Capítulo 11: Boca de Lobo.

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La lluvia comenzó a caer mientras Cassandra cabalgaba a Fidella junto a Varian y Ruddiger, iban a la cabeza, seguidos de cerca por los reyes que iban montando a Max, Búho iba más adelante guiándolos. Ella conocía perfectamente a la escoria como Wolfgang, una mescla entre bestia, caza recompensas y "vendría a mi propia madre por unas monedas" Debía tener un carruaje a las afueras, oculto en el bosque con sus secuaces humanos y animales. Esperándolos listo para sacar el mejor trato posible.

- Wolfgang tiene la misma maldición de Catalina. Solo que al ser un hombre de por si alto su transformación es mucho más grande, con una fuerza descomunal. Algunos dirían que es prácticamente invencible cuando se transforma. – Comenzó Cassandra, por suerte la lluvia era bastante débil, así que Búho podía ver perfectamente el humo de la fogata. – Sus ayudantes son humanos y lobos. Y es conocido por tener un pésimo carácter combinado con un sadismo, lo mejor será tratarlo con cuidado si no queremos que dañe a los niños.

- Tranquila. Le clavare mi espada con mucho cuidado en su pecho. – Respondió Eugene decidido a hacer pagar aquel sujeto, le daba igual su fuerza, nadie tocaba a su familia.

- Nada de ataque a menos que ellos inicien. – Lo detuvo la mujer muy seria. – No vamos a pelear, vamos a negociar. Es demasiado peligroso con los niños en terreno enemigo.

Todos le dieron una mirada de incredulidad, se notaba a leguas que Cassandra estaba iracunda y que solo quería a su hija de vuelta y después de lo que le hizo a Nigel pensaban que ella solo quería hacerle algo mucho peor a aquel hombre... Sin embargo, aquellas palabras solo significaban algo: aquel hombre era más de lo que podrían enfrentar incluso todos juntos. Debían ser precavidos.

- Varian. – Cassandra llamo a atención del hombre. – Opal es muy enfermiza en invierno, procura que siempre duerma cerca de algo caliente y siempre le debes contar una historia antes de que se vaya a dormir, le gustan las historias realistas, nada de cosas absurdas como unicornios.

El alquimista abrió los ojos, aquello parecía una despedida. Quiso responder algo, pero Búho lo interrumpió anunciando que estaban por llegar al campamento enemigo.

No hubo una entrada silenciosa. Los 4 llegaron aun sobres sus caballos, desmontaron rápido, Eugene junto a Cassandra estaban en frente con sus espadas desenvainadas y unos pasos más atrás Rapunzel con una ballesta modificada y Varian con algunas de sus esferas en sus manos listas para ser usadas.

- Ya decía yo que se estaban demorando mucho, reyes de Corana... y compañía. – Espeto divertido un hombre mientras se ponía de pie. – Asumo que quieres a sus pobres chiquillos de vuelta con ustedes, así que negociemos de una vez. – Dijo mientras hacía tronar sus dedos y 2 de sus secuaces salían de entre las sombras con los niños en los brazos amenazándolos con una daga en el cuello a cada uno. - ¿Qué me ofrecen? Soy todo oído.

Cassandra comenzó a estudiar el lugar. Aunque toda la atención estaba en ellos, pudo notar un par de ojos brillantes en los arboles de su alrededor, había otros 2 hombres en el lugar escondidos en caso de que su jefe necesitara apoyo, sin contar a los lobos que no podía divisar ocultos entre la vegetación alta, además poco a poco el suelo se ponía fangoso, no había forma de un combate 100% limpio. No había forma de que fuera lo suficientemente rápida y precisa para llegar a los niños antes de que les hicieran daño.

- Que tal tu miserable vida por al de los niños. – Ofreció Eugene lleno de ira al ver a su pequeño retorciéndose en los brazos de aquel hombre desconocido.

- Claro, me podrán matar después de enterrarlos a sus pequeños. – Respondió divertido Wolfgang. – Quiero una propuesta seria o a sus hijos les faltara una oreja. – Amenazo mientras sus hombres subían el arma hasta los oídos de los pequeños.

La hija de CassandraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora