Recuerdos.
Continuo sentada en el rincón pensando en todo lo ocurrido y en las advertencias de Adán, las cuales me llevan a forzar a mi mente a recordar quiénes son Tristán y Nader.
—Cuidado con como me hablas, Atenea —amenaza un chico pelinegro de ojos verdes.
—Eres una mierda Atenea, una fracasada que no sirve para nada —espeta con enojo un castaño de ojos azules.
Ambos chicos se ríen y el pelinegro toma una vara que calienta, con la cual al poco tiempo comienza a hacer las quemaduras de mi brazo.
—Atenea —me llama Biel.
Atiendo su llamado mirándolo y este se acerca.
—Vamos a hablar con Tristán y Nader, pero debes de comportarte o sino acabarás mal —me mira con reproche—; puedes tener a Adán, Gael, Dyclan e incluso a mí a tu disposición, pero Tristán y Nader son distintos y debes de ser cautelosa —me advierte.
—Ella ya lo tiene claro —comenta Adán acercándose a mí y levantándome del rincón para sacarme del lugar.
Nos dirige a un cuarto rojo, el cual tiene un escritorio, unos sillones y sillas.
—Ve y te duchas —dispone sentándose en uno de los sillones.
Busco la salida pero me detiene.
—La puerta que está atrás tuyo es el baño —informa con seriedad.
Me doy la vuelta y noto la puerta de madera que lo lograba ver por el color de la luz o yo qué sé, tal vez le este quedando ciega o algo por el estilo, pero si él no me dice de la puerta no la veo. Me dirijo al lugar y entró al instante a la ducha encendiendo esta para que el agua caiga sobre mi cuerpo, el cual tiembla ante el agua fría que cae; tomo el shampoo y le aplico comenzando a lavar mi cabello.
—Se me olvidó mencionar que la ducha tiene un problema —comenta Adán ingresando al lugar, tomando la palanca, moviendo esta hacia la derecha, teniendo como resultado que agua tibia comience a salir de la ducha.
Él me mira fijamente y baja su vista por mi cuerpo para después salir rápidamente del lugar. Con un cosquilleo en mi entrepierna continuo lavando mi cabello y tomo el jabón para lavar mi cuerpo; el cosquilleo en mi entrepierna continua y comienzo a deslizar mi dedo por los pliegues, tal acto hace que jadee y abra más mis piernas, buscando más fricción en la zona.
—Debemos de irnos ya —la voz de Adán me sobresalta, haciendo que retire mi mano de mi entrepierna—; voy a suponer que es una de las muchas cosas que no recuerdas, pero tienes prohibido tocarte sin nuestro consentimiento o permiso —avisa sentándose en el váter.
Asiento y termino de enjabonarme, cierro la ducha y tomo la toalla para comenzar a secarme.
—En esta "reunión" —hace comillas—, debes de tener claro que no puedes hablar, no puedes protestar o demás, solo debes de escuchar lo que te dicen y obedecer —comenta dándome unas prendas y un collar de cuero.
—Pudiste haber resumido todo en que no tengo derecho a nada y solo debo de estar sumida a lo que pidan —espeto molesta mirando la ropa.
—Ya basta, Atenea, esto no es un juego y te guste o no estás a nuestra merced —se molesta.
Lo miro mal y comienzo a ponerme el corto short de cuero y la mini camisa escotada que medianamente tapa mis pechos.
—Darme la ropa, sacarme en calzones o desnuda hubiese sido lo mismo —le reprochó al pelirrojo, el cual abre los ojos mirándome con frustración.
—A veces me caes mal —exclama levantándose.
—Solo te aviso para que la próxima vez no te molestes en hacer todo esto —me excuso.
Él me toma del brazo y me saca del baño, dejándome cerca del escritorio para sacar una placa de metal.
— ¿Y el collar? —cuestiona frustrado al notar que no lo llevo puesto.
—No me pondré esa cosa porque no soy un perro —me quejo cruzando mis brazos.
—Dios, te lo suplico, dame paciencia con esta mujer —murmura colérico.
Se dirige al baño pasando por mi lado, empujándome con su hombro; a los segundos llega con el collar, el cual tiene la placa puesta y tiene grabado: "propiedad de The Damn Clowns" cosa la cual me molesta aún más y hace que empuje a Adán cuando trata de ponerlo.
—No soy propiedad de nadie, no me podré eso —me niego sentándome en el borde del escritorio dándole la espalda.
Escucho como respira con lentitud buscando mantener la compostura, sin embargo el enojo es tanto que tira el collar a mi lado y le voltea para que lo mire.
—Métete en la cabeza que no tienes opinión en estos momentos y no importa lo que quieras o pienses, vas a hacer todo lo que se te diga sin refutar —me recalca tomando con brusquedad mi mandíbula—; no soy paciente, Atenea y me estás acabando la poca paciencia que tengo —informa con molestia.
Lo miro fijamente y mi entrepierna comienza a cosquillear de nuevo al verlo enojado, y es algo que no puedo explicar, pero lo dejaré en que deben de ser secuelas del mal trato que me dan, porque sé que no es normal que esta situación me caliente y mucho menos que el tener a Adán enojado desate tales reacciones. Sin pensarlo abro mis piernas dejando que él se meta entre estas.
—Vamos tarde —me recuerda y me deja allí sentada buscando la puerta.
A pesar de evidenciar el enojo y la prisa que tiene por irse no me muevo mi un centímetro de mi lugar; Adán de devuelve mirándome con advertencia, pero ignoro su mirada y me cruzo de brazos mostrando mi inconformidad ante la situación.
—Debí de dejarte en el club —se exaspera y dirige hacia mí en busca de bajarme del escritorio para salir, pero a pesar de sus esfuerzos le niego a ir.
Él toma mi brazo y me hala con fuerza, pero a pesar de ello me resisto y le suelto de su agarre bajando del escritorio.
— ¡No voy a ir! ¡Y me vale una mierda si tengo o no la opción de elegir, no iré y punto! —le grito molesta.
Él pasa sus manos por su cara frustrado y yo le dirijo a uno de los sillones acostándome allí.
—Última vez que te cumplo un capricho, a la próxima o vas por las buenas o te obligo a hacerlo por las malas —le mira rabioso y sale dando un portazo.
La humedad de mi entrepierna me hace bajar la mano de nuevo buscando apaciguar mi calentura, pero la intromisión del pelirrojo me hacen gritar frustrada.
—No lo tienes permitido —me reprocha sacándome del lugar y llevándome a una alcoba—; te quedarás aquí hasta que yo vuelva, no te vas a tocar y no vas a hacer nada más que no sea quedarte sentada en la cama —demanda serio dejándome en el lugar y cerrando la puerta con llave, dejándome allí parada en medio de total soledad.
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Damn Clowns
RandomTodo comienza con los secretos y se va desenvolviendo con el deseo, el morbo y la obsesión; Atenea llevaba una vida tranquila sin nada fuera de lo normal, o eso era lo que ella creía. Arine y Alicia siempre estuvieron familiarizadas con el entorno c...