30. Mis queridos gatitos (Saeyoung + Saeran, especial cumpleaños)

20.7K 680 1.6K
                                    


*Nota:
¡Hola! Hoy os traigo este shot especial, por el cumple de los gemelos, que es este mes, para no perder la tradición :D

Espero que os guste mucho ^^


.......


Estaba lloviendo, no llevaba paraguas y necesitaba llegar a casa pronto, antes de empaparme. Corrí lo más rápido que pude. Las calles estaban tan mojadas, que me resbalé al chocarme con algo y caí de culo.

Miré a mi alrededor, se trataba de una caja de cartón, con dos adorables gatitos, que, por desgracia, se estaban mojando bajo la lluvia. No llevaban collar, ni nada que los identificase.

Uno de ellos estaba colocado sobre el otro, resguardándolo de la lluvia. El primero tenía un pelaje anaranjado, y ojos dorados, mientras que el segundo, era blanco, con los ojos verdes. Clavaron la vista en mí, al notar que los observaba.

Me dieron tanta pena, que no podía dejarlos ahí, por lo que me aproximé, con cuidado, y acerqué la mano, para que me olieran. El anaranjado restregó su carita contra ella. Parecía mimoso.

El otro me miraba, desconfiado. Fui hacia él, para tratar de acariciarlo, pero me pegó un arañazo.

El primero le maulló, como si estuviera riñéndolo, eran muy graciosos. Traté de acercarme de nuevo al blanco y retrocedió hacia atrás, quedándose al límite del cartón. Decidí acariciarle un poco en la base de las orejas y no se quejó.

Los agarré, quitándome la chaqueta para taparlos, y evitar que se mojaran. Al llegar al piso, los sequé un poco con una toalla, y comencé a desvestirme, quitándome las ropas húmedas.

Los gatitos se quedaron mirando, debían estar en un gran shock, por el cambio de ambiente. Los llevé al veterinario, para que les hicieran una revisión. Allí averigüé que no tenían microchip. Aún así, decidí poner carteles, por si se habían escapado de casa, pero pasaron semanas, y nadie llamó preguntando por ellos.

Ya les había cogido cariño, me hacían compañía, ya que vivía sola, en un piso de alquiler, y no quería darlos en adopción. Decidí quedármelos, y ponerles nombre. Al anaranjado, le puse Ginger, y al blanquito, Shiro.

Les compré comida de gato, pero a menudo demandaban de la mía, y terminaba por ceder. También me hice con una cama para ellos, para que pudieran tener su espacio, sin embargo, siempre optaban por dormir en la mía, conmigo.

A Ginger le gustaba acurrucarse sobre mi pecho, mientras que Shiro era más de colocarse al lado de mi cabeza, en mi hombro.

Todo iba bien, hasta que una noche, mientras dormía, me pareció escuchar voces de hombre en la cocina. Desperté de golpe, y los gatitos no estaban. Aquello me pareció muy extraño, ¿y si había ladrones en casa? me levanté, y salí de forma sigilosa, para observar tras la puerta. Lo que vi, me dejó anonada, no me esperaba encontrarme con un espectáculo tan esperpéntico.

Dos chicos, uno pelirrojo, y otro peliblanco, ambos con orejas de gato, y cola, estaban discutiendo por comida, sosteniendo un plato de macarrones, que había preparado por la mañana.

—Odio esa comida para gatos, ¡ya lo sabes! ¡pero tú te comes lo que sea! —gruñó el albino.

—¡Waa! ¡eso no significa que no eche de menos la comida de humanos! —reclamó el pelirrojo, tratando de arrebatarle el plato.

—¡No es justo! ¡sabes que apenas como nada de lo que nos da nuestra dueña! —¿A qué diablos se refería con "nuestra dueña"?

—¡Deberías comerlo! ¡ella nos lo ofrece con todo su amor! ¿no querrás preocuparla?

One shots de Mystic MessengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora