Capítulo 12 - Incrédula y súbita petición

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-¿Qué?

-Lo que oíste.

Saint negó con la cabeza un par de veces y su frustración comenzó a crecer. No entendía para nada el comportamiento tan extraño de su jefe. Si antes era odioso, comenzaba a sobrepasar los límites.

-¿Por qué?

Se atrevió a pronunciar, y Perth se le acercó un poco más, haciendo que diera un paso hacia atrás mientras sus ojos se llenaban de incertidumbre.

-¡Porque yo lo digo!

Replicó Perth, con la voz un poco elevada y un tanto áspera, haciendo que Saint retrocediera un par de pasos más hasta caer en el sillón. El chico sintió sus ojos humedecerse y agachó la mirada, apretando sus párpados para que nada del agua salada que sentía pudiera salir.

Suspiró lentamente y de pronto recordó por qué estaba ahí. Por qué tenía que soportar los desplantes de su jefe. Por qué tenía que aguantar su mal carácter. Por qué tenía que quedarse callado y aceptar todo lo que Perth le ordenara.

Por la paga.

Para poder terminar la universidad. Para poder trabajar y vivir sin preocupaciones. Para olvidarse de sus problemas de dinero y no volver a pasar hambre.

Esa era su única prioridad. Esa era la única razón para aguantar. Soportaría todo eso con tal de no perder ese trabajo.

-Está bien. Haré todo lo que me digas.

Contestó, casi en un murmullo. Perth se dio media vuelta y caminó hasta la cama de nuevo, dejándose caer con fuerza y tapándose con el cobertor. Saint lo miró, y dejó escapar un suspiró que se había atorado en su garganta.


Esa fue una de las peores noches para Saint. Darse cuenta de que para Perth sólo era un empleado. Alguien a quien usaría un tiempo y luego desecharía. Y lo comprendía. Porque una persona de su estatus social podía tener todo lo que quería. El dinero regía el mundo. El dinero era el que decidía el futuro. El dinero era la forma de vida que llevabas.

Saint se removió de nuevo sobre el sofá. No había podido dormir bien y antes de que sonara la alarma ya había tomado su celular para apagarla. Se levantó sin hacer mucho ruido y se dirigió al baño para ducharse. Y se mantuvo dejando ir largos suspiros mientras su cuerpo era humedecido por el agua tibia de la regadera.

Siguió pensando en todo lo que había vivido ya con Perth hasta ese momento, y se propuso mantener la cabeza fría porque eso sólo era un trabajo. Sus sentimientos habían sobrado desde el principio, y tenía que hacerlos a un lado. Es más, tenía que deshacerse por completo de ellos. Eran algo innecesario. Algo sin ningún valor. Perth no le pagaba para sentir amor por él.

Se había prometido no volver a llorar por él, y lo cumpliría.

Salió del baño ya vestido y observó a su jefe cambiándose. Se arregló el cabello y Perth se dirigió a la puerta del cuarto para salir sin dirigirle la palabra. Saint suspiró sonoramente y después de ponerse un abrigo tomó su mochila para bajar a desayunar.

-A partir de hoy te llevaré a la universidad todos los días, y también te recogeré por las tardes. Así que espero que estés puntal a la hora de la salida. Sabes que odio esperar a las personas.

Le dijo Perth, y Saint tragó saliva en silencio.

El trayecto a la escuela nunca se le había hecho tan incómodo, y sólo asintió, sin girar el rostro en dirección de su jefe, pero si lo miró de reojo y notó su rostro serio. Tan malhumorado como siempre.

El Contrato - PinSon [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora