Cap 13. "Hubieron cuentos y hubo historias sobre tragedias y comedias"

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El coche comedor se llenó a la hora del desayuno y Roxa observaba preocupada cómo disminuían las provisiones de la cocina. La noche anterior se acabó la comida en el coche salón y los ánimos comenzaron a caldearse. Había varios bebés a bordo, y cuando se empezó a notar que escaseaban los pañales y la leche, los llantos le pusieron los nervios de punta al resto de los pasajeros.

Bump por fin se decidió a oficiar una misa en el coche salón, a a que asistieron feligreses de todas las creencias. El cura titubeó por momentos; sin embargo, su esfuerzo fue sincero y muchos se acercaron a él después para agradecerle que les hubiera levantado el ánimo e infundido fe.

Cuando no se hallaba consultando con el personal del tren sobre la mejor manera de conversar el combustible y la energía, Belos salía al exterior en medio de la tormenta para revisar personalmente, debajo de los coches, que las cañerías no se hubieran congelado. De vuelta en el tren ya era la hora del almuerzo, y entre café y café, entretuvo a los comensales contándoles interesantes historias sobre el Lejano Oeste. Tanto niños como los adultos lo escucharon con los ojos llenos de asombro.

Hacía buen rato que Edalyn Clawthrone miraba por la ventana del coche comedor. Cuando Roxa le preguntó qué estaba observando, ella le señaló algo apenas perceptible, que obligó a Roxa a entrecerrar los ojos para ver a través de la nieve que caía incesante.

-Hoy es Nochebuena, ¿sabes? -recordó Edalyn.

Roxa asintió.

-Tienes razón, querida.

Poco después Amity entró en el coche y se unió a Edalyn Clawthrone y a Roxa. Ambas observaban por la ventana, y Amity siguió la dirección de sus miradas. Dos personas, con ropas gruesas, luchaban con dificultad por meter en el tren algo envuelto en una lona.

Uno de ellos era ese chiquillo apodado el 'Guardián Dorado' a quién había vencido en el juego de ajedrez en el Cap. Cuando subió al tren, levantando un extremo de la carga, la lona que tapaba el objeto resbaló a un costado y Amity pudo ver que se trataba de un pino. Mientras subía a bordo, la segunda persona se le cayó la capucha y ella se quedó sin aliento: era Luz.

-Toda Navidad merece un árbol de Navidad -explicó ella-. Aunque en realidad todo fue idea de Eda.

Pusieron el árbol en una base improvisada y los niños lo decoraron con todo lo que encontraron en mano, desde joyas de fantasía y muñecos de plástico hasta una larga tira de hilos de oro y plata de una mujer que iba a pasar la Navidad con su familia en Albuquerque. Varios niños hicieron una gran estrella con papel y goma, la pintaron de plateado y la pusieron en la punta del árbol.

Luz estaba sentada con una taza de café en la mano y observaba cómo el árbol dejaba atrás sus humildes orígenes para transformarse en una bella obra.

-Es precioso.

Amity observaba alternativamente el árbol y luego a Luz.

-¿Puedo sentarme?

Luz señaló el asiento vacío a su lado.

-Supuse que ya te habías ido-dijo Amity.

-Bueno, a veces los planes cambian. Decidí no ir. Decidí quedarme aquí. Uno para todos y todos para uno.

Amity se reclinó en su asiento.

-Tengo que admitir que estoy sorprendida. No creí que nada de lo que yo te dijera...-se le apagó la voz.

Luz terminó la frase:

-¿Podría importarme? Mira, Ams, sólo decidí que sería mejor quedarme aquí y ayudar. Antes de llegar a la estación de esquí, si es que lo lograba, sin duda la tormenta habría cesado y para entonces ya habría llegado la caballería al rescate, como en los tiempos del Lejano Oeste –hizo una pausa-. Y si no, bueno, de todas maneras, es mejor estar acá -se miraron por un largo rato, y entonces Luz se levantó en forma abrupta.

LA HISTORIA DE UN CORAZÓN ENGAÑOSO -LUMITY ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora