Al siguiente día, en la mañana, Zoro y Robin se montaron en el avión, y partieron al Barto Aircraft Rental Club para entregarlo. La pelinegra se quedó incluso más impresionada que el día anterior, pues con el sol fuera las nubes eran más distinguibles, y el escenario era mucho más disfrutable. El camino para los dos se desarrolló en un silencio agradable, con el piloto riendo al ver sus expresiones a través de sus gafas especiales. Llegaron al lugar e hicieron la entrega, y decidieron ir a un pequeño café cerca del lugar, en Jaya, que era bastante cercana a Skypiea. Habían acordado encontrarse con Nami y los demás allá. La mujer llevaba una blusa simple con tirantes de espagueti, de color rosa, y una falda negra corta un poco suelta. Su pelo iba recogido en una cola alta, con dos flecos a los lados de su rostro.
Entraron y tomaron una mesa grande, algo apartada. Zoro pidió un par de onigiris y huevos horneados con una botella de sake, mientras que ella prefirió croissants rellenos de queso crema y un vaso de jugo de naranja, acompañada de su usual taza de café con leche. Justo cuando se disponían a comenzar a comer, sus amigos aparecieron y pidieron también, uniéndose a su mesa.
—Robin, estaba revisando tus trajes de baño —le habló Nami.
—Ajá. ¿Me trajiste alguno?
—Casi ninguno me sirve. Lo que quiere decir que tampoco te sirven a ti.
— ¿Por qué no me sorprende que en realidad estuvieras midiéndotelos? Y yo aquí creyendo que pensabas en mí.
— ¡Sí lo hago! Pero quería tener una... Referencia.
—Claro, claro, te creo —dijo, con sarcasmo—. Pero dijiste casi, lo que significa que uno de ellos sí te sirvió.
—Sí, es el verde aqua que tiene diseños de olas. Sabes que siempre me gustó, por favor dime que puedo quedármelo. ¡Porfis!
—Está bien. De todos modos siempre me quedó muy ajustado para mi gusto.
—¡Te adoro! Es perfecto, porque de todos modos no traje otro —Robin rió por lo bajo—. ¿Entonces qué harás? ¿Comprarás uno?
—Sí, Zoro y yo pensábamos detenernos en una tienda.
—Muy bien, así compramos lo necesario, algunos flotadores tampoco caerían mal. Lo que sí te traje fue este vestido. Era de Bellemere-san, me dijo que había sido un regalo de Olvia-san. Lo usó una sola vez, la última vez que fuimos a la playa, pero eso fue hace mucho tiempo. Creo que le hubiese gustado que lo tuvieras tú.
La mujer sacó la pieza de su bolsa y se la entregó, y Robin quedó asombrada con ella. A simple vista parecía sólo un pedazo rectangular de tela con dos tirantes, pero al colocarse uno de los tirantes en el brazo y rodear su cuerpo con él, finalizando con el otro tirante en su brazo restante, el resultado era un hermoso vestido cruzado de color blanco, con la mitad inferior estampada en mandalas multicolores, y algunas cuentas cosidas a mano. Su espalda quedaría descubierta, aunque al medírselo por sobre la ropa no se notó.
—Es precioso, Nami. ¿Segura que no lo quieres? Después de todo le pertenecía a ella. Y creo que te serviría.
—No, quédate con él. Ya tengo bastante ropa de ella. Y ella también te consideraba su hija.
Después de comer, todos se dirigieron a un centro comercial en Skypiea, donde Nami quiso entrar a varias tiendas, pero Robin logró controlarla, para el alivio de Zoro y los demás. Sabía que aunque no se ofreciera a pagar su pelirroja hermana se haría con su tarjeta, siempre lo hacía, y no se equivocó, Nami compró un par de sets de trajes de baño (que no necesitaba, por cierto), y algunas otras piezas de ropa para ella y Robin, mientras que su novia sólo se decantó por un set de bikini blanco y morado que incluía una pequeña cadeneta para la cintura y algunas pulseras, un pareo rosa, y unas sandalias cómodas para la arena. Quiso pagar con su propia tarjeta, pero Zoro se lo impidió, haciéndola rodar los ojos, pero al final accediendo.
ESTÁS LEYENDO
Ruleta Rusa
FanfictionRobin vuelve de vacaciones a Villa Foosha luego de su primer año de universidad, buscando un poco de paz y tiempo de calidad con la pelirroja y sus demás amigos luego de muchas clases, trabajo, y un novio intenso por el cual no siente nada. Sin emb...