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Después de aquella peluda pero maravillosa llegada inesperada a nuestras vidas, me encantaría poder decir que todo mejoró, pero no fue así.
Willow llegó a mi como una pequeña salvación, los días los pasaba a lado de la pequeña can, alegrando nuevamente mis días.
¿A que se debe esto? Es simple, Tom tuvo que viajar para poder ver a su familia, después de todo entendía que realmente los extrañaba.
Y aunque en absoluto me molestara, me sentía sola por haberme acostumbrado tanto a el, trataba de comunicarme pero no siempre, para que así aprovechara el tiempo con ellos.
Sin embargo, llevaba dos semanas y no sabía absolutamente nada de el.
Solo me había contestado al día siguiente que se marcho, diciendo que no había buena recepción y que no debía preocuparme.
Al pasar tres semanas, regreso.
Su humor no era el mejor desde que llegó, pero sabía que podía ser a causa de que echaba de menos a su familia.
Cómo era de esperarse, me estaba alistando para ir a trabajar, esta vez Willow no vendría conmigo ya que le tocaba consulta mensual con el veterinario.
Termine de arreglarme, tome su correa y salí con ella.
Tom ya no se presentaba tan frecuentemente a trabajar, desde un inicio dijo que era para despejarse y ahora que están llegando nuevos proyectos, tiene que aprovecharlo al cien por ciento.
Al llagar con Justin, el veterinario, le comente que pasaría en la tarde a recogerla.
–¿Chequeo mensual?.– preguntó.
–Así es, al parecer desde que viene adora verte.– reí.
–Eres realmente linda.– me miró.
–Lo se, es tan adorable y...– me interrumpió
–Habló de ti.– habló.
–Oh, yo...ahmm, supongo que gracias.– me removí incómoda.
–¿Te gustaría salir conmigo?.– preguntó acercándose a mi.
–Justin, sabes que estoy saliendo con alguien y....–
–Lo siento, creí que como ya no venía contigo habían terminado.– comentó.
