Capítulo 9.

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Flashback

La situación le era de no creer. Su hermana Alexandra había dedicado toda su vida a esa empresa, podría decir que fue por pedido de su padre que la instruyó en aquello, pero la verdad era que ella amaba lo que hacía. Parecía haber nacido para hacerlo. 
Pero por desgracia, tal como su madre, decaía en salud muy seguido. Fue en una de esas veces que su cuerpo se saturó y no pudo volver a ponerse de pie. 

Volkov viajó desde Rusia para estar con ella, pero luego de tan sólo un par de meses ella falleció. 

Sus manos temblaban de la impotencia, aunque sabía que las cosas no tenían relación alguna, sentía la culpa de haber estado viviendo tan feliz por su cuenta todos esos años mientras la salud de su hermana se deterioraba. 

Su mente desbordaba de pensamientos negativos, había un gran peso dentro suyo. Un revoltijo de pesares, se sentía al límite pero no se había permitido derramar ni una sola lágrima. 
Tal vez era algo tonto, pero no se sintió en el derecho de hacerlo. 

Se encontraba sentado en una banca de la plaza que se hayaba cerca del cementerio, sus ojos fijos en sus manos temblorosas y a punto de sucumbir en la desesperación. 

Fue entonces que sintió el suave tacto de una mano posarse sobre las propias y detener su temblor. 

La vista de Víktor observó aquellos dedos que eran pequeños a comparación de los suyos y se concentró en la calidez y seguridad que le transmitieron.

— M-mamá decía… que tenemos que cuidarnos, porque somos lo que queda de los que se van… — la voz de aquel desconocido se escuchó sumamente afligida y dolida, al contrario de lo que estaba diciendo — y… q-que debemos ser fuertes…p-por ellos — 

Víktor levantó de a poco su mirada hasta el rostro de aquella persona, encontrándose luego con los ojos más tristes que había visto en su vida. 
En el rostro de un Horacio de casi 18 años, las gotas saladas caían con insistencia y esos ojos bicolores brillaban por las lágrimas aunque estaban rojos de tanto llanto. 

Aún así, el menor esbozó una sonrisa lastimosa para el contrario. Luego se levantó de la banca y se fue caminando hasta donde otro chico lo estaba esperando para irse juntos. 

El ruso se quedó algo atónito, dado que aquella última sonrisa había sido incluso desalentadora, pero que aquella persona se la haya dedicado entre tanta mierda que parecía estar viviendo, le fue como una caricia a su roto corazón. Y esa mirada, eso era otra cosa, jamás había visto un par de ojos que lo cautivaran tanto. 

— Víktor — Greco le llamó, llegando a su lado — Aquí estabas, te busqué por todos lados… ¿Vik? — 

Su amigo se sorprendió al ver una lágrima deslizarse por la mejilla ajena, aunque no dijo nada al respecto. 

— Greco — Víktor llevó una mano a borrar el rastro de esa gota y dirigió una mirada a su amigo — Tengo hambre —

— Normal, si llevas tres días sin comer nada — Greco lo miró con una pequeña sonrisa — Venga, vamos a comer algo — 

— Vale — el ruso se incorporó de la banca con pesadez y pasó un brazo por encima de los hombros de su amigo — Lo siento, Greco, voy a usarte de soporte por un tiempo — 

— Sin problema, hombre, para eso estoy — 

Volkov respiró hondo y dejó el aire salir con lentitud. No sabía quién era ese muchacho, pero agradecía habérselo cruzado. 

Siguió yendo al cementerio seguido y solía pasearse por la plaza buscándolo y tal vez con la intención de agradecerle, pero no lo volvió a ver.
El tiempo pasó y tras los años y pensamientos, incluso llegó a pensar que ese encuentro había sido tal vez sólo un sueño suyo. 

•Marriage• [°Volkacio°]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora