2.- "Thirst"

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—Ni siquiera les da vergüenza estar acá vendiendo su mierda un día después de matar a Yunoh, es increíble.

—Gente muere todos los días, Jungwoo. —El rostro indiferente de Renjun amenazaba al mayor de sobremanera mientras sentía la punta amenazante del puñal de Donghyuck comenzar a rasgar su piel. —Si no quieres terminar en la misma morgue de tu amiguito entrega el dinero de ambos. ¿No sería una bonita manera de honrar su memoria? —Renjun le hizo una seña a Donghyuck para que apartara el puñal del cuerpo de Jungwoo. —Tienes dos días para juntar el dinero si no quieres que la próxima cosa que te metan por la nariz sea una aspiradora. Te estamos siguiendo el paso.

Jungwoo se fue temerario mientras el dúo de traficantes seguían muy tranquilos en miedo de la nueva fiesta a la que expandir su negocio. Esta vez incluso tuvieron la cortesía de invitarlos para que vendieran sus pastillas y polvos sin tanta preocupación, aunque siempre teniéndose en la mira el uno del otro.

Algo que caracterizaba el método de actuar de Renjun y Donghyuck es que por más que pudieran estar lejos, siempre se estarían cuidando las espaldas a pesar de estar siempre en movimiento, todo el trabajo lo hacían ellos. El reconocimiento en el mundo de la drogadicción se lo tenían bien ganado, pastillas de primera calidad, hierba cultivada por ellos mismos, el procesamiento de primera clase para la cocaína. Todo lo tenían en su pequeño laboratorio y no necesitaban de nadie más que ellos mismos para cultivar, procesar, sintetizar y conservar además del correcto cuidado de armas blancas en casos como los de la fiesta del día anterior, en que las deudas a veces solo pueden pagarse con la vida.

Renjun y Haechan se hicieron la promesa de jamás proceder con armas de fuego por su modus operandi. No vendían en poblaciones ni en bares de mala muerte como para asesinar a alguien ruidosamente. Generalmente eran los niños ricos los que les compraban en grandes cantidades y los aficionados a la disco que querían llevar la fiesta al siguiente nivel. Por lo mismo no podían darse el lujo de codearse con la policía.

Yunoh y Jungwoo habían sido unos de sus primeros clientes pero que con el tiempo se aprovecharon de su confianza, logrando acumular una deuda de aproximadamente cuatrocientos dólares en pastillas para el fallecido y trescientos para el recién amenazado, sumándole los cien dólares que ambos debían de intereses por la deuda y que ahora Jungwoo debía pagar a solas.

—No desinfectes el cuchillo mañana. Si por milagro llega con el dinero y no se muere como mínimo le tiene que quedar una cicatriz.

—Créeme que se va a morir igual. Nadie es capaz de llegar con ochocientos dólares en menos de dos días.

Cuando Renjun decía que el bastardo moriría igual, es porque lo haría. Ya estaba acostumbrado a la anatomía humana de cualquier contextura y junto con eso a la sangre ajena en sus manos. Llevaba tiempo en el mercado y ya había perdido la cuenta de a cuántas personas se había llevado por delante.

Por otra parte Donghyuck aplaudía la frialdad con la que su colega enfrentaba llevarse las vidas ajenas en cuestión de segundos. A él le costaba un poco más, de hecho todavía lamentaba que la cifra de deuda de Yunoh no siguiera creciendo para mantener la esperanza de que le pagaran algún día.

Ambos se paseaban rápidamente entre medio de la fiesta y decidieron sentarse en el bar a beber un poco antes de seguir con su jornada.

—Tengo la garganta seca.

—Ni que lo digas.

El dúo comenzó a servirse una copa entre risas, vigilando a su alrededor y vendiendo ocasionalmente a quienes se le acercaban. Todo estaba controlado e incluso podrían quedarse un tiempo más en el mismo sitio antes de comenzar a moverse sin parar de nuevo.

Nilili ; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora