Residencia Matsuno

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2º C.

El sonido de la carne friéndose y el olor de la comida cocinándose inundaban la cocina del joven Chifuyu.

Ya estaba casi todo hecho, la carne anteriormente sazonada y troceada junto con las verduras estaba a punto de estar lista para comer, la bebida ya estaba servida en el vaso y los fideos ya estaban a punto de ser sacados de la olla en donde estaban preparándose.

Solo faltaba un detalle; la sal. Buscó por los cajones después de haber buscado en donde solía estar, pero aún así no encontró el dichoso botecito.

Chifuyu pensó en qué podía hacer; la pimienta no podría saber mal con peyoung yakisoba, ¿o sí?

Descartó esa idea y pensó en otras posibilidades. ¿Ir a comprar? Por favor, era sólo sal y pasaba de encontrarse con los chicos de barrio mientras que él iba vestido con chanclas, camiseta del pijama y pantalones de deporte.

Al final descubrió que sólo le quedaba una opción, por muy vergonzosa que pareciera: pedir a los vecinos. Llamó a la puerta que se situaba enfrente de su casa, pero nadie respondió.

—Me cago en sus muertos...

No tuvo otra opción que subir perezosamente las escaleras y llamar al timbre de otra puerta: 3ºC.

Volvió a llamar, pasaba tres pueblos de tener que buscar a otro vecino.

—Joder, ¡que ya voy!— Se oyó al otro lado.

Al abrirse la puerta vió a un chico de su edad pero más alto, con el pelo negro y largo, colmillos afilados, camiseta medio mojada y con ropa deportiva, se estaba secando con una toalla. Parecía que se había dado una ducha.

—Hola bombón, ¿qué quieres? ¿Eres de los scouts y me quieres vender galletitas?

—No gilipollas, necesito sal.

De repente, un gatito de pelaje negro apareció en escena, restregando todo su cuerpo por las piernas del rubio.

—¡Oye Calcetines! Perdón, es mi michi. Es raro, no suelen gustarle los extraños...

—Hola pequeño, ¿quieres mimitos?— Pregunto Chifuyu acariciando al animal.

—Bueno, pasa y te busco la sal. No sé quién te quiere más, si Calcetines o yo—. Dijo el más alto guiñándole un ojo.

—Date prisa que se me pasa la carne.

—¿Qué estás cocinando?

—Peyoung Yakisoba, ¿por?

—Oh~, ¡eso me gusta! Voy contigo.

—¿Qué? No, ni de coña.

—Te estoy dejando acariciar a mi michi.

—... Está bien.

Los dos salieron del apartamento. Chifuyu con Calcetines en sus brazos y Baji con el bote de sal y con la llave para cerrar su apartamento.

Bajaron las escaleras y entraron en el piso del menor en estatura.

—¡Peyoung Yakisoba! ¡Peyoung Yakisoba!

—Que sí, pásame la sal y te sirvo un tazón.

Ya con todo servido, se sentaron en el sofá de la sala y comieron esa comida que tanto les chifla a los dos.

—Dime, cariño, ¿quieres venirte mañana a ver una peli al cine? Tú eliges cual.

—¿Por qué tanto interés?

—No sé, eres diferente a los demás. Por cierto, soy Baji Keisuke y voy a tu clase de al lado—. Respondió sonriendo.

—Ya bueno, em, ¿a qué hora decías que era la película?

—7:30 , te espero abajo en el portal. Iremos en moto, prepárate, monada.

—Sí.

Después de unos cuantos halagos y de terminar de comer el peyoung yakisoba, Baji se fue a su casa con Calcetines.

—¡Adiós! Y recuerda, mañana a las 7:30 de la tarde en el portal~.

—Idiota—. Murmuró Chifuyu mientras estampaba su cara en un cojín intentando quitar el rubor de sus mejillas.


Admiro mi capacidad para tener ideas de la nada xd. Bueno, la próxima actualización creo que será de la Residencia Sano, aunque no sé muy bien cómo va a estar centrada.

Sin nada más que decir,
Adiós 💖.

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