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Moon sintió una fría mano posada sobre su hombro, era su madre quién fingía tranquilidad. Su bonita apariencia era una completa hipocresía. Una constante tortura.

-Moon Sang-tae, ¿Qué ocurre?- Miró al árbol y luego a su hija.- Vamos a dentro, te vez pálida- Sonrió acariciando la mejilla de la chica.

Moon incomoda asintió. Sin embargo, apenas la señora le da la espalda, observa a Jackson de forma amenazante mientras recoge su libro y entra a la casa.

-¿Quién se cree ella?- Pensó al bajar del árbol y así mismo comía una de las mandarinas.

Pronto se escuchó una fuerte cachetada provocando el susto de cupido, en consecuencia dejó caer su fruta. Frustrado se acerca a la ventana, no se consideraba chismoso. Pero, ni los grandes dioses golpeaban con tanta brutalidad en el sonido. De cierto modo, le recordó su tiempo de entrenamiento en el sub mundo.

Un escalofrío le recorrió la columna, su día a día se basaba en eso. Atroces castigos disfrazados de lecciones, siempre le recordaban su reinado y como debería actuar acorde al momento. Pero no eran más que una superioridad estricta por parte de su maestra. Sin duda, prefería mil veces que lo mataran a continuar.

Los vidrios estaban cubiertos por cortinas, que le impedían ver el interior. Caminó hacia atrás contemplando más la estructura, en ese momento Moon abrió las ventanas del segundo piso, se acomodó en el grueso marco dejando soltar un suspiro. Su mejilla estaba roja y algo hinchada.

-¡Ey!- Gritó cupido

La chica simplemente lo ignoró y se fue.

En el cielo nocturno comenzaron a pintarse truenos junto con varios relámpagos, dando el inicio de una tormenta.

-¡Déjame entrar!- Volvió a gritar. El simple hecho de poder verlo, escucharlo y tocarlo hacía de ella su elegida, hasta cumplir con la misión requerida- ¡Por favor!. Y con esto, la lluvia se disparó.

Cada cupido que desencia era inconscientemente asignado a un humano, permanecía con este hasta el día en que sus servicios no fueran solicitados. Esa regla fue cambiada hacia un siglo, la nueva norma consistía en flechar desde el cielo. Sin exponer la existencia se la especie.

Desde entonces, nadie había bajado.

Jackson suspiró con pesadez, su poder ahora era limitado, y no obstante la tormenta implicaría gastar de la reserva pero hacerlo no era una opción, miró una escalera a un lado de la casa, la lluvia pronto hizo presencia. Agarró firmemente la madera para luego acomodarla sobre el ventanal.

Comenzó a subir despacio apesar de que las gotas de agua caía sobre él de forma rápida y constante. Una vez arriba, todo mojado, con sueño y frío logró ponerse de cuclillas sobre la madera del marco.

Moon medio dormida observó una figura rara colándose por su ventana, el pánico se apoderó de ella que sin pensarlo tiró una de sus almohadas hacia la inusual criatura, logrando que esta cayera de espaldas al mismo tiempo que un rayo iluminaba la escena.

-Te odio, bruja. Habló en un tono ronco y débil debido a la falta de aire.

Ya en el suelo, Jackson no podía sentirse más miserable y patético que en ese momento. Exhaló cansado, su cuerpo dolía y los pensamientos le aterraban la mente.

Si había llegado a este punto fue por algo, pero ni siquiera pensó cuando decidió lanzarse al vacío de la tierra. Fue un simple impulso que ya comenzaba a dar sus consecuencias, amargos frutos podridos que terminarían en algo muy grave muy pronto, por ahora, se limitaría a sollozar como un niño al cubrir sus ojos con el brazo izquierdo.

Le resto importancia al clima, y así como cayó sobre el pasto, así decidió dormirse. Frunció el ceño al no sentir más el agua sobre su cara, lentamente retiró la extremidad y abrió sus ojos, logró divisar una sombrilla sobre él. A un lado, Moon temblaba del frío.

Estiró la mano y una vez de pie, se miraron directamente con un incómodo silencio de por medio. Sin más, lo tomó del antebrazo con delicadeza hasta conducirlo al interior de la casa, finalmente a su habitación.

-Idiota- Murmuró lanzando una toalla a la cara del contrario, después de cerrar con seguro la ventana.

Frotó la tela contra su cabello mientras temblaba por la humedad que poco a poco se convertía en frío aunque no existirá ninguna ráfaga de aire. Moon salió y a los pocos minutos llegó con una taza de café recién hecho.

Jackson la tomó con ambas manos junto con la toalla de por medio para no quemarse.

-Gracias- Dijo sin verla, antes de sentarse en la silla del escritorio. Ella sólo mantuvo el silencio apoyando la espalda sobre la pared. -Seguro tienes curiosidad sobre mi, adelante. Pregunta.

-No me interesa tu vida, ni lo que hagas con ella o cuales sean tus planes conmigo. Simplemente diré que no tengo un enamorado del cual me puedas separar- Observó la llovizna a través del cristal -Cuando calme la lluvia te irás.

Cupido mantuvo el silencio, meditó por unos segundos y dijo; -No estoy aquí por ti. Dio un largo sorbo al café.

-¿Entonces?- Cuestionó frunciendo el ceño.

-En resumen...-Pensó- Simplemente me caí.

-Pero tienes alas- Lo miró con molestia -¿Te costaba mucho volar?.

Admitir que jamás aprendió a volar le aseguraba una tremenda burlada de la chica. Ahora que lo recordaba, partes de cristal se incrustaron en sus alas al saltar. Pensar en aquello, activo el dolor en su espalda.

De un chasquido rompió el hechizo que eliminaba sus alas, pues al jamás aprender a usarlas eran un completo estorbo. Al momento de estirarlas pedazos de vidrios cayeron a la alfombra junto con algunas pequeñas gotas de sangre.

Jackson sonrió con sarcasmo en su mirada. -¿Contenta?-. Agregó dejando la taza sobre la mesa.

Moon imitó su expresión para después cambiarla una completamente seria. Una amargura y odio en todo su esplandor.

Salió de la habitación por el botiquín que se guardaba en el baño, el cual casi siempre estaba abandonado y sin ningún uso desde hace años. Sin embargo, le hacían su mantenimiento en caso de emergencia.

Al regresar no se dirigieron la palabra mientras la chica retiraba los vidrios, limpiaba la sangre y cubría las heridas con vendajes.

-Listo- Murmuró apenas terminó.

La lluvia comenzó a parar, dejando un helado aire y un aroma a tierra mojada. Cupido se levantó con un sentimiento extraño, deseaba volver, pero era algo más que eso.

Retiro el seguro y acto seguido abrió las ventanas, miró con cautela aquel astro que dominaba en el cielo. Le recordaba a su madre.

Respiró lentamente al bajando la mirada. Moon apoyó su mano en el hombro del contrario, sacándolo de sus pensamientos.

-Puedes quedarte esta noche, mañana puedes regresar- Su voz era dulce, tranquila y un tanto apagada, tal vez sea por la lástima que reflejaban sus ojos.

-Sabes, en lugar de usar la escalera. Hubiera usado mi poder, transformarme en niebla y entrar fácilmente.

-Aun así, te hubiera golpeado por pervertido- Jackson aún no lograba entender como alguien podía cambiar completamente su expresión corporal tan rápido, por una parte le daba miedo, por otra. Curiosidad.

Pero la curiosidad, tarde o temprano mataría al gato. Y cupido, era ingenuo e inocente, convirtiéndolo en una presa fácil.

-Duerme en la sala, procura no hacer ruido ni hacerle creer a mamá que la casa esta embrujada. Podrán no verte, ni tocarte o escucharte, eso no quiere decir que pasarás desapercibido.

Él simplemente asiente, sin despegar la vista de aquella hermosa luna radiante.

El Enigma De CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora