Dormir, ver alrededor, y volver a dormir. Mi nueva rutina.
La incrementación de mi ansiedad se hacía notar en mis manos temblorosas. Ya perdí la orientación del tiempo, no sé qué hora es, si es de día o de noche o que día es. Ninguna puta pista que pudiera decirme cuanto llevo encerrada en unas malditas paredes blancas.
Me siento literalmente una loca mental, y ya considero no estoy tan lejos de no tener cordura. ¿Qué puedes hacer encerrada por hombres locos que no conoces quienes son ni su razón de tenerte en cautiverio, y que lo único que vez es el color blanco en todos lados? Blanca las paredes, la cama, solo mi ropa gris y la puerta negra era la diferencia.
Pienso en mi madre y lloro, pienso en Andrés y lloro más. Me siento tan impotente encerrada aquí. Me perderé su funeral y dudo mucho mi jefe me quiera volver a ver después de escucharlo hablarme de esa manera.
Voy a morir aquí, rodeada de blanco
Jugué de nuevo moviendo el tubo de metal que este flojo de la encimera de la cama, una vez me aburro lo golpeo por la desesperación. Me levanté y comencé a caminar, es lo única que podía hacer, la única manera de distraerme y estirar mis adormecidas piernas. Viendo mis pies mientras daba cada paso, pero gracias a que estuve cerca de la puerta escuche algo, lo primero que escucho en un largo tiempo. A pasos ligeros me acerco por completo a la puerta sentándome a un lado para escuchar más claramente.
—¿Algo del millonario? — la voz de un hombre. Muerdo mis uñas sumidas en interés.
—No, nada desde la llamada
—¿Crees que ella no le importe? — trague grueso intentando aliviar el nudo que se formó en mi garganta.
—Yo creo que si
—Pero si no paga la deuda... ella puede ser muy buena mercancía — tape mi boca ante la idea y ahogar cualquier ruido que pudiera salir de mi boca.
—Dependerá del idiota — se oyen tan despreocupados mientras hablan de venderme como si fuera pan horneado.
Un inmenso temor creció en mí, ya no soporto estar aquí y ¡No permitiré me vendan ni ninguna mierda de esas!
Recuerdo el tubo de la cama, eso puede ser lo único con que podría defenderme aquí. Voy para cogerlo, pero el ruido del clic de la puerta abriéndose me enciende alerta en mí y decido solo sentarme en la cama, alcanzo a sentarme y actuar lo más calmada posible pero cuando el entra sé que mi respiración agitada no le pareció buena señal. Un hombre alto, algo fornido y pasa montaña sobre su cara.
Veo que en sus manos trae un plato con comida, recuerdo que probablemente he pasado bastante tiempo sin tener ningún bocado, pero aun así no me produce hambre.
El me ofrece la comida y se la acepto sin decir ninguna y evitando cualquier contacto visual pero aun así note la forma descarada de mirarme, pero mejor ignore el sentimiento de parecer ser un trozo de carne en una jaula encerrada con jaguares.
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Pasión Irresistible
RomanceFrancia López secretaria en una de las más grandes empresas de New York. Desde el momento en que Andrés Rojas su nuevo jefe posa los ojos en ella su mundo comienza a tabalearse. Tensión sexual Atracción inevitable Ambos comparten una pasión irres...