I PREFACIO

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«La libertad está en ser dueños de la propia vida

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«La libertad está en ser dueños de la propia vida.»
Platón

No había estado allí, no había nacido aún; sin embargo parezco ser la única persona que conoce la verdadera historia de esta tierra que, entre los dedos descalzos de mis pies, no se siente a libertad, y a cada hora del día, huele a muerte.

No sé si me hubiese gustado haber estado allí; tal vez hubiese sido la única que hubiese hecho algo al respecto, tal vez no. Tal vez no fuese yo misma en ese entonces.

Pero se siente hueco sentir rencor por algo que no conociste, que no viviste. Y solo me han dicho que está bien, que ya pasaron cuatro generaciones desde entonces, y que debemos estar agradecidos, porque de no ser por ellos, quizá, no hubiésemos existido.

¿A caso soy una mal agradecida si no agradezco mi existencia a ninguno de ellos, o a su causa? Más bien me la debo a mí misma y a mi pequeña familia, que no se rinde; y es lo único que vale la pena de esta dura existencia.

Cuando ellos, Los Poderosos, tuvieron la idea de su planta petroquímica, y por primera vez encontraron utilidad a la clase paupérrima, como si fuesen piezas abandonadas en un bote de reciclaje. Nos aislaron a todos aquí, sin casas, ni tiendas, o educación; tan siquiera se preocuparon por ponerle un nombre a este pedazo de tierra, que aún permanece huérfano. Donde único no existía la democracia, ni el sistema educativo o los derechos civiles, y yo sí conocía de esos, no gracias a ellos. ¿A ellos deberé mi existencia?

A quienes me privaron de elegir si quería o no trabajar en su maldita fábrica de muerte, o en los campos durante mi niñez.

A quienes nos exiliaron en medio de la nada, para ser los esclavos de su prototipo químico.

¿A ellos deberé mi existencia? No, gracias.

«Insolente, mal educada». Bueno, ¿qué crees, soldado de verde fecal? Gracias a tí y a tu gente, no tengo educación académica, ni parental, porque están todo el día trabajando por su maldita "causa", y eso, en realidad me pone de mal humor.

Me hace sentir pequeña, encerrada, enferma. Como si la tierra en donde vivo, en serio matara.

No se puede no hacer nada al respecto por siempre. Quizá a ellos no les importó, pero a mí si me importa, y me niego a aceptar que ese es mi futuro, que es todo lo que me espera, a mí, a mis amigos y a nuestros futuros hijos. No quiero heredar un lago contaminado, una tierra infértil y esclavitud de por vida. Y mi negación, era todo lo que tenía para mantenerme positiva.

  

  

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𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫 & 𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫: 𝙻𝚊 𝙲𝚒𝚞𝚍𝚊𝚍 𝙷𝚞é𝚛𝚏𝚊𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora