Una lacra más.

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No era el chico más listo del salón, era el chico problema, no me gustaba leer, no me gustaban los cálculos, ni en educación física.
No hacía nada bueno por la vida, me dediqué ala callé, la mala junta.
Me metí en las barras bravas, solo era un simio más, gritando y siguiendo a una manada sin cerebro.
No sabía qué quería ser, no me veía un futuro, solo disfrutaba de salir, drogarme, embriagarme y nada más.
Hasta que conocí otro de mis grandes vicios:
La mujer, con sus contorneadas caderas, las cuales eran iguales a inhalar un poco de coca.
Los besos te elevaban como la nicotina del cigarrillo.
Las tetas te dejan extasiado como un poco de hierba.
Y el culo, el bendito culo, era la mejor parte de todo, besarlas lentamente y colocar tu pene dentro de ella, era como el Lsd, algo inigualable, un nirvana.
Baje de peso considerablemente, lo suficiente como para que las mujeres se fijen en mí.
Poco después conocí a una chica, tuvimos una relación buena se podía decir, no me quejo.
Pero gracias a ella, me ilumino, ella no lo sabe. Me enseñó el mundo de la lectura, algo maravilloso, me enseñó al gran Bukowski y desde ese día, no hay un día que no deje de escribir.
Hay un sueño de por medio, debo de cumplirlo, no quiero llegar a viejo y no ser ni la mitad de lo que sueño ser.

Relatos de un joven indecente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora