C. 2: "Un café con sal"

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Luz Noceda bajó del taxi a la Union Station de Washintong, D.C, desde donde iba a empezar su viaje en tren. Para la primera etapa de su viaje a la costa oeste del país había reservado un compartimiento de coche en el tren Capitol Limited a Chicago. El viejo y venerable Southwest Chief se haría cargo del segundo tramo, mucho más largo.

Para preparar su viaje, Luz se empapó de la vida, la obra y el ingenio de Hooty. Releyó Los inocentes en el extranjero, el relato de Hooty sobre el viaje de cinco meses en vapor a Europa y Tierra Santa, y lo consideró uno de los libros de viaje más irreverentes y graciosos que había leído en su vida. El viaje de Luz no sería al exterior, pero de muchas maneras, como Hooty recién llegado del Lejano Oeste, se sentía como una peregrina en su propio país, porque, irónicamente, conocía mucho más el resto del mundo que Estados Unidos.

El "Cap", como se conocía al Limited, saldría de Washington a las 4:05 en punto de la tarde, y parecía doce veces antes de llegar con toda puntualidad a la Ciudad de los Vientos - como le decían a Chicago - a la mañana siguiente, a las 9:19. Luz recogió los boletos, dejó sus esquís con el encargado del equipaje -Boscha y ella planeaban un paseo muy chic a las elegantes laderas de Tahoe en Navidad - y admiró la grandiosidad de la Union Station de Washington.

Pronto empezarían a abordar el tren, así que se dirigió a la zona de embarque. Aunque en algunas estaciones ya se había implementado la revisión del equipaje, las personas aún podían llegar en el último momento y subir al tres sin problemas. No había puestos de control o detectores indiscretos, ni preguntas estúpidas acerca de si habría permitido que un extraño introdujera un pequeño artefacto termonuclear en su maleta mientras estaba en el baño. Uno sólo se subía al tren y partía. En el mundo moderno plagado de reglamentos, la sencillez de los trenes era como una bocanada de aire fresco.

Luz se sentó y empezó a observar al resto de pasajeros. La atractiva pareja sentada a su lado se tomó de las manos con nerviosismo. Junto a ellas un sacerdote de edad madura echaba una siesta con los pies apoyados en su bolsa de lona. Frente al clérigo se hallaba una mujer delgada de facciones angulosas. Luz no podía calcularle bien la edad porque tenía un pañuelo largo multicolor enrollado en la cabeza, a modo de turbante. También llevaba puestos unos enormes zuecos, cada uno del tamaño de una pesa de quince kilos. Sobre la silla de al lado había varias cartas de tarot que ella estudiaba con atención. Cuando alguien pasaba a su lado, le clavaba la mirada como diciéndole: "Se todo sobre ti". No dejaba de producirle cierta inquietud. Una vez, estando en las Islas Vírgenes, un anciano le leyó la mano. Le auguró una larga vida, hijos, una amante esposa y un porvenir lleno de promesas. Luz pensaba a menudo en ir a buscar al mentiroso y pedirle que le devolviera su dinero.

Poco más tarde Luz tomó sus maletas y se dirigió al andén. El personal del poderoso Capital Limited había anunciado su nombre por los altavoces.

El aire estaba muy frío, con gruesas nubes que anunciaban nieve o por lo menos aguanieve. En un clima como ése, quienes viajaban en avión debían preocuparse por los retrasos en los vuelos y por el hielo en las alas de las aeronaves, pero las inclemencias del tiempo no tenían importancia alguna para el imponente Cap que se dirigía a Chicago. Luz empezó a reanimarse; el comienzo de un viaje siempre le subía el nivel de adrenalina y ya estaba desesperada por lanzarse a una nueva aventura.

Fue a la parte delantera del tren y echó una ojeada a las dos locomotoras diesel eléctricas. Había leído sobre esos monstruos. Cada una pesaba la enorme cantidad de ciento veinte mil kilos, y operaba con dieciséis cilindros a cuarenta y dos mil caballos de fuerza.

Para el presente viaje la configuración de los coches del Cap, denominada "consistente" en la jerga de los trenes, incluía dos locomotoras, un coche de equipaje, tres vagones ordinarios, dos coches cama, un coche de equipaje, tres vagones ordinarios, dos coches cama, un coche comedor y un coche dormitorio de transición. El coche de transición albergaba a la mayoría del personal de servicio. Tenía puertas arriba y abajo, lo que permitía que los coches de dos pisos tuvieran acceso a los coches de un solo nivel; de allí el término "transición".

LA HISTORIA DE UN CORAZÓN ENGAÑOSO -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora