El Enigma De Cupido

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•°•°•°♧Horas Antes♧•°•°•°•

Era una mañana hermosa, un colorido amanecer se asomaba entre las gigantescas montañas donde sus picos siempre estaban cubiertos por nieve, envueltos en misterio y soledad. Cupido pasó toda la noche planeando un evento que para la mayoría de los humanos parecía ser peor que el infierno, y si, el tan esperado evento tenía por nombre Día de San Valentin o 14 de febrero.

Momento único donde miles de seres usarían sus fechas para enamorar, odiar o volver más apasionante las relaciones. Sin importarle la hora, Xiao se preparó y vistiendo un traje cruzado de dos botones con un llamativo color rojo lava acompañado de una camisa blanca, todo hecho a una exacta medida. Acomodó su espada en el cinturón, tomó su aljaba —La aljaba o carcaj es una caja o cilindro de piel, madera y/o tela que usan los arqueros necesaria para transportar las flechas,​ permitiéndoles alcanzarlas con facilidad y rapidez— Luego el arco que acomodó en el centro del aljaba.

Con una inmensa sonrisa, salió en busca de su fiel compañero y único amigo. Pasó por un gran salón que albergaba los retatros de los gobernantes anteriores, aquél lugar le seguía un puente y al final una pequeña entrada para llegar a la torre donde habitaba el Ángel.

Aquel hombre dormía profundamente mientras abrazaba con fuerza la espada. Se tomaba muy en serio la responsabilidad de cuidar al joven cupido por lo tanto eso siempre lo dejaba sin energías al terminar el día.

Yibo balbuceaba cosas sin sentido, mientras que cupido por otro lado, buscaba entre la ropa del mayor algún traje de su agrado y no esa típica armadura que solía llevar todo el tiempo.

El arma cayó provocandole un gran susto a Xiao, llevó su mano al corazón sintiendo como le regresaba el alma cuando miró que Yibo seguía dormido. Volvió a darse la vuelta, revolcaba los cajones buscando algun atuendo formal pero todo eran piezas de armaduras, pero se topo con un pequeño estuche, decidió abrirlo no sin antes dar una mirada al ángel, adentro conservaba algunas hojas rosadas dobladas entre sí.

No quería parecer un chismoso, por lo que, regreso todo a su lugar mientras lo dejaba un poco desordenado.

Cerrando el cajón, dejó escapar un suspiro sofocante mientras se preparaba para irse. Comenzó a sentir algo detrás de él y alguien más grande exhaló por su cuello. Cupido estaba pálido provocando que el miedo se apoderará de su conciencia. Tomando una postura más recta giró un poco la cabeza para mirar la puerta, y salió como alma que llevaba Mark.

Aceleró hasta llegar al balcón. Nadie vino tras él, era extraño, estaba completamente convencido de que alguien venía pisándole los talones. Respiró hondo y sonrió varias veces mientras pensaba en la escena.

Apoyó ambas manos en la barrera de cuarzo, el amanecer ya se estaba desvaneciendo pero ese hermoso color naranja combinado con las nubes blancas permanecía más firme que los soldados.

-¿A-Sean?-. Sowon acomodó una de las puertas que estaba entre abierta, luego miró a su hermano con tranquilidad

Pasó una mano por la espalda del menor y luego soltarlo.

-¿Qué haces aquí?- Volvió a preguntar, ahora mirando hacía abajo

-Acabé de... Levantarme-

-¿Listo para hoy?- Le sonrió

-Cómo todos los años, siempre estoy listo-

Ella asintió antes de salir y dejarlo solo con sus pensamientos, de igual forma, tenía algunos asuntos pendientes con los cupidos de amor.

Los pájaros comenzaron con su concierto de canto matutino, la melodiosa brisa golpeaba entre las ramas de aquellos inmensos árboles frutales, poco a poco, la diversidad de animales comenzaban con tranquilidad aquella mañana.