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Jackson seguía pensando en lo que sucedió esa mañana, pero ni siquiera pudo encontrar la lógica o una teoría de como ocurrieron las cosas. Hacía años que el destierro se llevó a cabo, pero su mente aún se negaba a procesar lo ocurrido. Cada cierto tiempo visitaba a su madre quién no sabía sobre su expulsión del reino y menos que su esposo había una decisión tan cruel; él era solo un niño de díez años, ¿Cómo podría tener conciencia sobre la malicia que habitaba a su alrededor?.

Su reinado en aquel lugar poseía miles de problemas sin fin, donde las feroces bestias se negaron a tener un líder y que este fuera un niño.

La bienvenida no fue agradable, su preparación fue un infierno y su gobierno será la guerra. Todo el mundo critica a la humanidad siendo ellos el mismo problema.

Era de noche, y eso significa una cosa; volver al lugar dónde algún vez fue su hogar, deseando no encontrarse con su padre y sentirse seguro en los brazos de la débil mujer que le dio la vida. Sus hermanos ya ni recuerdan su apariencia, eran pequeños los segundos cuando lo veían y de un momento a otro, él ya no estaba ahí. No quería lastimarlos. No otra vez.

El aire era frío y lúgubre, algo estaba sucediendo, Jackson sintió el temor de que algo podría estar escondido detrás de las sombras. Rápidamente se convierte en humo, luego sube las escaleras pero aquella cosa parecia perseguirlo.

Pensó que era su conciencia molestando, pero de hecho alguien lo estaba buscando y esa intención sería un serio problema para el joven Rey.

Al llegar hasta el final de las escaleras que conectan su imperio con el Reino cupido, la luna brillaba intensamente, algo que era muy extraño.

Algún inconveniente deben tener los lobos, debe ser eso- Pensó, pero algo olía a gato encerrado y en verdad, lo estaba fastidiando esa sensación.

Esa zona no era conocido por albergar espíritus malignos o energías resentidas. Era incómodo, sin embargo fue obligado a regresar a su forma original y eso lo puso furioso.

Siguió caminando hasta llegar a la gran puerta del palacio y entró con toda la libertad que ya no poseía. Continuó así durante unos minutos hasta llegar a la biblioteca. Tocó de forma educada, esperando el permiso para poder entrar, y así fue.

Adelante- Dijo su madre. Aquella mujer hermosa de cuerpo esbelto y rostro sereno, piel pálida, labios rojos, ojos marrones acompañados de su rizado cabello rubio, esperaba con ansias ver a su bebé, que raramente aparecía por las noches. Creía que el entrenamiento lo mantenía ocupado.

Tan pronto como Jackson entró, comenzó a mirar a su madre de pies a cabeza. Su mirada era tan fría como el hielo, su cabello ya no poseía ese brillo dorado, su piel estaba áspera y gastada, los movimientos eran lentos y cautelosos, su fin. Estaba cerca, pero no quería asimilar la cruda realidad.

Antes de decirle algo, su padre hace presencia en el gran salón. La belleza que poseía, parecía haberse esfumado, las grandes ojeras debajo de sus ojos, piel palida que antes era morena, ojos irritados y rojos. A pesar de su mal estado, seguía teniendo esa expresión de serio, parecía molesto.

Sabía de las visitas nocturnas, por lo que el problema era otro.

- Y-yo venía a darte las buenas noches madre, espero descanses muy bien está noche. Te amo mamá- Le dio un delicado abrazo y un pequeño beso en su frente. La mujer estaba confundida. ¿Por qué se iba tan pronto?

Jackson no quería despedirse demasiado rápido, pero quedarse no era una opción.

Jackson- Su padre lo llamó. Era tarde. El joven heredero hecho humo desapareció en segundos.

El Enigma De CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora