Entro a la oficina con miedo. Ya estaba cabreada con él esta mañana, así que ahora es mi fin.
Lo que vi cuando llegué me tranquilizó. Paloma se sienta junto al Sr. D'Alessandro que esta leyendo algunos documentos. Cuando Paloma me ve, me sonríe.
"Lali", dice y me acerco a ella lentamente. Me mira y veo que está nervioso. Paloma corrió hacia mí y me abrazó.
"Hola Lali", sonríe.
"Hola Paloma" digo.
"Vuelve al trabajo", me dice el Sr. D'Alessandro y luego se vuelve hacia Paloma. "Paloma, quédate con Lali. Tengo una reunión pronto".
Asiento y llevo a Paloma a mi oficina.
"¿Tienes hambre?" Le pregunto y ella asiente. "¿Qué quieres?"
"Fresas", grita.
"Está bien" le sonrío.
Llamo al cocinero del señor D'Alessandro y le pido que le lleve fresas, chocolate y nata montada a Paloma.
Mientras esperamos la comida, enciendo una caricatura en mi computadora.
Llegan sus fresas y le doy de comer mientras ve la película. Después de una hora Paloma ya está cansada. Apago la película y ella se queda dormida sobre mí.
No sé por qué, pero me siento realmente conectada con ella.
No sé exactamente cuándo pasó esto pero siento que el cansancio se apodera de mí y me quedo dormida junto a Paloma.
Mas tarde
Siento que alguien me toca el hombro y abro los ojos. Veo al Sr. D'Alessandro parado muy cerca de mí. Creo que es un sueño hasta que dice mi nombre.
"Lo siento, no me di cuenta de que me quedé dormida" digo.
Solo sonríe y luego mira a Paloma. Miro el reloj y veo que ya son las siete de la tarde. Dormí dos horas mientras trabajaba.
El señor D'Alessandro recoge a Paloma que aún duerme y yo me levanto, me estiro y lo sigo.
Sostengo su teléfono celular y el bolso de Paloma y los sigo. Entramos juntos en el ascensor y bajamos las escaleras.
"Ella te ama", dice y sonrío.
"Es una nena encantadora", le digo.
El señor D'Alessandro mete a Paloma en su coche y ya la echo de menos. Se vuelve hacia mí y me temo que me va a gritar.
"Lali, no me gusta el hecho de que estés coqueteando con mis empleados", dice.
Estoy ofendida. Lo dice como si fuera una puta.
"Señor, no soy ..." Ni siquiera me escucha y se sube a su coche.
"Buenas noches" digo cínicamente.
Incluso si estoy coqueteando, ¿quién me va a decir algo al respecto? Tiene sentido que se enoje conmigo por llegar tarde pero no por hablar con el único amigo que tengo en este trabajo.
Me miro a los ojos y voy a recoger mis cosas para irme a casa.

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Su Salvación
RomansaVictorio D'Alessandro, 34, es un empresario que aún llora a su esposa que falleció hace un año en un grave accidente. Lo convirtió en un hombre frío y duro para la gente, pero es cálido y cariñoso con su hija Paloma de cinco años. Su vida da un vuel...