Capítulo 34 - Diferencial e indiscutible aprobación

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En el auto de camino a su casa, Perth no dejó de pensar en el "extraño" comportamiento de Zee.

Y es que sabía de sobra que el gerente era atento, muy cortés, demasiado amable y muy bueno en su trabajo, pero eso no era suficiente para que hubiera comenzado a actuar frente a Saint como lo hacía. Y fue por eso mismo que una descabellada idea se le vino a la mente al dueño del restaurante.

Porque no podía equivocarse.

Todas las piezas de ese inusual exceso de gentileza hacia su esposo encajaban a la perfección. Y aquello hizo que un escalofrío le recorriera la espalda antes de que apretara el volante un poco más.

Perth ya se había convencido de que no podía consentir de ninguna ridícula manera que Zee estuviera interesado en su pareja.

Se detuvo ante una luz roja y miró a Saint de reojo mientras éste se mantenía entretenido con su teléfono móvil.

Observó su rostro, su perfecto perfil. Su lindo cabello oscuro que caía muy graciosamente sobre su frente. Sus delicadas manos y sus delgados dedos que se movían con lentitud sobre la pantalla del aparato.

Y entonces se aferró aún más a aquella idea. Porque Saint era tan dulce, tan atractivo, tan inteligente y educado, que se le hacía tremendamente imposible que otro hombre no hubiera llegado antes que él para enamorarlo.

Pero aquella oportuna suerte era por demás obvio que ya no la tenía. Porque la respuesta más lógica estaba ante su nariz en ese momento. Y si tomaba en cuenta las pocas veces que el gerente se había encontrado con su marido y la manera tan distinta con la que lo trataba aún frente a él, el hecho de que Zee estaba interesado en su joven consorte era por demás palpable.

-Amor, ¿t-te pasa algo? -se interesó de pronto Saint cuando Tanapon dejó escapar un sonoro suspiro, y el dueño del restaurante negó de inmediato con la cabeza.

-Sólo estoy algo pensativo. Muy pronto empezaré las negociaciones para comprar el edificio del que te hablé hace unos días y estoy algo ansioso -explicó Tanapon antes de embozar una pequeña sonrisa.

Y era que en verdad estaba algo nervioso por aquella situación, pero eso no se comparaba con lo que estaba viviendo en ese momento. Pero Perth sabía que Saint no tenía la culpa de que su gerente su hubiera fijado en él. Y entonces otra disparatada posibilidad surgió en su cabeza.

¿Y si Zee lo quería enamorar por dinero? ¿Y si lo que en realidad buscaba el gerente era aprovecharse de la amabilidad de su marido? De su vulnerabilidad. Del hecho de que estaba enfermo. De su falta de memoria.

El sólo imaginarse aquello lo hizo entrecerrar los ojos y fruncir el ceño por el enfado. Porque Zee era un completo idiota si creía que iba a dejar que hiciera tal cosa.

-No t-te preocupes. Ya verás que todo s-saldrá muy bien.

Y las dulces palabras de su esposo, junto con la suave caricia que le dejó en la mejilla, hicieron que su molestia descendiera un poco.

Tanapon suspiró de nuevo y volvió el rostro, encontrándose con los hermosos ojos de su marido, quien le sonrió al instante, haciéndolo afianzar su determinación para mantener a raya a Zee y averiguar lo que buscaba en realidad.

Porque no se iba a quedar de brazos cruzados cuando la integridad de su esposo estaba en juego. El gerente no sabía que sus planes estaban frustrados mucho antes de que pensara llevarlos a cabo.

Y Perth sonrió de lado antes de pisar de nueva cuenta el acelerador.


Después de que timbrara la campana anunciando el final de las clases, James tomó su mochila y se la colgó en ambos hombros con algo de prisa, dirigiéndose de igual manera a la salida del colegio, donde se detuvo tras una de las grandes columnas de la puerta principal y se mantuvo observando alrededor con suma cautela.

El Contrato - PinSon [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora