44. Baila para mí (Especial cumpleaños gemelos, Parte II, Saeran)

11.9K 302 308
                                    

Estaba durmiendo. La sábana le cubría hasta la cintura y no pude evitar recorrer su fuerte torso con mis dedos. Uf, Saeran tenía un cuerpo... y una cara, y unos ojos... me podía pasar el día mirándolo sin cansarme. ¿Qué había en él que me resultaba tan adictivo?

Tal vez eran sus labios, su voz serena, su aroma... en realidad todo me gustaba, incluso sus múltiples personalidades.

Me invadieron unas ansias de explorarlo con la boca, así que comencé en el cuello y fui descendiendo poco a poco, hasta colarme bajo la sábana.

Percibí como su respiración se aceleraba, escuchando un gemido ronco de sus labios. Un gemido demasiado excitante.

Me topé con su miembro, que hacía gala de la famosa erección matutina. Algo muy aprovechable.

Mi lengua tanteó el terreno por encima del calzoncillo y otro rugido desgastado se escapó de su garganta.

Opté por bajárselo, recorriendo su longitud con suavidad y paciencia, recreándome un poco.

—Ah, cariño... —hizo una pausa para respirar—, tenemos que reunirnos con mi hermano y...

—Ellos siempre se levantan tarde —seguí con mi tarea entre sus piernas, combinando la lengua y las manos. Noté como sus maravillosos músculos se contraían y los latidos en su pecho latieron de forma frenética.

—Amor... —jadeaba sin parar, apoyando una mano en su frente. Con la otra me agarró del pelo, instándome a que lo hiciese más duro.

Aumenté el ritmo y la habitación se llenó de sugerentes gemidos masculinos hasta que noté como tiró de mi brazo, haciéndome caer sobre la almohada.

Se puso sobre mí y conquistó mis labios, ofreciéndome leves mordiscos. Gemí ante su encuentro. Mis manos enmarcaron su rostro. El sabor de su lengua era tan adictivo y cálido como un dulce helado de vainilla derretido por el sol.

Le rodeé la cintura con las piernas al tiempo que me devoraba con la lengua. Recorrí su espalda con mis dedos hasta ahuecar las manos en torno a su trasero, juntando nuestras partes más íntimas.

Amaba sentir esos duros músculos contrayéndose sobre mi piel, y sus jadeos, tan excitantes. Saeran no podía ser más perfecto.

—¿Qué es lo que tienes que me resulta imposible resistirme a ti? —preguntó al finalizar el tórrido beso.

—Um, ¿mi encantadora personalidad? —bromeé, alzando las cejas.

—Es más que eso... eres la chica de mis sueños —declaró, acariciando mis pómulos y volviéndome a besar.

Gruñendo abandonó los labios, bajando por la barbilla hasta el cuello y la clavícula, dejando suaves mordiscos y lametones.

Nuestros cuerpos temblaban y pegué un respingo en cuanto sentí su mano rozando el interior de mis muslos. Siguió avanzando hasta llegar al medio, ofreciéndome un masaje circular por encima de la ropa interior.

—Estás tan húmeda —murmuró, besándome de nuevo.

Mis pezones estaban erguidos y no dudó en colar sus dedos bajo la camiseta que llevaba, apretujándolos y proporcionándome gran placer.

—Dios... quiero demostrarte todo el amor que siento por ti, me muero por encerrarme entre tus brazos y dejarme hacer hasta que ambos perdamos la cordura —soltó un suspiro—, pero hemos quedado con mi hermano, amor.

—Lo sé, pero...

—Shh —puso un dedo sobre mis labios—, deberíamos reunirnos con ellos. Podemos retomar esto más tarde, princesa.

One shots de Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora