Capítulo 3 - Desastroso y sorpresivo descubrimiento

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Era la primera vez que Saint visitaba otro país, y fue más increíble de lo que había pensado que sería. Admiró los alrededores y se maravilló con los edificios, con la gente, y también notó que no era muy diferente a Tailandia.

El muchacho suspiró profundo y entreabrió los labios, dispuesto a cruzar palabras con Perth a cerca de lo hermosa que le parecía la cuidad. Pero luego recordó lo que había pasado a bordo del avión, y desistió de hacerlo. No quería ser una molestia para su jefe.

Abordaron un taxi y Saint se acomodó hasta el otro extremo del asiento trasero que ocuparon. Perth ni siquiera volteó a verlo, y se giró hacia el lado contrario para estar frente a la ventana. Saint puso su pequeño equipaje entre los dos, miró a Perth de reojo, y pudo observar sus brillantes ojos en el reflejo del cristal.

Saint se mordió el labio inferior cuando por fin llegaron a la mansión de los señores Tanapon. El chico jamás había estado tan nervioso en toda su vida, y sentía que en cualquier momento caería al suelo ya que sus piernas no dejaban de temblar.

—Cálmate, o lo echarás a perder.

Le dijo Perth con una voz rasposa. Saint se giró para verlo y asintió, inseguro.

Su jefe presionó el timbre y un sonido melodioso retumbó en el interior de la casa. Saint tragó saliva en silencio, y casi sintió su corazón paralizarse cuando la mano de Perth tomó la suya.

La puerta se abrió no mucho tiempo después y los ojos de Saint se abrieron aún más cuando una sonriente mujer los recibió con alegría.

—¡Hijo! Tanto tiempo sin verte.

Dijo la mujer, y Perth la abrazó con cariño, pero sin soltar la mano de Saint.

—Hola, mamá. ¿Cómo has estado?

—Bien, cariño, y veo que tú también.

Comentó ella mientras dirigía su vista a los ojos de Saint. Éste le dedicó una reverencia y la mujer embozó una gran sonrisa. Ante lo cual, el chico se desconcertó un poco. Había pensado que su recibimiento no sería nada agradable.

—Pasen. Tú padre los espera.

Perth suspiró y apretó más la mano de Saint. Ambos caminaron hacia el interior y cuando estuvieron frente al padre de su jefe, el chico se tensó más.

El hombre tenía una mirada fría. Tan fría como la que poseía su hijo. Pero Saint tenía que actuar lo mejor posible y no hacer que Perth se arrepintiera de haberlo contratado. Y era ahí donde se iba a encargar de demostrarle a su jefe que el dinero que había invertido en él no sería en vano.

Saint carraspeó ligeramente y cuando separó los labios para decir la primera palabra ante el hombre, éste se levantó del sofá desde donde los estaba mirando, y se acercó a su hijo. Perth clavó su vista en la de su padre, y Saint quedó demasiado sorprendido cuando éste último apretó a su vástago en un fuerte y cálido abrazo.

—Felicidades, hijo. Que seas muy feliz.


—Supongo que todo lo que hizo no sirvió de nada.

Le dijo Saint a Perth, quien permanecía desparramado en la cama del cuarto de huéspedes que les habían preparado. El chico permanecía parado a un costado, y observó cómo su jefe se llevó las manos a la cara, suspirando con fastidio.

—¿Cómo les dirá la verdad? Creo que mientras más rápido lo haga...

—¡No!

Exclamó Perth, incorporándose, y Saint dio un respingo por su reacción.

El Contrato - PinSon [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora