Cap 10. "Fui paloma por querer ser gavilán"

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En cuanto Roxa y Amity entraron en el coche que alojaba al coro de niños, Roxa sacó una lata de desinfectante y empezó a rociar todo el lugar.

-Muy bien -dijo-, no traten de engañar a la señora Roxa porque ella tiene cinco hijos propios y muchos nietos, y por lo tanto tiene un doctorado en lo que le gusta llamar "el síndrome de los muchachos apestosos", y ese síndrome no está permitido de ningún modo en el tren de la señora Roxa, ¿está claro? -todos los niños asintieron-. Muy bien. He reservado por una hora dos duchas para ustedes, y vamos a aprovechar al máximo ese tiempo, ¿no es cierto? -los muchachos volvieron a asentir-. Tres minutos por persona por ducha, porque el tren hace cosas maravillosas, pero no saca agua del aire. Además, no saldremos de la ducha con las uñas sucias porque va a haber una inspección, no lo duden. Y el Señor se dignará posar los ojos en todos ustedes, jóvenes perfectamente limpios, y los bendecirá en esta Navidad como ninguna otra.

Mientras los muchachos iban a las duchas, Amity le preguntó:

-¿Cómo se convirtió en la guardiana del coro?

-Son buenos chicos, con un gran futuro, aunque también con muchas dificultades por delante, en particular a donde van ahora. Van a triunfar. Me tomaré unas vacaciones de un mes te verano, y esos chicos y yo vamos a salir de gira por los caminos, y daremos espectáculos en varios lugares, y van a ver algunas cosas que los empujarán, desde el fondo de su alma, a querer hacer lo correcto en la vida. Vislumbrarán posibilidades que nunca imaginaron, y la vieja Roxa estará con ellos, llevándolos de la mano, hasta que ya no necesiten a una mujer a su lado.

-Es un proyecto ambicioso-opinó Amity.

-Pero ellos se lo merecen, ¿no cree?

Amity sonrió.

-Creo que sin duda se lo merecen. ¿Está segura de que no es usted un ángel que el cielo envió al Southwest Chief? Parece demasiado buena para ser real, se lo digo con muchísimo respeto.

-Bueno, querida, soy una anciana de sesenta y tres años con pies doloridos, presión alta y principios de diabetes. No me quedan muchos años por delante. Puedo pasar el tiempo quejándome sobre las cosas que no obtuve en esta vida o hacer lo que me gusta y ayudar a la gente al mismo tiempo. He decidido seguir trabajando pese a todo, hasta caerme muerta.

Se detuvieron frente a un asiento y Roxa se puso las manos en las caderas.

-Discúlpeme. ¿Qué pasa aquí?

El joven de unos veinticinco años, estaba reclinado en su asiento completamente desnudo. Por suerte, el lugar contiguo se hallaba desocupado, el coche estaba oscuro y nadie más lo había advertido.

-Oye, enfría tus ánimos-exclamó el joven.

-El que se va a enfriar eres tú, no traes nada puesto.

-Bueno, es que soy de Arizona y en Arizona todos duermen así.

-¡No me digas!- Amity había desviado la vista, pero Roxa se sentó al lado del joven-. Déjame decirte algo, muchacho astuto. No estamos en Arizona, sino en Missouri, y si no te viste de inmediato, vas a bajarte del tren antes de que lleguemos a Kansas City.

El joven rió.

-Ahí te agarré. La Plata fue la última estación y no hay otra hasta Kansas City.

-Así es, no hay otra, ¿verdad?-Roxa lo miró fijo hasta que el joven se dio cuenta de lo que quería decir.

-¡No me van a bajar del tren en medio de la nada! ¡No pueden hacerme eso! -balbuceó.

LA HISTORIA DE UN CORAZÓN ENGAÑOSO -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora