21.- "Descansos"

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Para Huang Renjun, la catastrófica muerte de su mejor amigo solo podía significar el inicio del fin. Sabía que el próximo en llenar el predio de flores sería él lo quisiera o no, y no podía arrastrar a Na Jaemin a su condena. No podía ver como otra vida se le resbalaba de las manos así de fácil y en tan poco tiempo.

Durante dos meses se dedicó a observar por la ventana de la habitación de Donghyuck, la misma que daba a aquel predio de flores silvestres y que ahora la adornaba un girasol solitario que seguía creciendo, tal como si el cuerpo de Donghyuck hubiera sido la semilla de aquella flor.

Huang Renjun no era un hombre de muchas lágrimas, por lo mismo descargaba su pena en sus propias drogas, compartiendo noches solitarias con la maravilla de su propia dietilamida de ácido lisérgico, inyectándose heroína y fumando marihuana. Durante más de dos meses comió una vez cada tres días, metiéndose al cuarto de Donghyuck para sufrir en silencio mientras Na Jaemin lo dejaba un rato y luego lo arrastraba para que no muriera de inanición o le diera una sobredosis que no pudiera controlar.

La situación estaba siendo difícil para ambos. Na Jaemin ya estaba ocupado luchando contra sus demonios internos y ahora además tenía que cuidar de la depresión de Renjun, quien estaba totalmente sumido en sus recuerdos y su duelo interminable.

Na Jaemin se hizo cargo de los repartos durante unos días, en esas noches que Renjun no abandonaba el que fue el cuarto de Donghyuck, era el castaño quien asumía el riesgo de estar solo en las grandes casas para conseguir dinero y poder seguir manteniéndose con vida en esa cabaña que cada vez perdía más el sentido.

Na Jaemin seguía ahí por Renjun, y era Huang el que de a poco le estaba perdiendo sentido a vivir.

Ver a Na Jaemin volver a las tantas de la mañana era algo que lo preocupaba al punto de abandonar el cuarto, asegurarse de que estuviera completo sin más daño que el de su muñeca ya casi cicatrizada por completo y volver a su miseria mental que lo llevaba consumiendo todos esos meses.

Huang Renjun ahora encontraba consuelo en contar los pétalos silvestres de aquel girasol solitario. A cada pétalo le asignó un recuerdo de su vida con Donghyuck; desde cuando hicieron su primera venta, presurizaron su primera pastilla, vendieron sus primeras drogas fabricadas por ellos y se fueron a vivir solos hasta cuando ambos estuvieron hasta el tope de drogados y se bebieron el aceite donde antes habían hecho patatas fritas.

A Renjun le daba miedo la llegada del invierno, porque sabía que la naturaleza tenía un ciclo y sería el momento de que aquella bonita flor se marchitara.

Asumir la muerte como un recuerdo, una etapa natural en su estilo de vida fue lo que le tomó a Renjun tres meses aceptar, comenzando a almorzar en la misma mesa que Na Jaemin otra vez, colándose en su cama cuando hacía demasiado frío y ayudándole con la fabricación de pastillas en aquel laboratorio.

Por parte de Na Jaemin, tuvo tres meses en los que aprender a dejar sus propios problemas de lado para hacerse cargo de sobrevivir una vez más. Sufría, sí; el recordar como cayó el cuerpo de Donghyuck en la piscina le recordó el momento en que tenía diez años y una bala atravesó la frente del padre de su mejor amigo. Aún así sabía que debía dejar sus traumas de lado y hacerse cargo del estado de Huang Renjun si no quería que muriera de hambre.

Las bandas de sudor para la muñeca que Donghyuck le había obsequiado se hicieron un accesorio habitual para Na Jaemin, para él era la manera correcta de recordarle sin pasar a llevar su memoria o tener que sufrir demasiado. Cuando le dejaba comida a Renjun a veces este ni siquiera se daba cuenta que las llevaba puestas, por lo que tampoco interfería en el duelo de su ahora único acompañante en esa cabaña.

Después de casi tres meses de la partida de Donghyuck las cosas tomaron un ritmo menos melancólico. Renjun había dejado de meterse heroína todos los días a las ocho de la mañana y LSD a las seis de la tarde, ahora prefería pasar ese tiempo fumando con Jaemin a través de la ventana mientras destapaban sus vidas en aquel espacio íntimo.

En ese período Huang y Na adquirieron una pantalla y un reproductor de discos, sus amaneceres antes de dormir ahora los invertían en ver películas de todos los tipos mientras se bebían una cerveza y se jalaban suavemente el cabello cuando veían que uno de los dos se estaba quedando dormido.

Finalmente, luego de cuatro meses en los que Donghyuck había partido, el corazón de Renjun lo dejó descansar en paz. Al ver como el último pétalo de aquel girasol se caía por el viento del invierno, decidió que sus lágrimas no podían seguir siendo derramadas por ese vacío en su vida. Sabía que Donghyuck lo estaba cuidando desde algún lugar en el espacio, por eso no podía seguir doliendo algo que en algún momento u otro debía superar.

Na Jaemin vio como de manera progresiva el corazón de Renjun iba formando una coraza ante la pérdida, cosa que de vez en cuando le daba cierto temor ante nuevas actitudes que su colega estaba adoptando.

Huang Renjun y Na Jaemin no fueron más amantes ocasionales después de aquella situación, no por recelo, sino por temor a hacerse daño mutuamente de alguna forma extraña. Nunca habían llegado a definir aquello que les pasaba, por lo que era recurrente aquella sensación de temor que al final de cada muestra de afecto contundente o de pasar al espacio íntimo había algo que los inundaba de culpabilidad.

Hablar las cosas nunca fue el fuerte de ninguno de los dos.

Na Jaemin sentía que Renjun le tenía algún tipo de asco o un enojo inexplicable que le prohibía hablar sobre la situación, mientras que Huang Renjun pensaba que el castaño le guardaba alguna clase de resentimiento por no ser capaz de ayudarle en ese tiempo.

Cuatro meses pasaron para que finalmente Na Jaemin se quitara el miedo del subconsciente y tomara cartas en el asunto, llegando a la conclusión de que si no era en ese momento no sería nunca.

—Renjun.

—¿Hmph?

—Necesitamos hablar.

Nilili ; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora