I CAPÍTULO IX: WINTER Y WINTER

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Si un día encuentras un par de ojos iguales a los tuyos, que no son tuyos; no te detengas, solo huye

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Si un día encuentras un par de ojos iguales a los tuyos, que no son tuyos; no te detengas, solo huye.

Habían pasado días desde nuestro paso en el Lago Negro. Me sentía decepcionada porque no había logrado llamar la atención de los militares. ¿Era suficiente para que supieran que no se debían acercar más a nosotros? Pero, ¿cómo sabríamos eso si ellos  no intentan comprendernos?

¿Tan difícil se le hacía al ser humano ponerse en los zapatos de otro? Tan solo imaginarse ser un sobreviviente en un pueblo esclavo; o por lo menos, que una de esas mujeres podría ser tú madre, si así te gustaría que la traten; a tú hermano, padre o hijo. Solo pensando que éramos un grupo de carne sin alma, ni corazón alguno que latiera, o extremidades que dolieran. Como si en verdad, siquiera les importara.

Debía pensar en algo que nos moviera ante los ojos de Los Poderosos y sus Protegidos. Sentía que nuestro "muestro y escondo" no nos llevaría a ningún lado, tal vez por más de una razón que aún no tenía clara.

Tenía que tomar una seria decisión. Para una causa seria, debía tomar decisiones serias, que valieran nuestro esfuerzo. Sabía que esta clase de cosas no se obtenían con súplicas y té por la tarde de un domingo. Nuestros -hasta ahora- atractivos intentos de llamar su atención habían fallado ceveramente. Pero esto, tenía que pasar a un siguiente nivel.

Por alguna razón siempre me inspiraba en la gran ciudad; me llegaban ideas para llamar su atención estar entre ellos. Así que fue una decisión muy fácil de tomar el dirigirme a la ciudad después del trabajo, y encontrar ese no sé qué  que nos estaba haciendo falta.

Era día  cuando fui a la gran ciudad, y mis planes no estaban en escabullirme en la fortaleza como lo había hecho ya tantas veces. Caminé por sus calles un largo rato, calles sobre pobladas, y carreteras congestionadas en tránsito; demasiado movimiento que me asfixiaba, y me hacía  sentir atrapada. Sobre todo porque no conocía  a nadie. Mientras las personas chocaban mi hombro, yo me dedicaba a ignorarlos, hacer como si no hubiese nadie a mi aldedor; y entonces lo escuché. Un ruido ensordecedor me aturdió  de repente cuando apareció  a mi lado. Levanté la cabeza poniéndome alerta para ver a través de una pared con transparencia varias cajas con imágenes que emitían ese ruido tan espantoso. Varias personas en la caja en muchedumbre,  hablaban a la vez y sostenían letreros con mensajes que gritaban. Los militares al rededor de ellos intentaban alejarlos y calmarlos. Sus armas en alto, amenazando a los revoltosos, lo que me hizo pensar, que ellos tendrían oportunidad de ganar, si también estuviesen armados. No puedes ganar a puños, una batalla contra armas.

Pero ya había  encontrado mi no sé qué.

Consideraba que de cualquier forma que fuera, la atención de los militares y de Los Poderosos  era todo lo que necesitábamos, porque entonces con pasos más humanos, podríamos llegar a un acuerdo conveniente, y estaba convencida de que ellos estarían de acuerdo en que no era correcto tener un pueblo esclavo. Tal vez decidieran convertir nuestra tierra en una civilización como esta, monetizar nuestro trabajo e incluso educar a nuestros niños. Pensaba qué, pedirían hablar civilizadamente, y ya no tendríamos que hacer más de estos movimientos. Ya había encontrado nuestro siguiente  paso, y sentía que era el último, así que la sonrisa en mi rostro no se hizo esperar. Pero debía tener presente que necesitábamos un Plan B para ese plan específico; si los militares arremetieran contra nosotros, como en las imágenes, debíamos estar preparados para defendernos con los mismos recursos.

𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫 & 𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫: 𝙻𝚊 𝙲𝚒𝚞𝚍𝚊𝚍 𝙷𝚞é𝚛𝚏𝚊𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora