Relatos variados independientes de Mystic Messenger basados en cada una de las rutas.
Pueden contener lemon / contenido erótico.
Mystic Messenger y sus personajes pertenecen a Cheritz.
La imagen de la portada es de:
https://www.instagram.com/ningyos...
¡Holii! habla la autora, actualizo esta parte para contaros que os traigo una nueva historia de one shots yanderes de Mystic Messenger, ya está disponible en mi perfil, espero que os guste mucho ^^
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(...)
Estaba loca por Zen.
Amaba sus ojos, su sonrisa que iluminaba más que el sol, esa melena suelta que se ondulaba al viento, su perfecto torso escultural, en el que se podían partir nueces... espera, céntrate, Suki, aún debes contar la historia.
Nos conocíamos desde el jardín de infancia, junto con Mi-Young. Ella era muy linda, e inteligente. Poseía una melena rubia, y unos intensos ojos azules que enamoraban a cualquiera. La típica chica popular adorada por todos.
Yo pasaba más inadvertida. Mi familia era japonesa, y tenían un alto nivel de exigencia. Por ello, siempre me esforzaba para obtener las notas más altas. Además, tocaba el ukelele en una orquesta.
Pese a ser tan diferentes, nos llevábamos muy bien, nos complementábamos y compartíamos gustos... demasiados.
Sí, a ella también le gustaba. Éramos muy conscientes de la rivalidad que había, aún siendo buenas amigas.
Precisamente por eso, ignoramos nuestros sentimientos durante mucho tiempo para no dañar la amistad. Lo apoyamos en todo, incluso en su gran sueño de convertirse en un actor famoso.
Un día dejó los estudios, y se unió a una banda de motociclistas. Comenzó a fumar y a beber, e iba por ahí de tipo duro, y rebelde, cuando en realidad era un trozo de pan. Se metió en bastantes líos, y estuvimos ahí para salvarlo de las situaciones más absurdas. Digamos que fue una época difícil. Sí. Muy difícil.
Pero fue saliendo poco a poco de ese oscuro pozo y retomó su meta, audicionando para pequeños papeles, hasta que un día lo llamaron para trabajar de personaje secundario en un show.
Estábamos muy felices por él y fuimos a celebrarlo a un karaoke. Se trataba de una sala privada, con un sofá para los tres y alcohol.
Ahí entre risas y copa y copa terminé confesándome, aprovechando que la rubia salió un segundo a buscar una bebida.
—Zenny, tenemos que hablar —declaré, tirando del cuello de su camiseta.
—¿Qué ocurre, bebé? ¡oh, ya sé! ¡quieres cantar la siguiente canción a dúo! ¿verdad? ¡ya sé que soy muy, muyyy buen cantante! —se rió, mientras ponía el siguiente single.
—Zeeeny, ¡escúchame! —Volví a tirar de su ropa, y me acerqué a él, quedándome a muy pocos centímetros de su rostro—. Te quieeero —enfaticé. El peliblanco se quedó sin palabras, mirándome con la boca abierta.
—Suki —murmuró mi nombre, al tiempo que parecía pensar en algo.
—¿Tú me quiereees? —pregunté, arrastrando las palabras.
