⚜10⚜

12 4 0
                                    

-Ángel...

-Ángel...

-Ángel...

Repetía una dulce voz a lo lejos.

-Ángel...

-¡¿Quién eres?!- Trató de gritar pero algo dentro de él, lo limitaba. Sentía como apretaron su corazón, dejándolo casi sin aire.

Por donde miraba, todo era negro y cubierto de un raro humo blanco, era lo único que se podía ver, no existía nadie más aparte de si mismo. Tenía miedo de tropezar o caer en algún vacío, hablar le comenzaba a parecer difícil, trataba de emitir hasta el más mínimo sonido pero nada salía de su boca.

El dolor de cabeza era agudo y acompañado de un interminable pitido que le resultaba peor que el mismísimo infierno. Segundos más tarde, una cálida brisa con hojas de maple golpeaban contra su cuerpo. Todas las molestias parecían a ver acabado y hay fue cuando la miró.

Una hermosa mujer trigueña de cabello castaño oscuro, cuerpo bien defino con una mirada vacía y triste, llevaba un vestido blanco con detalles dorados que consistían en una pieza rectangular de lana sujeta en los hombros con broches y ajustada en la cintura. Apareció frente a sus ojos casi dejándolo ciego por el inusual brillo que ella producía.

-Ángel.

Hasta donde sabía, ni su nombre o especie estaban relacionados con un Ángel. Todo era extraño y quería salir pronto de aquella situación que le resultaba un poco tétrica.

Ella aún con la mirada desolada, al bajar se veían las gruesas cadenas hechas de acero que la maltrataban. Se acercó a cupido, apoyó ambas manos en sus mejillas mientras las lágrima brotaban.

-Mi niño...

Estaba confundido, no recordaba aquella mujer y tampoco creía haberla conocido.

-Guía tu camino en la dirección de tus sueños para hacer cosas increíbles, y no dejes que nadie apague tu luz.

Escupió un poco de sangre, manchando el pecho y rostro Jackson, en el corazón una marca de espada de la que brotaba el humo blanco, en la piel comenzaron a aparecer marcas hechas por quemaduras hasta dejar huecos, donde las pequeñas llamas la consumian por los bordes. Al cabo de unos segundos desapareció.

Cupido despertó con un horrible dolor de cabeza, se había dormido con una parte de si, sentado y la otra parte apoyado en la cama de Jin, no había nadie más aparte de ellos y una paloma blanca. Le comenzó a sangrar la nariz.

Tocó la sangre y la miró detalladamente, suspiró al momento de levantarse para salir, pero algo dentro de su corazón le impedía alejarse.

Volvió a hacercarse a la camilla para contemplar la verdadera forma de aquella mujer que le dio no sólo la vida, sino un hombro en donde llorar y alguien en quien confiar hasta el día en que cayó enferma.

Le acomodó un poco el cabello que cubría sus párpados, le tomó la temperatura con el termómetro que estaba en el mesa de al lado. Tenía un poco de fiebre, él no era capacitado para tratar a un enfermo, pero recordando aquellas épocas de gripe decidió buscar un pedazo de tela y sumergirla en agua fría, dobló el paño con cuidado luego de sacarle un poco el agua.

Con las manos temblorosas lo acomodó en la frente de Jin, se alejó un poco para verlo bien,  hizo una reverencia y ahora decidido se dirigió a la salida, asimismo cerró con mucho cuidado aquella escandalosa puerta.

Caminó a paso lento hacía a su habitación, cerrando los ojos unos segundos hasta sentir que chocó con alguien. Ambos cayeron sentados, provocando un escalofrío en su columna.

Con la vista un poco nublaba, el cuerpo comenzó a picarle e irritarle la nariz. Puso una mano sobre su frente tratando de ver con quien se había chocado, pero solo podía pensar en alejarse rápido.

Un chico de piel clara, pecas y cabello de un lindo color rubio miel era el culpable de ese accidente. El muchacho se levantó un poco apenado, ofreciendo su mano a Cupido.

-Disculpe mi torpeza Hyung- Hizo reverencia apenas Jackson ya estaba de pie y apoyando  una mano sobre la pared.

-Félix, ¿Cierto?- Sentía que le faltaba el aire, y su voz ronca lo delataba.

-Si, Hyung- Pausa - ¿Se encuentra bien?-

-Siempre estoy bien, no te preocupes- Chasqueo sus dedos y desapareció luego de verlo fijamente con sus oscuros ojos.

Ya en la habitación, con las pocas fuerzas que le quedaban, cayó rendido sobre la cama. Se quedó dormido al instante, sin importarle su alergia o el sangrado.

El sueño era tan profundo que no sentía las extremidades. Era raro, nunca se caracterizó por ser alguien que duerma en exceso y menos de día.

《Apareció en un prado de amapolas, donde el color rojo era muy llamativo, grandes árboles frutales y un suave viento frío acompañado de un sol radiante. El canto de los pájaros, el zumbido de las abejas, hacían del prado un lugar tranquilo.

Jackson miró por todos lados hasta encontrarse con una bella dama que descansaba en la sombra de un árbol de cerezas. Tenía miedo de acercarse. El relacionarse con chicas jamás fue parte de su rutina.

Fue cuestión de unos cuántos parpadeos para teletransportarse a su lado mientras la sostenía de la mano. No se sorprendió, al contrarío, le relajaba su cálida presencia y el dulce aroma de las flores ocultaban su alergia. Parecía brujería.

Tan solo pensar en ella le parecía parte de un amarre, no era de creer en el amor a primera vista pero sin duda odiaba en ese momento haber sido flechado.

Observó por unos minutos el prado, ella se movió un poco provocando una reacción inmediata de Cupido. Él, con una triste expresión sonrió, pero se percató de algo.

No eran su raro cabello platinado, tampoco sus ojos color miel, ni esos labios carnosos que parecian ser irresistible o esos lindos hoyuelos en su sonrisa. Ella estaba embarazada.

Jackson parpadeó lento mientras miraba el vientre, pero de un momento a otro, todo era sombrío. El prado era un campo de guerra, los grandes árboles frutales eran torres de ataquen, las flores se volvieron cuerpos cubiertos de heridas, el majestuoso sol radiante, ahora oculto entre las nubes grises y las abejas, flechas en llamas.

Aquella bella dama portaba una fina espada con la que trataba de matarlo, sus movimientos eran rápidos y ferozmente cargados de una inmensa ira, había dado luz hace poco pues sus ataques a pensar de todo, no tenían buena puntera y se notaba el dolor en sus expresiones.

Jackson en un descuido de la mujer, le clavo la espada en medio de la cavidad torácica, junto sus dedos índice y medio que apuntaban a la espada, esta comenzó a girar adentro del cuerpo.

Nadie miraba nada, nadie escuchaba los gritos desgarradores pues aquellos guerreros estaban congelados en el tiempo, sacó la espada que cayó en frente de él.

Ella lo miró con la mirada llena de lágrimas, negaba con la cabeza hasta que su cuerpo ya hacía en el campo de batalla. El tiempo volvió a correr. Inmediatamente Jackson reaccionó ante el macabro acto que él mismo había provocado.

Ya arrodillado y asimismo cubierto de sangre. En frente de él, estaba el cadáver de la joven mujer. Podía sentir como su corazón sufría y se partía en miles de pedazos, comenzó a gritar mientras lloraba.

Tomó la espada y se la clavó en el pecho》

Jackson despertó agitado, sudaba en frío y le temblaba todo. A donde dirigía la mirada era turbio, le comenzaba a afectar el mareo. Una mano pasó por su hombro, se asustó tanto que cayó despaldas de la cama.

-¡¡¡Jackson!!!- Exclamó Mark.

Ya en el suelo, Cupido se estiró y mirando fijamente el techo, entre lazo sus manos para luego dejarlas sobre su estómago.

Suspiró cansado. Pero no era un cansancio físico, era mental y psicológico. En ese momento solo deseaba llorar en brazos de Jin.

El Enigma De CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora