One shots de Mystic Messenger

2. La cabaña sin retorno (Todos)

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Aquel fin de semana habíamos planeado ir a un bosque a las afueras de la ciudad. Queríamos relajarnos y celebrar el éxito de la última fiesta que habíamos organizado.

Íbamos a quedarnos en una de las casas de Jumin. Según decía, tenía unas increíbles vistas de la naturaleza, chimenea, un rinconcito de lectura y nuestro propio lago particular, que se mantenía limpio gracias a un sistema de purificación del agua. Parecía un pequeño paraíso e hubiera sido una experiencia increíble si no nos hubiéramos quedado tirados, en medio de la carretera, sin Internet y sin rumbo alguno.

Ahí estábamos, discutiendo sobre el tipo que le alquiló a Zen una caravana de dudosa procedencia, agregando que así viviría una experiencia campestre total.

—Seguro que es robada —concluyó Jaehee.

—No es lo que más me preocupa —agregué—, por su aspecto no sería de extrañar que hubiera matado a alguien y escondido en el maletero.

—Nop, solo hay Honey Buddha Chips, al menos ahora, ugh. —El hacker pelirrojo se rascó la nuca.

—Si hubiera llevado mi limusina nada de esto hubiera pasado. —Jumin tenía todo pensado, pero nadie le hizo caso.

—¡Íbamos a vivir la experiencia campestre, bastardo! —replicó el albino de cabellos largos.

—Y mira a dónde nos ha llevado la experiencia. La caravana se cae a cachos —contestó el moreno.

—No os preocupéis tanto, sobreviviremos a base de Honey Buddha Chips —Saeyoung trató de animar.

—Cállate, idiota. —Su gemelo no estaba para pamplinas.

—Vamos a morir —añadió Yoosung, para nada nervioso.

—Mantengamos la calma —intervine—, debemos encontrar un refugio antes de que anochezca.

—Sí, tienes razón, tenemos que movernos antes de que sea tarde —opinó el empresario.

—Pero estamos en medio de la nada. —Yoosung no estaba siendo precisamente positivo.

—Cálmate, Yoosung, por aquí debe de haber un algún sitio en el que podamos preguntar —sugirió Jaehee.

—Tienes razón —agregó Zen—, caminemos hasta encontrar algo.

—Yo vine aquí a relajarme —gruñó Saeran.

—¿Un paseo, en medio de la nada, no te resulta relajante? —se burló su hermano.

—Hoy estás tentando a la suerte, hermanito.

—Todo esto es culpa de Zen. —Jumin estaba muy seguro de que si le hubiésemos hecho caso, nada de eso hubiera pasado.

—¡Oye! si eres tan listo ¿por qué no pudiste predecir esto? ¿acaso tienes un plan B? —rebatió el albino.

—Esa caravana jamás hubiera estado en mi plan A, para empezar. Y pensar que he dejado sola a Elizabeth III por estar en un lugar desconocido en medio de la carretera.

—¡Maldito! —continuaron discutiendo—, ¡esa bola de pelos estará comiendo o durmiendo plácidamente, mientras que nosotros estamos aquí!

—Quiero ser Elly —soltó el de ojos dorados.

—¡Basta ya! —grité—, ¡discutiendo no ganamos nada! Solo perdemos tiempo.

—Tiene razón, voy a ir yendo —agregó Jaehee.

—Yo también —la seguí.

—No os separéis, no tenemos Internet para contactaros. —Saeran nos detuvo antes de que nos alejásemos.