CAPÍTULO 5

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Atenea.

Mi ansiedad está a mil por hora, Nader menciono algo sobre turnos, pero conociendo a los Damn Clowns se van a pasar los turnos por el culo y entrarán todos. Tal cual como lo previsto, al poco tiempo entran Biel, Gael y Adán al cuarto, el primero se sienta en un sillón cercano a la camilla, el segundo se acerca a mí con cuidado y el último de forma elegante se acuesta a mi lado.

—Invades mi espacio —me quejo y trato de empujarlo.

A pesar de la fuerza que uso este ni se inmuta, parece que ni cosquillas le hice y solo me mira seriamente.

—Eso no le decías antes —menciona con picardía.

Me ofende su forma de hablarme y le pellizco una mejilla.

—Eres un insolente —acuso dándole la espalda.

—Dramática —murmura abrazándome por atrás.

—Eres un ser odioso, Adán —me apoya Biel.

—Metiche —se queja el pelirrojo y me apretuja entre sus brazos.

—La incómodas —se queja Gael intentando quitar sus brazos.

Los tres suelen ser demasiado serios y estrictos, pero los tres juntos conmigo parecen niños pequeños, por ello cuando estoy con los tres suelo sentir que soy su niñera, más no algo más.

—Son como críos —me quejo rodando los ojos.

—Mal educada —comenta Biel sacándome la lengua.

— ¿Ven a lo que me refiero? —miro a Gael y Adán suspirando de forma dramática.

Ninguno dice nada y Adán muerde la mano que Gael tiene en su brazo izquierdo, el pelinegro suelta un chillido y golpea el brazo de Adán molesto.

—Eres un animal —exclama enfadado.

Biel y yo nos miramos y no podemos evitar reírnos de la situación, a lo cual Gael le mira ofendido y pellizca mi nariz mientras que Adán se ríe y le saca la lengua a Gael para después hablar.

—Para ti también hay baboso —amenaza alejando la mano de Gael y dejando mi cara en su pecho.

—Sueltala —se queja el rubio yendo a donde estamos en intentando zafarme del agarre de Adán.

Gael rueda los ojos y como son niños pequeños se tira encima de Biel que cae encima de Adán y este se queja porque "han lastimado su piecito".

—Diossss, son terribles —me quejo saliendo del agarre del pelirrojo y golpeando al rubio y pelinegro con la lamparita que hay.

Ambos se quejan y ofendidos comienzan a sobar las partes golpeadas mientras Adán sonríe como retardado y acaricia mi pierna.

—Son tan dramáticos, si lo hice con delicadeza —blanqueo los ojos y miro a Adán—, y tú deja de sonreír así que pareces retardado —me burló pellizcando su nariz sin el más mínimo cuidado y él se queja tomando mi mano con fuerza y poniéndome boca abajo para estrellar mi cara contra la almohada y obstaculizar mi respiración.

Peleó contra Adán y este solo se ríe de mí reacción, pero cuando decido comenzar a aruñar sus brazos y manos se detiene.

—Eres una salvaje —se queja como niño pequeño y me da risa—, eres una gata salvaje —menciona con una sonrisa burlesca ante el apodo y los otros dos le apoyan.

Ruedo los ojos fastidiada y a este punto creo que hasta es posible que me quedé ciega de tanto blanquearlos.

— ¿Cómo está la gatita? —me molesta Gael haciendo cosquillas en mis pies, hablándome de forma añiñada.

Trato de zafar mi pie de su agarre pero el traidor de Biel me sostiene la pierna, mientras que el inútil inservible de Adán solo me mira.

— ¡Haz algo! —pido entre risas.

Adán asiente y es peor que Judas porque comienza a hacerme cosquillas también.

—Si... Si... Si siguen.... —menciono entre risas y con poco aire—, los... Los dejaré... En... En abstinencia... JAJAJ —a pesar de que ellos se toman en serio mi amenaza yo me siento como una maniática ridícula.

Siento que fue una forma patética de amenazar ya que a penas si podía respirar, pero de consuelo me sirve el saber que ellos tomaron en serio la amenaza y se detuvieron.

—Voy a hacer un programa que se llame "Domesticado bestias" esto de controlarlos me sale muy bien —me mofo y los tres ruedan los ojos, Gael me pellizca la planta del pie, Biel, que no sé en qué momento llegó cerca mío me hala el cabello y Adán me da una fuerte palmada en el culo que me sobresalta.

— ¡Eres un salvaje! —chillo molesta.

Él se ríe y comienza a acariciar mi muslo, todo queda en silencio hasta que decido hablar.

—Quiero comida, tengo hambre, además de que exijo ver la Rosa de Guadalupe —demando cruzandome de brazos.

Ellos suspiran con dramatismo y Gael y Biel van por la comida y arreglar el tema de la habitación mientras que Adán solo se centra en manosearme.

—Eres un ser repugnante —me quejo tratando de contener los jadeos.

— ¿Esto también se te hace repugnante? —inquiere mientras lleva su mano a mi entrepierna.

Me quedo quieta y no tengo la más mínima intención de responder, pero Adán me palmea el color y respondo.

—Sí —miento retorciéndome ante sus caricias.

Él se posa sobre mí y me quita las bragas, saca su miembro erecto y comienza a pasarlo por mis pliegues.

—Eres un puerco —de queja Biel quitandolo de encima mío.

—Oh vamos, no te pongas celoso —se comienza a burlar—, sé que te gusta mi verga, pero también hay para ti, ni todo es para Atenea, aquí compartimos —lo molesta metiéndose en miembro en el pantalón.

Ellos nunca han tenido nada con ningún hombre, pero suelen molestarse entre ellos con eso, y por lo que he visto lo hacen ya que al otro le causa asco el que mencionen eso, de hecho, cierta vez Gael me comentó que se sentía incluso incestuoso el que Adán hiciera esos comentarios, y Biel concordó en que no era la propuesta, era de quien venía, se les hacía grotesco en pensar algo lascivo entre ellos, y en cierta parte se me hacía irónico porque me decían que eso les parecía grotesco mientras destripaban a alguien y le hacían a otro comer órganos y demás, ellos no suelen tener escrúpulos y aunque yo suelo ser muy asquienta eso dejó de tener peso alguno en mí desde que me acostumbré a su morbosa y perversa forma de vivir, por más sádica que fuese me acostumbré a vivir entre la sangre y la muerte, aunque fuese algo que me disgustase, con ellos todo cambio, a pesar de saber lo sensible era con eso, no les hacía el más mínimo ruido en sus acciones, antes, entre más me desagradara algo, más lo hacían, era un vicio extraño de ellos, si no me gustaba ver torturas y demás incluso me follaban mientras lo hacían, y de una perversa forma todo de eso me dejó de disgustar, cierta vez Dyclan me dijo que lo mejor era centrarme en lo que me gustaba o en algo distinto a lo que ellos hacían, por eso, solía centrarme en placer que me daban, olvidando que a pocos metros había una persona rogando por su vida, prefería ignorar los gritos y centrarme en los gruñidos que soltaban en mi oído con cada embestida.

—Respétate —comenta Biel indignado.

Una de las cosas más difíciles para ellos era el aceptar que me tenían que compartir, no solo Adán era avaro y egoísta, pero era difícil para ellos aceptar que no eran desconocidos con quienes me compartían o que podían entrar al cuarto y verme follar con otro, era complicado para ellos porque llevaban demasiado tiempo viéndose las caras a diario y pensar en un poliamor entre todos se les suele hacer según ellos, hasta inquietante.

Damn ClownsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora