12.- "Fool"

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Huang Renjun se estaba removiendo en el sofá que ya se encontraba solo. Sus puños apretados y sus suaves gemidos mientras aún dormía lo delataron ante Na Jaemin quien estaba de pie ante la ventana todavía haciendo el esfuerzo de acostumbrarse al árbol que se mecía con el viento. Renjun estaba teniendo un sueño húmedo. Entre pequeñas risas el castaño apagó su cigarrillo y se acercó a mover un poco el hombro de Huang para luego volver a su posición en la ventana. Huang Renjun entrecortó el último de los sonidos que estaba dejando salir inconscientemente y por el cual despertó, encontrándose a Na Jaemin mirando por la ventana mientras encendía el segundo cigarrillo de la noche.

El mayor de ambos no tenía ninguna intención de hablar de lo sucedido durante la noche anterior debido a la vergüenza que estaba totalmente seguro que había pasado, tomó su camiseta y se levantó para ir directamente a la ducha. Na se extrañó ante el comportamiento de Huang Renjun, aún así decidió respetar su actitud y se quedó con el cigarrillo entre los labios mientras se sentaba frente al escritorio para ver las pastillas salientes de los contenedores y meter parte del polvo a la prensa.

Bajo el agua de la regadera, Huang Renjun se dedicó a apoyar las manos sobre la loza de las paredes del baño aguantando las gotas casi congeladas pasando por su espalda mientras pensaba en lo que había hecho la noche anterior y en darle sentido al sueño que acababa de tener. En ambas situaciones pudo sentir el calor de las manos de Na Jaemin delinear su cuerpo mientras humedecía los labios con la lengua para después impregnarlos contra la piel sensible de su cuello. De tan solo recordarlo a Huang Renjun se le subía el calor a la cara entre escalofríos. Tenía más que internalizado que mezclar sentimientos con su estilo de vida no era una decisión sabia, nada más tenía que mirar los casos del Chapo Guzmán y Pablo Escobar, ambos con amoríos, uno preso y el otro muerto, por lo mismo no podía ni estaba dispuesto a tener ninguno de esos finales por mezclar el corazón con los estupefacientes.

Mientras tanto Na Jaemin seguía encerrado en el laboratorio acabándose su cigarro mientras prensaba las pastillas para la siguiente ronda de conservas y esperaba a que el repartidor de la semana pasara a buscar su carga. En el tiempo que Donghyuck estaba en la cárcel no podían recorrer la ciudad entera para vender su mercancía, es por esto que se vieron obligados a hacer un cambio semanal entre sus compradores frecuentes a cambio de dos estampillas de LSD y una bolsita de MDMA como pago. Esta era la semana en que Chenle debía hacer su "delivery", por lo que Na Jaemin estaba preparando las cantidades justas que el chico debía vender.

Al sonido de la puerta Na Jaemin se levantó viendo por el ojal, encontrándose a una curiosa cara conocida por la puerta. Sin mucha demora le entregó sus cantidades, el dinero que debía traer de vuelta y cerró la puerta vigilando que cumpliera todo el protocolo como era debido.

Huang Renjun seguía metido bajo la ducha fría esperando que el agua limpiara su mente de los recuerdos que constantemente lo azotaban. Al ver como su piel palidecía por el exceso de agua se decidió a salir, envolviendo la toalla en su cintura y saliendo del baño hecho una bala hacia su habitación ante la extrañada mirada de Na Jaemin, el cual seguía preguntándose las razones de por qué estaba siendo evitado si justo antes de dormir le habían recalcado que había estado bien.

El castaño se dirigió a la puerta cerrada del chino dando dos toques suaves esperando una respuesta lógica de parte de su mayor. —Renjun, ábreme la puerta, por favor. —Na Jaemin no obtuvo una respuesta positiva ni negativa. El pleno silencio le hizo suspirar tocando la puerta una vez más, esta vez más fuerte e insistente.

—Na, ambos necesitamos estar a solas. —Huang Renjun sacó aquellas palabras a duras penas mientras se terminaba de abotonar el pantalón. —Si Chenle ya recogió sus cosas, ve a la cocina.

—¿Ahora te bajó la culpabilidad? ¿Eh? —En la puerta de la habitación de Renjun se escuchó un golpe provocado por el puño de Na Jaemin que aún esperaba a que le abrieran la puerta.

Huang Renjun no pudo descifrar en qué momento el lenguaje de Na Jaemin se había vuelto tan demandante y hostil hacia su persona. Quizás el castaño siempre se había dirigido de esa manera a su persona y él lo estaba recibiendo de otra forma quizás por cuál razón. Siguió sin responder mientras buscaba una camiseta blanca en uno de los montones de ropa que tenía tirados por el suelo. Sin alguna autorización de por medio, apenas se dio la vuelta de recoger su camiseta se encontró el cuerpo de Na Jaemin lo suficientemente cerca como para hacer que retrocediera un paso y cayera sentado sobre su cama.

—¿Qué te sucede? Pensé que te dije que te fueras a la cocina.

—No soy un perro que puedes enviar a acostar, Renjun. —Na Jaemin tomó asiento en la cama del chino, recargando su cuerpo hacia atrás mientras ladeaba la cabeza con clara expresión de molestia. —De la nada estás evitándome sabiendo que es casi imposible porque solo somos nosotros dos en esta casa. —Na chasqueó la lengua a modo de mofarse del chino, el cual se encontraba ligeramente ofendido por aquella verídica afirmación. —Realmente las relaciones sociales no son tu fuerte.

Huang Renjun estaba mentalmente preparado para soltarle un puñetazo a Na, el cual estaba con el semblante serio buscando una explicación de su persona. —Simplemente no es bueno que lo de ayer se repita. —El susurro de Renjun fue en vano, Na Jaemin escuchó claramente las palabras que salieron de la boca del chino. —Fue una sensación interesante, pero no puede volver a repetirse.

—¿Siquiera tienes alguna razón en particular o simplemente se te encaprichó? —El poco tacto de Na Jaemin para sus consultas exasperaba al mayor de sobremanera. —Incluso te tomaste el tiempo para ver mi muñeca y decir que había sido todo lo contrario a estar mal.

—¡Dios, Na! ¿Te estás riendo de mi? —Huang Renjun se pasó las manos por el rostro buscando liberarse de tensiones. —Siquiera tener sexo ocasional arruinaría el negocio. Mezclar la vida personal con la laboral nunca en la existencia ha sido buena idea.

—Ejemplos.

A ese punto Huang Renjun ya estaba perdiendo la cabeza. Tal como su mente maquinaba las palabras de Na Jaemin era que el menor quería reírse de su persona a lo que más le diera el cuerpo. —¿Es en serio? ¿Ejemplos? —Huang se levantó de la cama apoyando la frente en la pared. —Tienes dos famosos, El Chapo y Pablo Escobar.

—Es de sabiduría popular de que ninguno terminó como lo hizo por sus esposas. —Na Jaemin se levantó para quedar a un lado de Huang. —Solo quiero que tengas la capacidad de decirme que fue un error para ti o que simplemente no te gustó pero sin excusas absurdas, Renjun. Es todo lo que te pido.

—¡Está bien! ¡Sí, fue un error! —Entre gritos Huang Renjun empujó a Na fuera de su habitación. —¿Contento, Na? ¡Fue un maldito error tener un acercamiento sexual contigo!

Na Jaemin no hizo ninguna mueca ni expresó alguna queja, su respuesta fue el silencio seguido de una media vuelta y el sonido de la puerta del laboratorio cerrarse con llave mientras Renjun contenía las lágrimas en sus ojos y sus dientes castañeaban de la exaltación con el cuerpo quieto en el marco que limitaba el pasillo de la cabaña con su habitación.

Huang Renjun se metió dentro de su cama tapándose por completo, sus ojos dejaban salir las lágrimas continuamente pero de su boca no salía sonido alguno. Lo único que estaba claro dentro de él era que aquello no había sido un error y era todo lo contrario a no haberlo disfrutado. La culpabilidad comenzó a comérselo vivo mientras olfateaba el característico olor de la hierba recorrer la casa. Na Jaemin estaba drogándose para evitar el sentimiento negativo.

El chino decidió conciliar el sueño a pesar de sus lágrimas, dormir le ayudaría a que el tiempo pasara más rápido y evitar pensar en lo que había provocado dentro de quien había estado compartiendo con él los últimos seis meses.

El olor entre lavanda y cítricos hizo que Renjun se relajara igualmente, logrando que se perdiera en su sueño como si de un niño pequeño se tratara.

Huang Renjun no quería volver a su niñez, no quería volver a parecer débil. Quería enfrentar las cosas de la forma que fuera y sobretodo decirle a Na Jaemin que se había equivocado. Pero algo era mucho más fuerte que Huang: su orgullo.

⤖ Si quisiéramos ver la vida de forma implícita, podría ser un círculo de color. Todos parten en la inocencia del blanco, todos los colores se reflejan en la luz creando aquel puritano espectro. A medida que vamos creciendo es que vamos formando nuestra propia paleta hasta su tono final. La vida nos puede teñir de tristeza, de malas prácticas o de las herramientas que teníamos a nuestro alcance. Puede también teñirnos del rojo de la influencia, del amor apasionado o de la sangre con la que empapamos nuestras manos. ⬻

Nilili ; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora