24.2.- "And Last"

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[...]

Jeno y Jaemin se sentaron en una roca cercana mientras Na se recomponía. Debía llegar a la cabaña sin Jeno de alguna forma. Renjun le iba a regañar por estar acompañado de alguien y por estar en ese estado.

Solo quería llegar, cenar y sentir las manos de Renjun cuidándolo otro día más, esa rutina que tanto amaba desde la última vez que hicieron el amor. Las suaves manos de Huang Renjun acariciando sus hombros y sujetando su mano para verificar que no se hubiera hecho nada en su ausencia. Poder ver sus dedos entrelazados y disfrutar del calor de sus labios sobre los propios.

Amaba a Renjun, amaba cada centímetro que componía a su persona y amaba cada parte de su alma. Lo amaba con locura pero no sabía si estaba preparado para gritárselo a los cuatro vientos, para pararse frente al tallo marchito de la sepultura de Donghyuck para confirmarle que estaba enamorado de Huang de los pies a la cabeza. Sabía que Renjun le quería por su forma de ser con él, pero no sabía si aún sus comparaciones con Pablo Escobar y el Chapo Guzmán le hacían permanecer en ese estado de confusión.

—¿En qué piensas tanto?

—En que probablemente me vas a golpear por esto. —Na Jaemin soltó una risa a forma de resignación ante la mirada confusa de su amigo. —¿Recuerdas al chico que salió corriendo de la casa conmigo cuando arrestaron a nuestro compañero? —Jeno asintió como si fuera un niño pequeño recibiendo una orden. —Me enamoré, Jeno. Estoy jodidamente prendado de ese hombre como si mi vida dependiera de ese sentimiento.

—Te vas a joder y lo sabes, ¿cierto?

—Estoy dispuesto a joderme más si es necesario, Jeno. —Na Jaemin se quedó sonriendo viendo a la carretera. —Si no me aparto es por él.

Jeno solo pudo darle una palmadita al hombro de su mejor amigo. Vio varias patrullas pasar por al frente suyo pero las ignoró totalmente, era imposible que le buscaran. Habían fiestas desarrollándose en la dirección en que Na vivía y la música podía escucharse hasta la cabaña.

Renjun llevaba tarareando la condenada canción desde que comenzó a escucharse a kilómetros de donde estaba. Estaba en la cocina preparando el platillo para la cena con que esperaría a Jaemin.

"Nilliri rarara nilliriya nillirimambo
Nilliri rarara nilliriya nillirimambo
Nilliri rarara nilliriya nillirimambo
We bobbin to the music music
This song is groovy groovy"

Si Huang Renjun se dedicaba a hacer memoria sobre esa canción, había sido la que sonaba cuando le encajó dos metanfetaminas debajo de la lengua a Na en aquella casa.

No tenía absolutamente ningún sentido más que ser un himno fiestero. Todos la cantaban a los gritos apenas su efecto de éxtasis alcanzaba el punto más alto. No existía nadie en esa ciudad que no se supiera esa canción por razones obvias.

Nilili mambo, nilili mambo. Aquel himno pegadizo se le incrustó tanto a Renjun que terminó su cocina cantando aquella canción al mismo volumen que retumbaba en la carretera.

La canción se acompañaba de las sirenas de policía que decidió ignorar por un tiempo hasta que, mientras dejaba los platos sobre la mesa comedor, vio como las patrullas y sus luces se detenían frente a la cabaña.

Na Jaemin siguió caminando junto con Renjun hasta encontrarse con las patrullas circulando a su lado, una furgoneta blindada comenzó a cercar cerca de su residencia actual y supo que estaba jodido. Renjun y él estaban jodidos.

—Jeno, por lo que más quieras no me sigas.

Na Jaemin empujó a Jeno detrás de una roca, dejando a su amigo atrás claramente confundido y preocupado de por qué corría a aquella cabaña esquivando la vista de la policía con maestría. La ventana que daba al predio estaba abierta, lo que le dio la oportunidad de entrar y atrapar a Renjun en el pasillo de las habitaciones.

Nilili ; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora