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Cuando salió el sol y comenzaba un nuevo día, Moon creyó que este extraño ser ya había salido de la casa, se sintió aliviada empezó a prepararse como de costumbre. Su serenidad desapareció cuando miró el libro de anatomía en la mesa, esa noche se olvidó de estudiar para el examen. Odiaba dejar todo para última hora, pero nunca creyó que una criatura caería del cielo.

Lista para iniciar la mañana, puso sus cosas en su bolso y salió a buscar algo para comer. Al menos alguna fruta, debido a que siempre se saltaba la primera comida e iniciar con el estómago vacío no era opción.

Lo aprendió por las malas.

A unos pasos de la cocina, notó que Cupido ya estaba allí preparando la comida.

- ¿Qué crees que haces? - Observó la delicia que contenía el plato.

- Ayer fui muy grosero. Por favor acepta mi disculpa. Actué como un... ¿idiota? No tuve modales - Término de limpiar los utensilios.

- No te preocupes - Agarró con cuidado el plato de porcelana que Cupido le había entregado. De hecho, la comida me hizo la boca agua. Observó el reloj y aún le quedaba tiempo.

En silencio se acomodaron en la mesa y en ningún momento hablaron. Al terminar, Moon tomó rápido los platos para evitar que cupido los lavará, ya lo había molestado mucho durante la noche y ahora con la preparación del alimento.

La acompañó a la cocina sin protestar, mientras ella lavaba, Cupido se apoyó sobre el mesón detrás de su espalda, sonriendo al provocarle intencionalmente un escalofrío junto con un aire frío recorriendo su columna vertebral.

Contuvo con éxito su risa al momento que ella se giro para verlo. Una vez acabada la labor, tomó su bolso y se dirigió a la salida, se percató de que Cupido la seguía. Tomó el manojo de la puerta y agregó; - ¿A dónde vas? -

- Debo acompañarte hasta cumplir con mi labor. ¿No te lo había explicado? - Empujó con cuidado la puerta para abrirla.

- Aún proceso tu llegada - Salió sin volver a mirarlo

•°•°•°♧

Sowon deambulaba por los pasillos para despegar la mente deseando que todo fuera un simple sueño, que todo el mal el cual los atormentaba desde niños fuera producto de una insignificante pesadilla. Pero la realidad era otra, era aquella que estaba viviendo.

Un hermano fugitivo que en boca de otros era altamente peligroso, pues su nivel de magia y autocontrol estaban fuera de la línea establecida. ¿Y Xiao?, tenía su futuro ya planeado, ocuparía el lugar de su madre en el cielo nocturno. Por lo tanto, pocas veces le sería posible verle, incluso para el ángel guardián que aunque lo negará, estaba destrozado.

Ella misma era otro cuento, pero uno muy parecido al menor de los Kim. Pronto comenzaría su reinado, hacia un corto tiempo su padre decidió dejar la corona sin motivo aparente. Sólo llegó una tarde para decir la noticia y desde entonces no o había vuelto a ver, andaba como loco buscando a la reina o ¿Rey?.

Suspiró con pesadez.

Estaba por entrar a una habitación la cuál poseía una increíble vista al acantilado, pero se detuvo justo en el momento que escucho voces.

- Estas loco si crees que continuaré con esto - Esa voz, le parecía conocida sin embargo, el recuerdo era vago, muy vago.

- No me hagas reír mi cielo - Río levemente una voz más gruesa - No tienes opción.

- Eres un monstruo -

Al decir aquello un sonido de algo siendo impactado contra la pared la alarmó. Debía correr y pedir ayuda, pero sus piernas no respondían.

- Escúchame bien - Interrumpió la voz gruesa - Si he logrado que el mismísimo primogénito de este reino corriera como un cobarde. No vas a desear saber lo que podría hacer contigo, mientras yo. Kim Dae-hyun tenga en mis manos mi preciada gema, créeme. Desatare el caos y nadie es siquiera un rival  -

Sowon cubrió con ambas manos su boca, sintió en ese momento como su corazón dejaba de latir, las lágrimas amenazaban con salir.

- ¿Señorita Sowon? - Yibo con cuidado dejó reposar su mano sobre el hombro de la chica, provocando un sobresalto por parte de ella. Tenía los ojos vidriosos y la nariz roja.

Cupido hizo señas para que mantuviera el silencio, pero él no le entendía nada. Abrió las puertas de la habitación y como era de esperar, no había nadie.

- ¿Dónde están? - Sollozo

- ¿Quiénes? - La miró aún más confundido - Aquí, nunca hubo alguien.

-Escuche a dos hombres ¡Estoy segura! - Recorrió muy alterada el lugar. Las manos de Yibo apoyadas en sus hombros la detuvo, el ángel se veía muy preocupado.

- Ey, tranquila. ¿Qué escuchaste? - Era un atrevimiento muy grande lo que a continuación haría, pero con tal de ayudarla no importaba. Este no era momento para la relación guardián y futura reina.

Acarició una de sus mejillas, secándole las lágrimas que comenzaban a fluir. Su toque fue suave y cálido. En segundos se juntaron en un necesitado abrazo.

- Mi abuelo...Sigue vivo - Pauso para tomar aire - Habló sobre una gema y desatar el caos, incluso mencionó a Jackson. 

- ¿Interrumpo algo? - Xiao estaba apoyado sobre el marco de la puerta, estaba molesto por la escena que estaba presenciando. Aún así, logró disimular sus celos.

Ambos lentamente se separaron.

- El abuelo no puede estar vivo, es imposible - En su voz se notaba lo irritado que estaba.

Para el ángel no tuvo importancia, lo tomó de la cintura y rozo su nariz con la del menor. Sowon no entendía, ¿Desde cuándo eran así de cercanos?.

- Lamento si los moleste - Xiao se liberó del agarré, dio media vuelta para irse pero Yibo no se la dejó fácil. Volvió a sujetarlo sin descaro, con delicadeza tomó la parte de la barbilla y con una enorme sonrisa le robo un corto beso.

Sin importarle que, sonrió. Le alegraba que al menos uno de los hermanos pudiera ser feliz, sin restricciones, sin nada más que ellos amándose hasta el final.

Por otra parte, Xiao moría de la pena, fue así que trato de cubrir su cara con el pecho del mayor y luego moverla a un lado, hecho un tomate muy rojo sin dignidad ni orgullo.

El Enigma De CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora