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Una joven dama paseaba por el castillo un poco desanimada, nadie podía consolar aquella pobre alma que buscaba respuestas. Ya en su habitación dispuesta a escribir su siguiente carta, como era costumbre no sabía que poner en aquellas páginas blancas.

¿De qué servían aquellas hojas, si nunca obtenía una respuesta?, cada noche se preguntaba lo mismo, y pensó en aquel momento cuando por fin, logró mantener una diminuta conversación.

《Aquella tarde de verano cuando el otoño se acercaba, Jackson discutía con Namjoon como era costumbre, salió furioso de la oficina. Nadie sabía el motivo de aquellos gritos que parecían no tener idioma pues nadie era capaz de comprender ni hasta el mínimo verbo.

Sowon llevaba muy alegre una bandeja de plata con dimsum, carbonara y una copa con chocolate tibio. Hasta donde recordaba, esos platillos le encantaban a su hermano.

Cada uno caminaba en su propio mundo sin prestar por dónde iban. Chocaron casi al instante, y aquella bandeja cayó sobre la princesa, manchando todo a su paso.

Jackson la miró con indiferencia, suspiró y calmó cada parte de si mismo. Relajando su mirada, sacó de su bolsillo un pañuelo con el que limpió el rostro de Sowon.

Le sonrió cansado y algo nervioso.

-Perdón- Interrumpió, su voz sonaba entre cortada y las ganas de llorar la invadían.

Él miró el desorden en su vestido y el suelo, meditó por unos segundos aquél caos, luego la sujetó del antebrazo  hasta guiarla al jardín principal.

Confundida pero confiada de su hermano se dejo llevar sin pensarlo.

Al momento de llegar, Jackson arrancó de aquel inmenso jardín una flor en específico, una hermosa Dalia blanca con bordes rosados.

-Disculpame a mí Sowon, debo ser más cuidadoso lo próxima. Lamento lo de tu vestido-

Ella sonrió con ternura al tomar las manos de cupido, lo miró conteniendo las lágrimas. Él se soltó con cuidado, levantó la flor y la cómodo en su cabello.

-¿Te quedarás?

-No, debo regresar y cumplir mis tareas- Dio un paso atrás. Su expresión regresó a ser sería e indiferente mientras la sonrisa se desvanecía del rostro de la princesa

El momento se volvió un poco incómodo y doloroso, el viento golpeaba con suavidad en esa tarde de verano cuando las Dalias florecía significando la pronta llegada del otoño.

-Pero...¿Vendrás para festejar nuestros 16 años?, No puedes faltar...Otra vez- Una lágrima recorrió su mejilla izquierda

-No lo se, Tal vez.

Hizo un moviendo con una de sus manos e inmediatamente la flor comenzó a brillar, su simple vestido blanco y sucio, era cambiado por un atuendo de escote bajo, de corpiño estrecho, brazos descubiertos, en forma de A que marcaba su cintura y la cadera de manera sutil.

La voluminosa flor desaparece segundos más tarde del destello, dejando no sólo un lindo conjunto sino su delicado color. Para entonces, Cupido hecho humo desapareció del lugar.

Cerró los ojos y negando con la cabeza regresó al castillo. El viento dio un soplido melodioso que enredó en el cabello de Sowon una pluma de gran tamaño de un raro color negro degradado en azul cielo.

Varias semanas después, el tan esperado primer día del clima otoñal había llegado, asimismo el cumpleaños del trío. Un elegante cupido esperaba ansioso a su hermano mayor, en sus manos un regalo y en su rostro una inmensa sonrisa.

Sowon lo miraba desde adentro muy desanimada, sabía que Jackson no se presentaría como los años anteriores, dio media vuelta dispuesta a marcharse cuando lo escuchó.

-¡JACKSON!- Gritó Xiao tan emocionado que comenzó a llorar. Salió corriendo apenas reconoció a un cupido nervioso a unos cuantos metros. Lo abrazó con fuerza y escondiendo su cabeza en el pecho del mayor, sollozo alegremente.

La princesa suspiró en una sonrisa, mientras su ojos se llenaban de lágrimas salió con desespero e imitando la acción del menor, intensificó el abrazo.

Jackson empezó a tararear la típica canción de cumpleaños sin separarse de sus hermanos y una vez terminada, dijo;

-Seré yo ese alguien que los cuida desde lejos. Seré yo ese alguien que los ama eternamente, y tal vez... Seré ese alguien que alguna vez entregó su propia vida por ver nuevamente esas hermosas sonrisas. Aunque quizás... Fuese la última vez.》

Recordar el pasado la llenaban de melancolía. Tomó aquella pluma que se enredó en su cabello, la lleno de tinta para luego servir una taza de café y comenzó a escribir.

Esta vez, haría algo diferente.

Jackson...

Alguien tocó su puerta con nervios, ella se levanta tranquila del escritorio creyendo Xiao podría necesitar algo. Una criada pálida guardaba impaciente e intranquila.

-Señorita, disculpe las molestias pero los cupidos están cayendo muertos- Lloró desesperada ahogando un grito

-¡¿QUÉ?!-

Salió corriendo de su habitación e inmediatamente busco a Xiao pero no lo encontró por ningún lado, ni siquiera en la torre de astronomía. Angustiada se fue a las puertas principales y extendiendo ambas manos hacia la entrada del castillo, abrió aquellas inmensas rejas de metal sólido de un solo golpe.

La magia se desvaneció de sus manos cuando miró aquélla escena sacada de una película de terror. Varios cupidos yacían en el piso sin vida e incluso algunos soldados rojos. Cada uno de ellos tenía las mismas características, ojos sin color, raíces en el cuello en un tono negro y sin duda alguna la excesiva sangre provenía de la misma tierra en donde comenzaron a brotar rosas de un tamaño muy exagerado.

Liderando aquella masacre enfrente de si misma, estaba la espada de Xiao Zhan clavada en una piedra sin la vaina por ningún lado. Aquella arma ancestral de hoja un poco gruesa pero casi translúcida, dando la impresión de ser liviana como una pluma, aunque en realidad era tan pesada como para que, solamente el dueño pueda empuñarla y lo suficientemente afilada como para cortar cualquier material. La cuchilla exudaba un aire de fuego y un brillo carmesí.

Sin duda alguna el príncipe había estado con ellos. Hecha un mar de lágrimas cae de rodillas en frente de la espada, deseaba tocarla pero le temblaban las manos con tan solo acercarse un poco más.

-No, no, no, no, no- Sujetó con fuerza el mango de la espada. Gritó con todo el dolor que cargaba su corazón, luego se levantó un poco desequilibrada, buscaba entre los cupidos caídos el cuerpo de su hermano y aunque no lo encontró siguió buscándolo.

Namjoon hizo presencia en el tétrico escenario, se fue corriendo hacía donde estaba su desconsolada hija. De repente, un grito, mucho más aterrador que antes, lo heló hasta los huesos. La tomó por los hombros tratando de calmarla, ella solo escondía su rostro en el cuello mientras sollozaba.

La espada comenzó a moverse con desespero, su dueño la llamaba desde algún lugar, una brisa fría golpeó contra sus cuerpos provocando un horrible escalofrío.

En el centro de aquel sitio comenzaron a salir destellos dorados. Hoseok dios del Sol apareció hecho una furia señalo  la espada de Xiao y la empuño. Atrás de él, Yibo apoyaba en su hombro al príncipe mientras esté trataba de retener la sangre que salía por su costado derecho.

Hoseok miró al monarca molesto y con indiferencia.

-Solo lo repetiré una vez Namjoon- Se acercó un poco - ¿Dónde está mi Luna?

El Enigma De CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora