I CAPÍTULO VII: UN LAGO NEGRO, CON CINTAS AMARILLAS

10 3 0
                                    

A veces, te pasaban cosas de acuerdo a tu causa, que gritaban «¡Aprovechame!» dando vueltas al rededor de tí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A veces, te pasaban cosas de acuerdo a tu causa, que gritaban «¡Aprovechame!» dando vueltas al rededor de tí. Cosas cotidianas que pasaban todo el tiempo, pero que justo en ese momento, eran para tí; podías sentirlo. Esta era mi oportunidad, y me sentía más que elegida por eso. Como si fuese un mensaje.

Hoy era el día de reunión, en donde todos los adultos, de todo el sector, colectaban el dinero para las medicinas. Era una reunión muy importante, lo que significaba que no iba a haber ningún adulto en la ciudad, porque incluso los que no trabajaban en la planta, asistían a esa reunión, ya que iba de mucho más que dinero.

Entonces, sabía que esa era mi oportunidad para reunir a todos los jóvenes y contarles sobre nuestro siguiente movimiento, y ponernos manos a la obra.

Aún estaba en casa, en mi habitación planeando los detalles del levantamiento cuando mi madre pasó en frente y se detuvo a hablarme.

—Winter, tu padre y yo ya nos iremos. ¿Estás segura de que no quieres venir con nosotros?

—Muy segura mamá, quiero salir a caminar con Amber y los chicos.

Mi mamá sonrió y se acercó a mí para besar mi frente. Confiaba mucho en mí, y era sencillo. Tanto mis amigos como yo misma, no teníamos costumbre de problemáticos, y era todo lo contrario. No habían siquiera malas mañas, no de las desagradables.

—Cuídense mucho, y no se metan en problemas — dijo al fin, alejándose de mí.

—No debes temer en una ciudad como esta —Pero lo cierto era que, el hueco en mi pecho  advertía lo contrario.

Paseaba por toda la ciudad cerciorándome de que no hubiese ningún adulto. A lo lejos Amber, Olga, Nelson, Benjamín Jr. y el pequeño Gaby corrían hacía mí, se detuvieron agitados, apoyándose en sus rodillas jadeando, y el primero en conseguir fuerzas para hablarme, fue el pequeño Gaby.

—Llamamos a todos — dijo antes de echarse al suelo terroso. Sonreí ante su comportamiento, casi todo lo que hacía me causaba ternura. Hasta que todos se tiraron con él.

Miré a mi alrededor, y el juguetón Barkfree volvía corriendo conmigo, después de haber pasado la noche fuera.

—¡Hola campeón! ¿Pasaste bien la noche? —el can dió un ladrido animado y agudo, provocando nuestras risas.

Y caminamos hacia el punto de encuentro -el Lago Negro- como aquél escuadrón que éramos: improvisado e inestable. Esta era una muy buena opción.

Lo peor de pelear una batalla a "escondidas" era que el enemigo atacaba en silencio también, si es que hemos hecho suficiente para llamar su atención. Tal vez esto los haga presentarse ante nosotros; yo, en lo particular, no tenía miedo; mas bien, no les tenía miedo. Pero era este solo el comienzo, y si esto no lograba importarles, tendrán problemas mucho más graves en el futuro.

Yo, juro por mi propia conciencia -confiando en que es un juramento válido- que Winter, hará que Los Poderosos caigan. Así sea en esta o en mi próxima vida.

Mis pensamientos me llenaban de ira decisiva, una ira que me hacía bien en estas circunstancias, y una sonrisa de adrenalina decoraba mis labios cuando llegamos al Lago Negro y lo encontré lleno de esos jóvenes que al igual que yo deseaban justicia, y de paso, liberar toda la ira acumulada por generaciones.

Amber a mi lado tomó mi mano, le dediqué una mirada, y ella sonrió, lo ví en sus ojos. Amarré un pañuelo al rededor de mi boca y nariz para protegerme de los gases malolientes que emitía el lago, y el humo que emitía la planta, además. Y así como yo, estaban todos los demás.

Subí a las raíces que brotaban del suelo de aquel árbol de tronco seco y deshojado. Todos estaban mirándome fijamente. Amber como siempre, a mi lado, brindándome confianza, y haciéndome recordar porqué lo hago.

—¡Hola a todos! — saludé al mismo tiempo que Bark' se acercaba y se sentaba al otro costado de las raíces, al opuesto que Amber, e hice una pequeña reverencia al recibir el saludo de todos.

—Estoy muy agradecida de que hayan venido; me enorgullece ver lo comprometidos que están con nuestra causa. Hoy daremos nuestro siguiente paso pacífico a orillas de las aguas del Lago Negro, el plan es llamar la atención de los militares, y que se den cuenta de lo afectada que está nuestra tierra, y lo afectados que estamos nosotros. ¡Para que sepan, que Los Huérfanos ya no están dormidos y se levantan contra ellos!— pude ver la excitación de todos al pronunciar esas palabras, sus gritos y su ira decisiva, como me gustaba llamarla. Eso me hacía felíz.

—¡Haremos letreros! ¡Dibujaremos sus peces muertos! Cerraremos la tubería que desemboca en nuestro lago, y cercaremos  su territorio con esto, ¡no se acercarán a hacernos más daño! — anuncié mostrando la cinta amarilla que significa no pasar —. Esta cinta amarilla, es nuestra forma de impedirles el paso  a nuestra tierra. ¡Prohibirles hacerle más daño a nuestro lago!  —apreté los dientes recordando cómo la conseguí y sabiendo de antemano la pregunta que se hacían todos — Todo Protegido sabe que: ¡Cinta amarilla, no te acercas! — exclamé levantando la cinta, alimentando aún más su adrenalina, y delaitandome al escucharlos decir:

—¡Cinta amarilla, no te acercas! — y nunca había sentido una excitación como esta.

Todos y cada uno de los jóvenes salió en busca de su herramienta, inspirados por pensar que estábamos un paso más cerca de que Los Protegidos nos dejen en paz a nosotros y a nuestra tierra.

Sintiendonos motivados por el sentimiento de querer proteger nuestra tierra, y cumplir con la promesa que nos hicimos a nosotros mismos.

Levantamos nuevos letreros con "Ciudad huérfana" -que era como nuestra firma causal- grabado en ellos, así como "El Lago Negro", "Cementerio de peces", "Las consecuencias de la planta", y otras tantas. Obstruimos el paso de los desechos de la planta que desembocaban en el lago; eso sin duda alguna lograría llamar su atención. Y rodeamos todo el perímetro con la cinta amarilla y en cada punto estratégico del lago, pusimos un letrero, idea de los integrantes del grupo de los cinco.

"PRECAUCIÓN: CIUDAD HUÉRFANA EN EMANCIPACIÓN".

Éramos nosotros la esperanza, la luz; aquel «alguien en el futuro» a quienes nuestros antepasados confiaron nuestra libertad. Y yo sabía que liberarnos, era liberar a las generaciones esclavas del pasado, y las generaciones esclavas del futuro.

Somos el paso decisivo de este presente.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫 & 𝐖𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫: 𝙻𝚊 𝙲𝚒𝚞𝚍𝚊𝚍 𝙷𝚞é𝚛𝚏𝚊𝚗𝚊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora