fanfic, eren x lectora.
meterte entre las sábanas del chico el cuál estabas enamorada en tu adolescencia inmadura, pega diferente cuando ambos son jóvenes y no quieren nada serio ¿será que ésta vez funciona? ¿o los problemas de comunicación e insegu...
La vi entrar al baño y tomar papel higiénico sin tocar la puerta, siempre iba distraída por todos lados. Mí expresión cambió totalmente al ver sus mejillas y nariz rojas, sus ojos estaban llorosos y se volteó para que no la viera ¿Qué había pasado?
Se disculpó y se estaba a punto de ir cuando la tomé del hombro.
— ¿Estas bien? — su mirada se dirigió a la mía, note como de su ojo salía una lágrima.
— No pasó nada, estoy bien — dijo bajando la mirada y limpiandola, pero la volví a detener.
— No estás bien ¿Qué pasó? — pregunté y escuché un pequeño sollozo. Mierda actúe sin pensar claramente no me va a decir nada.
— De verdad Eren, no es para tanto, ya me va a pasar — me dijo.
— Algo te pasó dime —
— Bueno.. —
¿Qué estaba pasando? ¿Será que le pasó algo con sus amigos? Derrepente algo de su academia de danza y esas cosas, o capaz pasó algo desde la llamada afuera del salón con Levi. Ahora que lo pienso fue una estupidez haber hecho eso, pero fue inevitable no sé porque, al menos a ella no le anularon la prueba, o tal vez si...
— ¿Eren? Ni siquiera tu me escuchas — se quejó
Carajo, perdón no es mí culpa.
— No no, si te escucho, sigue — insistí
— Olvídalo de verdad, no tengo porque abrumarte con estas cosas — volteó de nuevo hacia la puerta.
Tomé sus hombros y la giré hacia mí de nuevo para volver a mirarnos y su rostro seguía triste, así que abrí la puerta y la tomé de la mano, ni siquiera lo pensé tanto esta vez.
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— ¿A dónde vamos? — preguntó.
No contesté, no sabía cómo consolar a alguien pero sabía quién podía. Recorrimos el pasillo hasta mí habitación.
La llevé hasta mí cuarto y me senté en mí cama, palmeé a mí lado para que ella también lo hiciera, estaba algo confundida.
— Oye ahora no quiero.. —
— No vamos a hacer nada de eso, solo quiero ayudarte — dije.
Suspiró y se acercó, sentí como se hundía un poco el colchón. Volteé a verla y su mirada estaba cabizbaja, jugaba con sus dedos, estaba aguantando las ganas de llorar.
— ¿Qué pasó? — pregunté, pero no volteó a mirarme — No es necesario que me digas pero al menos dime si no es nada grave — me empecé a poner nervioso.
— No es nada grave — dijo aún con la mirada hacia abajo.
Nos quedamos en silencio unos dos minutos, fueron los más largos de mí vida.