Residencia Matsuno 1.2

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—Joder...

Una palabra lasciva salió de la boca del ojiazul al notar como nada más llegar a su apartamento atacó su nuca besándola.

En esos momentos Baji se convirtió en un ser impulsivo, guiado por sus instintos carnales.

—Oye, espérate un poco a que entremos a casa, ¿no?

—Es mejor así, más adrenalina.

Chifuyu contraatacó uniendo sus labios y manoseando por encima de la ropa al contrario, mientras empujaba la puerta de su piso para que pudieran pasar, lo último que quería que les pasase era que les viera un vecino, como el amigo rubio y bajito de Baji.

Con dificultad consiguió dar 2 pasos, pero el pelinegro para llegar a la cama, o cualquier sitio que sea cómodo para mojar el churro, le cogió como un koala, las piernas de Chifuyu rodeando su cintura mientras que eran sujetadas por los brazos de Baji.

En el pequeño trayecto se intercambiaron besos húmedos, chupones, mordidas en el cuello y miradas que no podían indicar nada más que sexo.

Al llegar Baji tiró a Chifuyu a la cama, para después meter sus manos por debajo de la ropa del rubio, dándole un escalofrío. El pelinegro dirigió su mirada a la camiseta, seguido se la quitó junto con las demás prendas, dejando al descubierto un punto débil del rubio. Antes de seguir haciendo acciones no propias de un santo, volvió a besar a Chufuyu con pasión, recorriendo su cavidad bucal con su lengua, para luego bajar a su cuello dejando más chupones y besos de los que ya tenía. Al terminar con el cuello, pasó a la parte superior del pecho, siguiendo por los pezones.

Aunque Chifuyu esperaba que Baji pusiera atención a sus pezones no pudo evitar soltar un gemido diferente a los demás, siendo más fuerte y profundo.

El ojidorado al escuchar ese sonido se animó más a acariciar a uno con su mano, y con el otro besarlo y chuparlo, intensificando el ambiente caliente que ambas personas tenían en ese momento. Chifuyu sentía que se iba a venir en cualquier momento, sintiendo vibraciones en su miembro mientras que su vista se nublaba notoriamente.

Con cada gemido del rubio el bulto del mayor crecía y se paraba cada vez más, doliendo.

Baji al ver las acciones de su pareja, determinó que estaba cerca de su orgasmo, y paró. Bajó su mirada hacia la entrepierna del ojiazul, sonrojándolo. Aún así, se contuvo y decidió torturar un poco al menor. Empezó dando besos, lamidas y mordidas por la parte inferior de su muslo subiendo hasta su miembro, en donde en vez de besar, masturbó el miembro del rubio con su mano.

El aire que se respiraba era tenso y pasional.
Los gemidos y jadeos de ambos acompañaban el ambiente y los cuerpos de ambos no paraban de moverse, siendo marcados por ambos. Ellos dos juntos eran como una sinfonía de música, tenían que estar al compás de sus cuerpos mientras que se intentaban concentrar en amarse, darse amor y demostrarlo, aunque era algo automático para ambos. Su relación no sería monótona, nunca. Baji era alguien alocado y Chifuyu tenía que controlarlo, dejándose llevar también.

El atardecer y la locura eran sus invitados principales a apreciar el baile que estaban estrenando ambos con sus cuerpos y almas.

Baji notó cómo Chifuyu se iba a venir, y al final se vino en su mano. Ver la cara de su pareja mientras tenía su orgasmo era algo muy excitante para él, su expresión facial no tenía precio.

Chifuyu notó como la desventaja no le favorecía, y quitó con desesperación los ropajes del otro, anteponiéndose ante cualquier movimiento.

Antes de que Baji hiciera movimiento alguno Chifuyu se acercó al miembro de Baji y se lo metió en la boca empezando por la glande, una parte un tanto sensible para el ojidorado, besando, chupando y lamiendo. Luego se lo metió entero, succionando y dándose autoembestidas, moviendo la cabeza arriba y abajo, haciendo que la punta toque el fondo de su boca. El pelinegro agarró el peló a su pareja y profundizó las embestidas a la boca, mientras que gemía y sacaba suspiros.

Unos minutos después Baji se vino dentro de la boca del menor.

—Argh... perdón—. Se intentó disculpar .

—Da igual, sigamos—. Respondió el rubio.

El mayor puso dos dedos enfrente de Chifuyu, marcando una indirecta.

Chifuyu captó la orden y comenzó a chupar los dedos hasta que Baji los sacó de su boca y abrió las piernas de Chifuyu, no sin antes ponerse condón, seguridad ante todo.

—Antes de nada, ¿estás seguro, Chifuyu?

—Por el amor de Dios, sí que quiero, ¿qué sería eso de calentar la comida y no comérsela?

Dicho esto Baji introdujo un dedo, para meterlo y sacarlo lentamente repetidas veces. Chifuyu se retorció un poco al tacto, nunca se había sentido así. Poco tiempo después el mayor introdujo el segundo dedo haciendo tijeras y moviéndolos rápidamente esta vez.

Poco tiempo después Baji colocó su miembro en la entrada del ojiazul, antes de entrar frotó un poco la punta de su polla con la entrada de Chfiuyu y poco a poco fue entrando en él. Esperó hasta que el rubio se acomodara, los interiores del rubio apretaban su miembro, realmente debía de doler tener a tremenda cosa dentro.

Chifuyu sentía que su interior ardía del dolor, pero poco a poco se fue acostumbrando, disminuyendo considerablemente. Agradecía que Baji no se hubiese movido hasta que se acostumbrase.

El pelinegro al ver que el menor movió sus caderas levemente empezó a embestir lentamente al contrario, creando gemidos de dolor y placer. La pelvis de Baji se movía dentro de Chifuyu, golpeando su erección con el interior del otro y profundizando las estocadas. Para intentar distraer al contrario del dolor, Baji volvió a besarlo y masajearlo.

El mayor con el tiempo aumentó el ritmo de las embestidas, mientras que el dolor de Chifuyu se esfumó. Los gemidos de ambos retumbaban por toda la habitación y la cama rechinaba gracias al movimiento. El menor apretaba las sábanas, para luego llevar una mano al pelo de Baji apretándolo. Al ver como el ojidorado se acercaba a él para posar besos sobre su cara, le abrazó y se agarró a su espalda, dejando leves arañazos.

Con cada embestida y golpe a su próstata Chifuyu sentía que ascendía al cielo. Aún no se podía creer que tenía a tremendo dios griego (o nórdico) follándole y haciéndole gemir. Baji besaba su cuello y de vez en cuando mordía, dejando marca. Creía que no podía gemir y sentir más placer de lo que ya sentía, pero un golpe le hizo exaltarse.

El pelinegro se dio cuenta y embistió brutalmente al chico, llegando a dar a ese punto especial. Realmente ambos estaban hechos unos desastres húmedos.

Minutos después ambos llegaron al orgasmo. Terminaron esa velada abrazados mientras dormían plácidamente en la cama.

¡Hola!

Me ha costado muchísimo hacer este capítulo porque el smut se me da de pena. (u_u)

Y actualizo hoy porque dos autor@s han publicado capítulos bajifuyu que me han encantado, además smut(><).

Sin nada más que decir, ¡adiós!

Vecindario - Tokyo Revengers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora