17.- "M A D"

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Al Renjun abandonar la habitación completamente vestido, lo primero que se llevó de frente fue una mirada asesina de parte de Donghyuck, quien estaba en la sala contando billetes y vigilando de lejos mientras esperaba a que se le olvidara el espectáculo que montaron Huang y Na hace poco. Jaemin se había quedado en su cuarto fumando, como lo hacía siempre. El rostro del castaño volvía a estar neutro, plagado de indiferencia mientras el humo que brotaba por sus labios le adornaba de manera perfecta.

Na Jaemin estaba recargado en el marco de la ventana con esta semi abierta para no sofocarse con el humo de su cigarrillo, solo llevaba puestos los pantalones porque al parecer Renjun se había apoderado de su camiseta al salir de su cuarto. Mientras veía por la ventana fue inevitable no ver la cicatriz rosácea en su antebrazo, cercana a su muñeca. Un mohín socarrón salió de entre sus labios mezclado con el humo y, hablando solo, susurró de la manera más despectiva que pudo.

—Te estás riendo de mi nuevamente, ¿no es así?

En ese instante se escuchó a Renjun salir del baño y fue la señal para Na Jaemin de cerrar la ventana e ir a aquel sitio tomando una toalla de la repisa, sumergiéndose bajo el agua tibia para hacer resbalar cualquier cosa que le hubiera quedado sobre la piel.

Mientras tanto Donghyuck se levantaba del sofá a ver a Renjun, quien había salido sin camiseta del baño en dirección a la cocina bajo la vigilancia del moreno. Lee Donghyuck se recargó en la encimera mientras veía como Huang tomaba un vaso para llenarlo con agua embotellada del refrigerador.

—¿Qué pasó mientras no estuve?

—¡Hasta que te dignas a hablar sobre eso, maldición! —En un pequeño sobresalto, Huang Renjun casi escupe la poca agua que había alcanzado a beber para ver a su amigo. —Nada especial, comenzamos a enviar a Chenle mientras te esperábamos porque estar cada uno solo en un antro no era una idea brillante, además Jaemin no está acostumbrado a estar tan apretado entre la gente.

—Pero apretado en tu culo sí.

—¡Dios santo, Lee Donghyuck! ¡Deja ese tema!

Haciéndose el ofendido y entre risas, ambos chicos comenzaron a contar sobre lo ocurrido en esos seis meses, lógicamente Renjun omitió el hecho de que Jaemin había encontrado el cuaderno de su familia donde aparecían los deudores. Para Renjun no era una opción poner en riesgo la vida de Jaemin dentro de su propia casa, no ahora.

Na Jaemin asomó por entre la cocina incorporándose a la conversación que ambos chicos tenían, bromeando y recordando pequeños detalles de hace seis meses. Donghyuck insistía en buscarse un puñetazo de parte de Renjun al seguir bromeando con lo acontecido durante el día, pero aún así supo controlarlo.

—Ahora que lo recuerdo, tú tienes una marca en la muñeca, ¿no? —En un suspiro pesado, Na Jaemin asintió, extendiéndole la mano a Donghyuck evitando la pregunta, entre menos tiempo se hablara de aquella marca que le reventaba las cápsulas de su cordura de a poco Renjun le dedicó una mirada amenazante a Donghyuck, quien le ignoró por completo tratando de satisfacer su curiosidad. —Parece más un tatuaje que otra cosa, ¿le has encontrado algún significado?

—Lo único que me recuerda esta cosa es que mi vida es una burla.

La pesadez en el tono y las palabras de Na Jaemin fueron suficientes para que Donghyuck desviara el tema a otro punto. Na se metió la mano al bolsillo mientras se iba al laboratorio, frustrado por tener que ver aquella cosa por enésima vez en el día.

¿Cómo era posible que una simple cicatriz le hiciera tanto daño mental? A veces ni siquiera Na Jaemin podía responder esa duda sin odiar un poco más aquella quemadura. Su nula capacidad afectiva y sus traumas infantiles siendo constantemente recreados en su mente eran lo que lo llenaban de inseguridad, para Na Jaemin tener el rostro de la felicidad en su muñeca no era más que un símbolo odioso que rememoraba desde las faltas afectivas de su madre hasta que decidió seguir hundiendo su vida cuando se incorporó a Donghyuck y Renjun. Su cabeza y corazón no podían tomar un acuerdo en lo que a Renjun se refiriese, le costaba saber si los impulsos que tomaba con aquel chico eran solo la respuesta a la necesidad de contacto físico o realmente lo quería.

El Na Jaemin de hace seis meses estaría totalmente decepcionado del que es ahora, era lo único de lo que estaba cien por ciento seguro.

De tantos, en la cocina aún, Donghyuck y Renjun comenzaban a hablar del negocio, coincidiendo en el hecho de que debían volver a su rutina habitual porque si bien podían vivir enviando a Chenle a hacer sus repartos, era tres veces más ineficiente que si lo hicieran ellos mismos. Por eso ambos fueron rápidamente al laboratorio encontrándose a Na Jaemin acostado en el sofá cama con la muñeca frente a los ojos y sus cejas inclinadas al centro de su cara, estaba frustrándose de solo ver su cicatriz.

—Vamos a volver a hacer las ventas nosotros, para que te prepares en volver a las pistas. —Na Jaemin cambió su rostro a confusión, arqueando el cuello para ver mejor al dúo que se asomaba por la puerta. —En un rato haremos nuestros libros, si nos ayudas con las cargas para montar avanzaremos más rápido.

—¿Y Chenle?

—Ya nos encargaremos de él.

Encogiendo los hombros Na Jaemin hizo lo que le pidieron, preparó las cargas de pastillas, cocaína, LSD en estampillas y en puntos, hierba e incluso se tomó el tiempo de preparar la heroína. Todo estaba listo para cuando debieran salir. Renjun y Donghyuck ingresaron al cuarto de laboratorio en poco tiempo después lanzándole el arma enfundada que Jaemin debía llevar en caso de cualquier cosa, ambos estaban preparando sus libros de cobre mientras Donghyuck le entregaba la cuchara y la jeringa a Huang.

—Si vamos a volver que sea a lo grande.

Y en ese momento la llama del encedor se encendió bajo la cuchara de Renjun, derritiendo los polvos de heroína que luego caería sobre la jeringa que llenaría las venas de Huang Renjun con el opiáceo. Lee Donghyuck se llevó uno de los micropuntos por debajo de la lengua, agitando su cuerpo mientras sentía el efecto casi inmediato de la droga. Huang Renjun tomó dos metanfetaminas de una bolsa sellada, tomando el mentón de Na Jaemin quien lo observaba tal como el primer día. Pasó primero el pulgar por su labio inferior, delineado luego el contorno mientras le susurraba que abriera la boca con un gesto que rozaba lo erótico. Bajo la lengua de Na Jaemin se posicionaron dos pequeñas pastillas que surgirían efecto en poco tiempo.

Con la consciencia alterada los tres chicos salieron de la cabaña en dirección a un antro que poder vender su mercancía. No pasó mucho tiempo antes de que se adentraran en una discoteca, donde Renjun le guiñó el ojo a Jaemin para que se metiera en los baños a hacer su parte del trabajo mientras él y Lee Donghyuck se paseaban entre las multitudes vendiendo directamente de su libro de cobre con el puñal en el bolsillo.

Definitivamente estaban de vuelta.

Nilili ; renminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora