Especial - Parte 2

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Llegó el gran día y a todos los soldados de la promoción les indicaron que se tomarían una foto grupal para el anuario, lo cual fue un golpe de suerte para el espadachín, ya que le entregaron su uniforme de vestir, que consistía en un traje regular de saco y pantalones azul oscuro, con una camisa blanca debajo y una corbata negra, adornado por un símbolo de estrella con cuatro líneas en sus hombros que indicaban su rango de Sargento, dos medallas en las solapas, junto al cuello, una placa con su nombre en la parte izquierda del pecho y varias medallas pequeñas en la parte derecha. Para la fotografía se puso su gorro de vuelo, pero prefirió llevar la gorra de plato para la fiesta. Luego de tomarse la foto y recoger todo, hizo un par de llamadas para confirmar el regalo de Robin y partió, con prisa.

La pelinegra se sentía algo incómoda. Zoro no le había contestado, sabía que tenía responsabilidades, pero normalmente al menos le mandaba un mensaje. Se preguntó si algo le había pasado. Él no le había dicho que iría, prefirió mantenerlo como una sorpresa, por lo que creyó que de seguro al ser el último día harían pruebas más exhaustivas, así que prefirió tranquilizarse, y se dedicó a vestirse y maquillarse. Había dejado sus cosas listas para marcharse a Villa Foosha con los demás, y sólo había dejado en su clóset la ropa que usaría en la fiesta y algo más cómodo por si le apetecía cambiarse.

Su vestuario consistía en un vestido morado corto que llegaba hasta medio muslo, con escote palabra de honor, pero que llevaba una capa de tela semitransparente cruzando diagonalmente desde abajo hasta su hombro derecho, haciendo un tirante asimétrico, y varias capas más de tela morada en satín que se cruzaban en su cintura y caían hasta sus tobillos, dejando una apertura en la pierna derecha que comenzaba con un broche en forma de flor en su cadera. Un collar de pedrería plateada, aretes y un brazalete conformaban su joyería, y se hizo un recogido sencillo, pero elegante, que no opacaba el vestido. Tomó un pequeño bolso negro y se puso unos tacones plateados también, y se dispuso a salir, encontrándose con sus amigas, Mero, que vivía en el mismo piso que ella, y las demás, Camie, Seira e Ishilly, todas con vestidos igualmente hermosos.

Las amigas de la pelinegra se encontraban elogiándola por su vestuario cuando ésta vio a su mejor amiga y hermana a lo lejos, y ambas corrieron a abrazarse y hacer su acostumbrado saludo.

— ¡Calabacita! ¡Pudiste venir!

—Hice lo imposible, pero aquí estoy. No quería perderme tu gran momento, Robin.

Nami llevaba un sexy vestido negro de terciopelo en escote corazón ceñido al cuerpo, con tiros de espagueti, que llegaba hasta el suelo, y con una apertura también en la pierna izquierda. Llevó su pelo rizado suelto, con un semi-recogido en una tiara, y zapatos dorados, al igual que sus argollas y sus pulseras. Robin la presentó con las demás y todas parecían llevarse bien, hasta que salieron la demás compañeras de piso.

— ¿Qué hay de Zoro? ¿Aún no ha llegado?

— ¿No te dijo nada? Él no vendrá. Y la verdad es que estoy preocupada, no me contesta desde esta mañana. Es raro.

—No te preocupes —respondió su amiga, sospechando que su hermano quería darle una sorpresa, ya que no le había dicho nada—. Seguro que ese idiota te lo compensará. No puedo creer que no te acompañe en este momento tan importante.

—Sabes que no fue porque quisiera, Nami. Saldrá mañana, ya tendremos tiempo de vernos. Estaremos solos en casa un año completo.

—Oohh, debes aprovecharlo al máximo, Robin. Desearía poder tener el mismo privilegio con Luffy, pero aún me queda un año de entrenamiento antes de poder volver a casa.

— ¿Por cierto, no vendrá?

—Claro que sí, ya está en el aeropuerto, esperan a Sanji para venir.

Ruleta RusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora