaba el sexo y las malas adicciones de mi cabeza.

Tenía a mi favor que tuviéramos un trato que cumplir y claro que no mancharía mi honor rompiendolo. Una vez hubiera acabado todo, María José estaría a mis pies. Pero ahora mismo tenía otros problemas. Paymon y su gran ejército ya se habían ido en el tiempo en que yo estuve incapacitada pero la oferta, casi orden, de hacerme cargo de tantas legiones seguía en pie.

No obstante no negaba que la idea de ser reina cuando todos los dominios fueran míos me atraía. Desde el primer momento me llamó la atención ser parte de la más alta jerarquía entre los demonios, pero no imaginaba que podría. Ser líder de un solo dominio era una cosa, mi legión estaba bien y la controlaba sin problema alguno, pero la situación era distinta ahora que me sugerían liderar más de diez dominios a la vez. Miles de criaturas, bestias y demonios estarían a mi cargo y no podía negarme. El amo así lo había ordenado.

Ni siquiera parpadeé cuando Juliana se apareció a mi lado en una nube oscura.

-Hermana -dijo dejando caer su peso en la barandilla de hierro, algunos mechones de cabello negro le caían por el rostro y tenía los ojos más brillantes que de costumbre. -Me preguntaba cuando ibas a aparecerte por aquí.

-Si no te conociera diría que mi extrañaste.

-Bueno, no -contestó arrastrando las palabras. -Es que todos aquí se descontrolan cuando no te ven.

-Te he dicho lo que debes hacer en esos casos.

-¿Crees que matar a todo aquel que no se comporte es buena idea? ¡Renacerían odiándome más que antes! Como sea, ¿cómo te ha ido? Te ha quedado impregnado un olor al mundo mortal horrible.

-No es momento para hablar de eso, Juliana -sentencié cortando el tema.

-Hablando de algo que realmente importe, todavía no sé qué haré con la oferta de Paymon.

Recorrí los campos de castigo con la vista, desde aquí arriba todo se veía tan lejano y distinto, pero ellos seguían ahí. Todo el dolor y sufrimiento concentrado en diferentes partes del infierno y yo tenía una de ellas como si fuera un jardín de rosas, para ver y admirar cada vez que se me antojaba. Pero ahora ver la pena ajena no me causaba la misma sensación de antes. Culpé a que la duda por todo lo que había pasado últimamente me nublara los sentidos.

-Sabes que lo único que puedes hacer es aceptar, Daniela.

-Ese es el problema - murmuré viéndola a la cara. - Si acepto y me equivoco una sola vez estaré condenada, serán miles de demonios y almas desterradas a las que gobernar. No es una legión, Velasquez, no es lo mismo que aquí. Son una decena de legiones. Una decena de dominios. Si me niego el amo me destruirá y sabes lo que significa ser destruido.

ᴘʀᴏʜɪʙɪᴅᴏ ᴛᴏᴄᴀʀᴛᴇ [ᴄᴀᴄʜᴇ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora