Capítulo 4 - Eso es acoso.
***
Vuelvo a revisar la mirilla y la imagen no cambia. Contra todo pronóstico, sonrío. Sonrío como nunca lo he hecho. Mucho menos en los días como hoy que parece, hay nubarrones que no me dejan ver más allá del pasado que me encargo de mandar lejos en mi memoria.
Me aclaro la garganta y dejó de sonreír, abro la puerta un poco rápido.
Se estremece y carraspea para luego sonar una voz varonil bastante vergonzosa. —buenas tardes señor, aquí está su orden de pizza.
El tono es tan gracioso que estoy pasando un duro momento para no reirme.
—Yo no pedí pizza— muerdo mi labio y me arrimo al umbral con los brazos cruzados, su mirada se desvía a mis labios y yo sonrío con arrogancia.
causamos cosas en nuestra veci eh, igual no es como si me importa solo me sube el ego
Se aclara la garganta y vuelve a mirarme. —lo siento señor pero alguien tuvo que pedirla y necesito su firma aquí― delante de mi hay una carpeta con una ficha de compra mal hecha.
Leo la ficha porque si quiere que firme esa cosa es por algo, todo es completamente normal excepto por una cosa, finjo cualquier firma y recibo lo que de verdad parece una pizza y me viene bien atiborrarme de comida en este momento.
—Gracias— se da la vuelta para irse por las escaleras, cuando ya casi llega llamo su atención con un “hey”— para la próxima trata de que el bigote no se caiga de un lado. Hasta luego Alejandra.
Se sonroja tanto que parece tomate y sus manos van directo al bigote, me río a carcajadas ¿enserio creyó que no lo notaría?
Cierro la puerta con la pizza en mano, miro la caja serio ¿acabo de... reírme? Cuanto llevaba si reírme así, casi más de un año.
Me adentro a la habitación con un pedazo más grande de lo socialmente aceptable a mi boca pero me da igual.
Miro alrededor y parece una mala jugada del día porque todo luce opaco, sin vida y en silencio. Tan deprimente como me siento yo.
Suelto un suspiro cansino.
...
Dormir esta siendo todo un reto, los recuerdos que me había encargado de olvidar están latentes y no me dan tregua.
Miro el reloj que está en la mesita de noche.
Las 2 de la madrugada me saludan, me levanto sabiendo que no podré dormir, voy por un vaso de agua cuando un olor sutil a panqueques me llega.
¿quien cocina panqueques a las dos de la mañana?
no lo sé pero yo quiero.
Y como si fuera una caricatura que flota con el olor, voy detrás de él y me encuentro en una esquina cerca de la ventana donde hay un pequeño agujero que me paso desapercibido, hasta ahora, se puede ver todo el piso de mi vecina. Para ser un lugar tan caro es un desliz bastante penoso si fuera un psicótico o algo loco podria acosarla desde aquí pero en este momento mi cerebro está abrumado por el olor de los panqueques para adentrarme en esos pensamientos
Es casi la misma estructura de mi piso, solo que a la inversa. Miro un poco más a la derecha pegando mi costado a la pared y puedo ver un mueble de espaldas a mi, frente a un televisor, esta reproduciendo una de esas cosas chinas.
La mueca de desagrado es casi inmediata pero el olor de los panqueques me distrae mucho más así que miro hacia la cocina y ahí está ella me da la espalda mientra se concentra en darle vueltas a los panqueques.
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A mi vecina le gusta el K-pop
Genç KurguDos vecinos, un piso. Una chica que ama media industria coreana. Un chico que desconoce la existencia del contenido coreano. Una chica que sueña con idols Un chico que parece uno. Una chica que esconde algo. Un chico que esconde mucho. Con el...