4.- "Kick It"

493 76 15
                                    

Na no hizo más que moverse antes de hacer el intento de levantarse y un vaso de agua fría en la cara lo estuvo esperando nada más tocar las once de la mañana, se sentó en la cama de su amigo y se limpió la cara con la palma de la mano, ubicando al contrario con una expresión incrédula mientras se sacudía las gotas de agua que le habían quedado.

—¿Así tratas a todos tus invitados?

—No. Así trato a los que dejan que les pongan dos de anfeta en la lengua como si estuviera en una película porno.

—Me hubiera gustado estar en una porno. ¿Me veo sexy así de mojado?

Luego de soltar aquel comentario Jeno no hizo más que darle un golpe en la nuca, haciendo que el castaño se llevara la mano allá por reflejo y se volviera a tirar en la cama tratando de volver a conciliar el sueño que recientemente había perdido. No quería volver a posar su cuerpo en una bañera hasta la siguiente semana, su espalda no lo soportaría por mucho tiempo más.

Mientras tanto el castaño seguía tirado sobre la cama, su amigo le estaba jalando un pie para que se dignara a mover una porción de su cuerpo. Tenía fuerza pero todo tenía un límite.

—Prométeme que no te vas a meter a ese mundo, Jaemin. —El chico que jalaba la pierna de quien estaba muy cómodo en su cama hablaba serio. —Tú sabes muy bien como sucedieron las cosas en esta casa. Solo no aceptes que te metan más de esas cosas.

—Alguien tiene que saber qué es lo que llevó al desastre en esta casa, Jeno. —Na Jaemin finalmente tomó asiento en la cama y se acomodó la ropa con la que había dormido. —Y si tú no te metes en la boca del lobo lo haré yo.

—Es peligroso, Na. No vale la pena.

—Por lo menos ya sé quienes son "HH".

Na se levantó de la cama y, con toda la seriedad que ameritaba la situación, se acercó y le dio un abrazo a su mejor amigo dándole a entender que estaría bien. Si recordar aquel suceso le cambiaba completamente el ánimo a Na Jaemin, con mayor razón lo hacía para Jeno, quien lo había vivido tal como si fuera el protagonista.

Mientras Lee Jeno abría su cajón buscando sus antidepresivos, Na Jaemin se metía en el baño para lavarse la cara intentando quitar la imagen de aquel recuerdo desagradable que nuevamente le asaltaba después de años. Se enjuagó la boca y se despidió de su mejor amigo para ir de regreso a su casa.

La madre de Na era bastante escéptica con su hijo. Apenas y le daba un poco de dinero para que comprara algo de comida mientras ella iba a instalarse a su lugar en la calle mendigando por un poco de dinero a cambio de servicios sexuales. Muchas veces Na Jaemin pasaba por enfrente de su madre en sus "horarios laborales" y ella solo lo espantaba para que los clientes no pasaran de ella. Un desastre. Por esta razón Na se la pasaba metido en casas ajenas entre el ruido o metido en una bañera mientras esperaba que quienes ocupaban las habitaciones dejaran su tan importante cogida de lado. En cierta parte sentía envidia, pero nunca había entablado relaciones afectivas de ese modo debido a la carencia de emocionalidad. De igual manera ya había olvidado la emoción que podía llevar el sexo hace mucho tiempo, así que ahora terminaba dándole un poco igual.

Con sexo, sin sexo, con alcohol o sin él. La vida seguía apestando desde la V hasta la A.

Al entrar en la "casa" dejó caer su cuerpo sobre el duro sofá, incrustándosele el resorte salido por enésima vez en su vida. Su madre destinaba el dinero al alcohol, jamás habían tenido un mueble de calidad media o comida en buen estado. Quizás esa era la razón de la que Na fuera conformista y aceptaba cualquier cosa que le metieran en la boca. Por lo menos lo último era de calidad.

No estuvo mucho tiempo acostado. Prefirió quitarse la ropa, hacer un poco de ejercicio y ducharse para salir de nuevo. Colarse en espacios donde no era invitado era su especialidad, si lo veían raro solo debía meterse en la bañera, era pan comido.

Aquella noche Na Jaemin no vio al dúo de traficantes, lo que le dio un respiro tranquilizador acerca de la situación. Lo extraño fue no verlos en la noche siguiente, ni la siguiente a esa. Na Jaemin seguía en su ciclo de fiestas y no podía ubicar por ningún lado a Renjun y su compañero.

No le generaba curiosidad la compra, sino saber qué había sido del asesino serial que le había metido dos anfetaminas bajo la lengua con una expresión no precisamente puritana.

Recordar haber estado con la boca abierta viendo como el traficante le sujetaba el mentón y le ponía dos pastillas bajo la lengua hacía que su curiosidad acerca de su persona aumentara. Na Jaemin estaba totalmente convencido de buscar a aquellas personas de "mal proceder", como se les conocía en su diccionario con Jeno.

El castaño estaba totalmente dispuesto a disfrutar esa noche, por lo que se bebió un par de copas para entrar en calor y comenzó a buscar personas con el aspecto lo suficientemente liberal como para descargar su deseo carnal creciente. No iba a llegar a más que toqueteos, lo sabía, pero aún así eran las manos ajenas recorriéndole el torso.

Transcurrida la mitad de la noche el chico estaba acorralando contra la pared a una rubia jovencita que lucía un poco menor que él, intercambiando besos y toques indecentes en pleno apogeo de la celebración.

La chica atrevidamente le metió la mano dentro del pantalón a Na, a lo que él respondió masajeando uno de sus glúteos. No estaba cómodo, pero sabía perfectamente cómo disimular aquella sensación.

—Sé de un cuarto vacío... —La chica ya totalmente entregada a la masculinidad de Na decidió fingir un calor abrasador y descubrirse el pecho. —Acompáñame...

La vista del castaño inevitablemente se fue al pecho desnudo de la chica a la que había dejado de besar, fijándose en la marca puesta bajo su cuello y que parecía llevar pocos días de cicatrizar.

«La doble hache es la marca que dejamos en la clavícula de los muertos que nos debieron o en el cuello de los vivos...».

—Lo siento, bonita. Pero vas a tener que buscar a alguien más que te de el baldazo. —Pronunció Na mientras le pasaba el pulgar por los labios y luego tocándole la cicatriz, ganándose un puñetazo de la chica.

Le metió la mano en el pantalón, con eso era suficiente.

La verdadera pregunta es si quedaba alguien en la ciudad aparte de él y Jeno que no tuvieran una bendita "HH" en el cuello. Porque no le sorprendería que su madre también la llevara puesta en la piel.

La cicatriz era igual a un tatuaje con tinta roja mal hecho. Sobresalía levemente de la piel y era todo lo contrario a estar descolorido. ¿Habían aprendido alguna técnica especial?

Fue en aquella fiesta que Na Jaemin vio de lejos a Renjun moviéndose con expresión seria mientras le entregaba una bolsa pequeña con lo que parecía ser cocaína a una jovencita que no debía tener más de diecisiete años. Na decidió acercarse levemente con la excusa de comprar aquellas anfetaminas que le dieron a probar la otra noche.

—¿Nang? ¿Nae? ¿Nam?

—Na.

La intención de Na Jaemin era solamente saber qué había llevado a la familia de su mejor amigo, que era como su propia familia, a desintegrarse de esa forma. Para descubrir la historia completa debería hacerse uno con ellos.

Renjun siguió caminando mientras ignoraba a los que le habían comprado hace menos de dos minutos, de los desesperados se encargaba Donghyuck. A su lado iba Na Jaemin intentando entablar conversación con el traficante.

—¿Vas a comprar o no? Ya te dije que entre más intentaras sacar información más ganas tenías de acortar tus días.

Na Jaemin comenzó a pensar en una excusa que pareciera más verdad y con eso hizo el amago de acercarse. No quería inmiscuirse en exceso en aquel mundo, solo quería satisfacer su curiosidad y establecer una relación lógica de los hechos que vivió junto a su amigo a los diez años.

—Estoy corto, necesito ayuda.

Nilili ; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora