Capítulo 11

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Dedicado para esta pedeja a la cual amo mucho y se va a quedar un año más conmigo♥ @GKBC1504

¿Sentirme bien?

Sí, en este momento sí me sentía bien pero...me faltaba algo y yo sabía qué era eso o más bien... quién me faltaba.

Hace una semana había dejado el instituto y ahora estaba en Los Ángeles, sintiéndome como yo, Helen me había llevado al salón de belleza el día siguiente a nuestra llegada y me había transformado, me había obligado a poner otra vez unas hermosas extensiones del color de mi cabello y aunque al principio me asusté...me volví a rapar el lado derecho de mi cabeza, ella se había encargado de traerme la ropa que se había salvado en mi casa pero me compró más...en definitiva.

Volví a ser Katie.

No me molestaba, al contrario, me sentía bien pero sentía que aunque no me gustara, Gía ya era parte de mí y eso era algo que ya no podía cambiar.

En este momento estábamos en una heladería con unos deliciosos helados de chocolate a punto de ser devorados, sin embargo Helen preguntó algo que me quitó todas las ganas de comerlo.

-¿Quieres ir a verlo?

-¿A qué te refieres?- pregunté temiendo la respuesta, ella giró sus ojos, se irguió en la silla y puso cara de seriedad.

-Sabes a lo que me refiero, solo fuiste una vez, me parece que es hora de decirle adiós...a los dos.

Mi cuerpo se estremeció ante sus palabras pero me mostré serena.

-No lo sé, ya lo pensaré- ella apretó sus labios en una delgada línea pero no dijo más.

Dejé mi helado entero y salí de allí, mi prima me seguía de cerca pero no se acercó a decirme nada, luego de algunos minutos me senté al lado de una hermosa fuente, ella me observaba de lejos, la ignoré y miré mis zapatos negros, no sé cuánto había pasado pero sentí la presencia de alguien a mi lado y no era Helen.

-Hola preciosa- dijo el tipo que por cierto no era feo pero para nada mi tipo.

No contesté y esto le pareció gracioso al chico.

-¿Por qué tan sola?- ya iba a responderle con algún sarcasmo pero Helen se me adelantó.

-Oh amor perdona por la demora...uh ¿quién es él bebé?- preguntó risueña, traté de no reírme por la cara de vergüenza de aquel tipo.

-Yo amm, perdón, no sabía que eran....es decir, adiós- se fue con la cabeza agachada y rojo como tomate, cuando ya estuvo lejos me reí como desquiciada.

-Venga esos cinco- chocamos nuestras manos y volvimos a reírnos.

¡Simplemente no te me acerques!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora